ArtículosInicioMarcelo Ostria Trigosemana del 14 de MAYO al 20 de MAYO

Conocer la realidad

Los recientes disturbios en varias ciudades del país han revelado que los gobernantes han caído en la peligrosa tendencia de ignorar la realidad. Esta alteración del proceso cognitivo se presenta cuando el caudillo y sus seguidores no perciben el sentimiento ciudadano; más aún, hay algunos que se esfuerzan en inventar versiones que distorsionan lo que sucede. Es que nada halaga más a quien se engolosina con el poder, que se le asegure que todo marcha bien por su obra y sabiduría; y, entonces, se cree que goza de un eterno respaldo de la mayoría de los ciudadanos.

Si los gobernantes se esforzaran en reconocer la realidad, evitarían muchos conflictos y estallidos de violencia que pueden desembocar en interrupciones de la continuidad institucional. Esto se agrava cuando la propaganda se orienta infructuosamente a hacernos creer que vivimos en auge, en paz y en armonía, es decir, una realidad distinta a la que prevalece. En efecto, las recientes movilizaciones y marchas de varios sectores acaban de mostrar esa realidad social diferente que la propaganda intenta ‘vender’ a una ciudadanía inconforme y crispada. No reconocer que hay reclamos justos, demandas atendibles y exigencias razonables ocasiona mayores reacciones adversas –en algunos casos desesperadas– de sectores que buscan satisfacción a sus pedidos o justicia por sus reclamos.

Es fácilmente perceptible que la mayoría de la ciudadanía boliviana ahora está insatisfecha. A las conocidas causas de este generalizado ánimo colectivo, se añade la soberbia que induce a la imposición de medidas innecesarias que provocan mayores reacciones adversas, todo ante la tozuda negativa a reconocer errores o demasías. No es comprensible, por ejemplo, que con la propaganda y las declaraciones oficiales se esté en un tenaz empeño de convencernos de que se vive un tiempo de extraordinaria bonanza y que, simultáneamente, el régimen se niegue a atender demandas para equilibrar los ingresos devaluados de los sectores menos protegidos: el de los trabajadores asalariados. Si el Gobierno –como sostienen los medios de comunicación oficiales– ha conseguido una economía nacional próspera, sería justo que la comparta con los ciudadanos.

La cerrada negativa a atender la demanda de un razonable incremento salarial a los trabajadores, cuando hay un grave conflicto con los médicos y trabajadores del sector salud por el aumento de sus horas de trabajo sin una justa retribución, y cuando se ha iniciado una esforzada marcha de los pobladores del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure que se oponen a una carretera que dividiría su territorio, ha incrementado la inquietud. Cuando esto sucede, la inconformidad se esparce como una preocupante señal de que un Gobierno se debilita porque ha perdido la confianza pública.

Es obligación de quienes tiene el poder buscar la armonía social; la que solo se consigue con un trato justo a todos los sectores de la nación, respetando, además, los derechos democráticos ciudadanos.

Con la tozudez y la insistencia en hacer creer que toda la verdad y la razón está solo en un oficialismo avasallador, se siembra mayor inconformidad; y cuando esto ya es permanente, es decir que se sigue una estrategia política basada en avivar tensiones y aun llegar al enfrentamiento, se pierde peligrosamente el sentido de la realidad. De esto hay muchos ejemplos en la dramática historia de Bolivia.

Se atribuye a Ovidio: “Somos lentos en creer aquello que si lo creyéramos, heriría nuestros sentimientos”. Esto ya nos está pasando.
(20120512)

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