ArtículosIniciosemana del 15 de OCTUBRE al 21 de OCTUBREWinston Estremadoiro

Las mujeres conviven con sus verdugos

“¿Qué opinión te merece el chador de las mujeres musulmanas?”, pregunté a mi esposa, al ojear después del desayuno periódicos llenos de las consabidas loas a las féminas en el Día de la Mujer. “Si es un accesorio más en el ropero de una mujer”, contestó, “no me va ni me viene; es anacronismo machista si un hombre –nómbrese imán, mullah o lo que sea– lo impone por cuestión religiosa: es como si los obispos forzasen velos y peinetas sevillanas, o un tipoy oscuro en el atuendo femenino”.

Hablábamos de esa prenda negra que a modo de carpa –ésa es una de sus acepciones en persa– oculta de los ojos varoniles el cuerpo de las mujeres, de la cabeza a los pies. Como si no tuviesen otros dolores de cabeza, pensé, recordando la caricatura de una, que seguramente había dado a luz el pasado año, a quien su marido pregunta desde la sala: “¿cómo te quedó la tanga que te compraste ayer?”, y desde el baño la mujer responde: “como un guante” –solo que el calce era a su regordete brazo.

Y me encontré en un dilema: escribir à la Oriana Fallaci alertando sobre el avance islámico en el mundo –despotricaba contra una Europa que se está convirtiendo en Eurabia– y lo que implica sobre las mujeres, o con la garrocha de lo expuesto líneas arriba, remontar el lamento usual sobre la situación de la mujer en Bolivia. El riesgo es simplificar demasiado lo primero y hacer melodrama de lo segundo, pero intentaré enhebrar ambos temas.

Si bien el cristianismo agrupa el mayor número de fieles, 33% de la población mundial, cabe preguntar si juntar naranjas, mandarinas y limones es correcto; todas son frutas cítricas, es cierto, pero qué diferencias hay entre mormones y baptistas del sur, Testigos de Jehová y católicos, por ejemplo, aparte que en la misma iglesia regida desde el Vaticano hay diferencias notables. El Islam es la segunda religión por número de adeptos y está en rápida expansión, estimándose que a mediados del siglo actual será la primera. Quizá algo tienen que ver la afluencia de dinero generada por el petróleo, pero solo en París hay más de trescientas mezquitas.

Muchas falacias se dan respecto a la percepción del Islam. Que sus practicantes son árabes, falso. La distribución de musulmanes abarca mucho más: el Magreb africano que envuelve la parte sur del Mediterráneo, los países africanos subsaharianos de Mauritania a Somalia; los persas que se enojan de que los confundan con árabes, como los escoceses rabian si son mentados como ingleses; los países del arco sur de la inmensa Asia hasta la miríada de islas indonesias, a los que se añaden los “tanes” de la antigua Unión Soviética: Kazajstán, Tayikistán, Kirguistán, Uzbequistán, Turkmenistán, etc.

Es evidente de que las mujeres lo pasan peliagudo en el Islam. La revolución en marcha de las comunicaciones, permite por ejemplo, tomar fotos o grabar en vídeo las lapidaciones a muerte de mujeres. No hay record, pero se dan las mutilaciones de clítoris a niñas en África, que dejan chiquita a la circuncisión ritual judía. ¿Qué los curas católicos resisten la ordenación de mujeres al sacerdocio? Poca cosa: las féminas ni pueden ingresar a algunas mezquitas musulmanas, salvo después de los varones. Ni había pasado el horror de una bella joven afgana con la nariz mutilada golpeando desde la portada de una revista internacional, que pasmó al mundo la triste historia de Malala Yousafzai, la niña pakistaní de 14 años de mirada preñada de sueños, baleada en la cabeza delante de sus compañeras, por criticar el radicalismo fundamentalista islámico y desear una carrera en la política. Algo que siendo mujer –¡uf, qué asco! – sus cobardes detractores talibanes encuentran sacrílego.

El Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (Cidem) enrostra que en nuestro país no tenemos razón de regocijar con desgracias ajenas, que mal de muchos (o muchas) es consuelo de tontos. El Informe de la Defensoría del Pueblo, presentado el 11 de Octubre en el Día Nacional de la Mujer Boliviana, que algún varón festejó libando, para luego llegar a casita y pasarle unos cuantos por aquello de que porque me quiere me pega, estudió nueve ciudades capitales y treinta zonas rurales. De lejos, Cochabamba fue la que reportó mayor número de crímenes, estoy seguro que más debido a chúcaras mujeres que no se dejan, no las muertas sino sus parientes.

Encima, la contraproducente discriminación de justicia comunitaria de los “indígena originario campesinos”, para las mujeres no es “una opción que les garantice su derecho a vivir una vida libre de violencia”. De enero a septiembre de 2012, se perpetraron 62 feminicidios en Bolivia, la mayoría en el eje La Paz-Cochabamba-Santa Cruz, quizá porque es donde más se reportan. Tal vez pagan por esa carga biológica que es gestar y parir: la mayoría de las mujeres asesinadas estaba en el rango fértil de 14 a 50 años de edad. No existe un tipo penal para el feminicidio. ¿Para qué?, si en 2008-2011, de 335 causas ingresadas, solo 27 concluyeron en sentencia, que a veces no pasa de ser palmada en la mano, cuando no en la espalda. La mayoría de los crímenes fueron cometidos por esposos, convivientes, enamorados, ex enamorados, primos, padrastros y sobrinos. Lo que quiere decir, en resumidas cuentas, que las mujeres conviven con sus verdugos.

Con semejante panorama, no está tan lejos el chador iraní, ni la burka afgana. El pachamamismo del Gobierno está más cerca de la sangre de Teherán que de la caca de Nueva York. Que Dios, o Alá o Jehová guarden a las mujeres.

(18102012)

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