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Unirnos ante la adversidad

Marcelo Ostria Trigo

Nadie puede saber, por ahora, cuánto durará la pandemia del coronavirus. Tampoco hay certeza sobre cuándo se dispondrá de una vacuna eficaz. Pese a lo grave que se presenta el mal, la humanidad no se extinguirá, como vaticinan algunos agoreros.

A Bolivia ha llegado el coronavirus en un momento político delicado. Al gobierno de la Presidente, Jeanine Añez, en el corto tiempo de funciones, además de recuperar las libertades democráticas, le ha tocado enfrentar esta grave pandemia, heredando un sistema de salud abandonado por casi tres lustros, y carente de recursos y medios. Y lo increíble: recientemente se encontraron ocultos implementos de salud y medicinas, ciertamente con el afán de perjudicar la acción del Gobierno en esta emergencia. Superar esto fue, y aún es, una tarea inmensa.

Cuando un mal, como el que provoca el coronavirus, se esparce y afecta a tantos ciudadanos y se vuelve una amenaza grave para la sociedad, lo que se espera es que se abandonen mezquinos intereses políticos. Es, ahora, cuando más se necesita unidad y esfuerzo compartido. Lamentablemente esto no sucede. Parece que la llegada de la pandemia, ha incentivado el revanchismo, la intolerancia, el matonaje, las pedreas y los bloqueos de calles y caminos. Los autores de esta avalancha de violencia, que ya linda con una abierta conspiración, cuentan con una mayoría parlamentaria –ya no representativa del sentir ciudadano– y que está dispuesta a cometer cualquier disparate, si así daña al Gobierno.

El propósito de esa conducta delictiva está a la vista: recuperar el poder a toda costa, aun sabiendo que ellos nunca tuvieron la capacidad para enfrentar una grave crisis de salud. El interés es restaurar privilegios, reiniciar el tiempo populista que el pueblo rechazó luego de un fraude electoral inmenso y volver a dar carta blanca al narcotráfico.

Se pretende forzar la convocatoria a elecciones en medio de una pandemia que no se sabe cuándo alcanzará su pico en Bolivia. Se ignora deliberadamente que, cuando sea tiempo, se podrá abrir una campaña electoral y establecer los plazos que son indispensables para el verificativo de los comicios. Es más, aún quedan por resolver las incongruencias que implican las diferencias de representación parlamentaria del campo, en detrimento de los centros urbanos.

Es cierto que la inevitable cuarentena abruma a muchos. Pero, está a la vista que, aun con esta medida, el número de casos de contagio y de muertos crece a diario.

Es desalentador que la agresividad persista y el afán de poder se haya desbocado. Solo la ciudadanía unida, respaldando lo que se hace esforzadamente, podrá parar la tendencia destructiva de esta oposición que ha perdido –si alguna vez tuvo– la sensatez y la cordura.

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