ArtículosIniciosemana del 13 de MAYO al 19 de MAYOWinston Estremadoiro

Pobre Bolivia, tan lejos de Dios

No me refiero a los conflictos entre Iglesia y Estado, concretamente entre cristianos y el régimen de Evo Morales, que con los líos por los diezmos demuestra que fuera la denominación religiosa que fuere, corcoveará cuando le toquen sus fueros, especialmente la cacha de la plata. Recuerda a Esopo, que no solo escribió fábulas: “colgamos a ladronzuelos y nombramos de dignatarios a grandes ladrones”. Cala a los tropiezos de la Bolivia de siempre: se encarcela, cuelga o se da la ley de fuga a rateros de poca monta, y se elige a grandes cacos como servidores públicos.

Hablo del dicho atribuido a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. El que después fuera Presidente de México en nueve ocasiones, quizá con las mismas picardías con las que hoy se prorrogan mandatarios que irrespetan sus propias Constituciones, fue valiente militar al resistir a una Francia empeñada en recrear un imperio colonial con nobleza austriaca. Empezó su carrera presidencial golpeando al héroe mexicano Benito Juárez, primer presidente indígena latinoamericano, indio zapoteca que sí fue un letrado que gustaba leer libros.

Los franceses intentaron colonizar México, abusando que los estadounidenses estaban ocupados en matarse los unos a los otros en sangrienta guerra civil. No preocupaban su Doctrina Monroe, la de “América para los americanos”: los estadounidenses. Tampoco el ‘dictum’ decimonónico de su Destino Manifiesto, respaldo ideológico del uti possidetis de facto, con que escamotearon Texas a México. Años después, en guerra que fue como dar una tunda a vecino parapléjico de conmociones civiles, hizo suyo la mitad del territorio mexicano, que conforma los estados de Nuevo Méjico, Arizona, Nevada, Colorado, Utah, California y parte de otros que no recuerdo.

Hasta hoy los yanquis se llaman a sí mismos ‘americans’ y los europeos le siguen la corriente; el resto del Nuevo Mundo nombrado por el italiano Américo Vespuccio, califica como ‘Latin America and the Caribbean’. Con su sesgada Doctrina Monroe contuvieron para sí su “patio trasero”, que para escarnio de alguno que no gusta de los libros, sólo abarcaba México, Centroamérica y el Caribe. Sucesiva intromisión en asuntos mexicanos, engendros filibusteros en Nicaragua y la paliza a la vieja España a fines del siglo 19, les engordó de colonias hispanas como el curioso “Estado Asociado” de Puerto Rico y el tironeo en Cuba hasta que llegó Fidel; luego sonsacó de Colombia el apéndice panameño, cuando el Canal de Suez había dado modelo de lo que sería el Canal de Panamá.

No funcionó la Doctrina Monroe en otros zarpazos europeos en América Latina: Belice y naciones insulares en el Caribe. Eran tiempos en que ingleses y estadounidenses reinaban en los mares. Baste recordar que enclaves coloniales ingleses, holandeses y franceses en América del Sur, dieron origen a Guyana, Surinam y la Guayana Francesa. Hasta España quiso recuperar colonias sudamericanas en 1866, que impidieron incipientes marinas de Chile, Perú, Ecuador y Bolivia.

La América del Sur se dividió entre origen colonial español y portugués. El ancestro colonial hispano fue más indolente que el lusitano. Brasil fue único país sudamericano en abrazar el principio de que la ocupación es tres cuartos de la ley: el “uti possidetis de facto” con el garrote en brazo, contrario al “uti possidetis juris” con la ley en mano, con que se iniciaron los países hispano-parlantes.

Levante la mano el país limítrofe de Brasil que no haya perdido territorio a su política de “fronteras móviles”, que no es otra cosa que volcar sus paupérrimos nordestinos a las fronteras amazónicas, donde ni navegar el río-mar se había permitido por largas décadas. Bolivia fue una de sus víctimas, primero con el inmenso territorio en la margen izquierda del río Madera, y los accesos al río Alto Paraguay del que nos quedan mordiscos en desbordadas lagunas. Segundo, emularon la política estadounidense de poblar y luego asimilar Texas de México, en los dos conflictos sobre lo que hoy es su estado de Acre.

De la misma manera, Chile fue fagocitando los territorios bolivianos al norte del paralelo 25, primero hasta el paralelo 24 y una ridícula medianería para explotar riquezas hasta el paralelo 23, sonsacada de Melgarejo, hasta que en 1879 diez centavos de impuesto al salitre explotado en el departamento llamado Litoral enviara blindados chilenos a ocupar Antofagasta.

¿Qué nos queda? Empecemos por reconocer que los países no tienen amigos, sólo intereses, decía Theodore Roosevelt. Quizá el último recurso antes de ser solo país tapón entre Brasil y Chile, es ser cintura continental y negociar gas y conexiones bioceánicas en función de los intereses de Bolivia, no de violines ensalzando hermandad inexistente. Bolivia llegará al Pacífico prendida al carro brasileño deseoso de llegar al Asia. La historia del agua de Silala que nuestro país regala a Chile, y el gas rico que Bolivia vende a Brasil hace años, es evidencia de nuestra estulticia. ¿Será que el actual régimen de gobierno es otro tonto Tarzán flojo, con diplomáticos buenos solo para los cócteles?

Son risibles las ‘paradas de gallo viejo’ de Evo Morales –pose pura pinta de quien no tiene cachos ni para defender su gallinero- al rasgarse vestiduras por expresiones del vicepresidente de Estados Unidos, sobre el “patio trasero” que dizque es la América Latina. Al menos para mí, el actual dicho porfiriano es “pobre Bolivia, tan lejos de Dios y tan cerca de Chile y Brasil”.

(20130516)

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