ArtículosInicioMarcelo Ostria Trigosemana del 13 de MAYO al 19 de MAYO

Un tiro en el pie

Una constante del neopopulismo latinoamericano es vituperar a Estados Unidos y echarle la culpa por todo lo malo, habido y por haber. En Bolivia, desde el primer día del gobierno del Movimiento al Socialismo, fue incesante en la prédica contra el “Imperio”: Estados Unidos. Luego se expulsó al Embajador estadounidense, Philip S. Goldberg, y a la DEA (la institución encargada de la lucha contra el narcotráfico), ambos acusados de injerencia –nunca probada– en la política interna del país.

Pese al deterioro de los tradicionales vínculos, los gobiernos de Bolivia y Estados Unidos negociaron un acuerdo para establecer nuevas pautas para sus futuras relaciones; pero, cuando se estaba a punto de normalizarlas, el gobierno del MAS lanzaba nuevas acusaciones –no probadas– contra Washington, o se proferían insultos innecesarios, echando por tierra lo supuestamente avanzado.

Mientras tanto, se fueron ahondando las diferencias. El gobierno del MAS, en consuno con sus socios de la ALBA, respaldó al déspota de Libia y, luego, al de Siria, y estrechó sus vínculos con el régimen de los ayatolas de Irán, con los que comparte el odio, inexplicable y enfermizo, contra Estados Unidos.

La imprudente mención del nuevo Secretario de Estado, John B. Kerry: “América Latina, ‘back yard’ de Estados Unidos” fue, al parecer, suficiente detonante para que el presidente Morales instruyera a su canciller que notifique al gobierno de los Estados Unidos la expulsión de USAID, la agencia de Estados Unidos de cooperación internacional para el desarrollo. Una de las causas esgrimidas, sin que se haya exhibido prueba alguna, es que esta agencia realizaba acciones políticas para desestabilizar al gobierno. Otra, más insólita: que no revelaba ni justificaba el origen sus recursos –no bolivianos, por cierto– con los que financiaba los planes de cooperación, ni de qué manera los administraba, pese a que cada proyecto fue aprobado por el Gobierno.

Un documento, intitulado “¿Qué perdimos por la expulsión de USAID?”, muestra, en síntesis, la obra realizada por la cooperación estadounidense en Bolivia. “La colaboración de Estados Unidos a Bolivia –dice– no empezó en los años 60, puesto que sus antecedentes van más atrás… En 1942 esta cooperación inició asistencia técnica en el área de salud; en 1944, en educación; en 1948, en agricultura y en 1955, en la construcción de caminos. Entre 1946 y 1963, USAID y la asistencia predecesora habían aportado con 1.286 millones de dólares a Bolivia”. En 1943, Estados Unidos contribuyó a la fundación del Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública. Luego, en los años 50, los gobiernos de Estados Unidos y Bolivia establecieron el Servicio Agrícola Interamericano (SAI) y el Servicio Cooperativo Boliviano Americano de Caminos.

Luego vendrían más proyectos; entre otros, los planes de desarrollo alternativo integrado para las zonas productoras de coca; la promoción de una agricultura sostenible; la conservación y uso sostenible de los bienes y servicios de la biodiversidad; el mejoramiento de la competitividad y productividad de los micro, pequeños y medianos negocios; el fortalecimiento de la capacidad para responder a los desafíos y oportunidades planteadas por el cambio climático; y un largo etcétera. Todo indica que los proyectos ahora quedarán estancados y, al fin, desaparecerán.

El sábado 4 de mayo, el titular de la primera página de un diario nacional, decía: “Usaid anuncia a Prosalud la suspensión de dos proyectos” a los que contribuía con 19 millones de dólares. Esta es solamente la primera consecuencia que afecta a una importante porción de la población, especialmente la más pobre.

El daño por el alejamiento de USAID será significativo. Y es de de temer otras acciones igualmente lamentables. Es que se sigue echando más leña al fuego, y los mensajeros del oficialismo salen con sus propias historias tremendas sobre el “imperialismo”.

Bolivia se ha pegado un tiro en el pie: ha sido “una decisión en principio fácil…, pero sin darse cuenta de las consecuencias que puede provocar…”.

(09052013)

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