ArtículosInicioManfredo Kempff Suárezsemana del 10 de FEBRERO al 16 de FEBRERO

Y ASI SE HUNDIÓ LA JUSTICIA

A poco más de dos años de realizadas las elecciones judiciales en Bolivia, todo deja ver que el paso dado fue nefasto. Ha quedado a la vista que la gran innovación masista del voto popular para elegir magistrados resultó mala. A tal extremo desdichada fue esa maniobra política bajo el fácil membrete de “revolucionaria”, que no hubo país alguno en América Latina (no sé si en el mundo entero) que se atreviera a imitarnos. Nos quedamos mirado absortos la estupidez cometida, sin posibilidades de enmendarla. Dicen los del MAS que sus medidas son irreversibles, y, lamentablemente, en este caso parece cierto.

El domingo 16 de octubre del 2011, fecha de la infausta elección en todo el país, escribíamos preocupados en El Diario lo siguiente: “Hoy algunos bolivianos irán a votar para elegir a las nuevas autoridades judiciales, en la máxima oscuridad. Esta es una elección a ciegas, donde, los que sufraguen, tendrán que hacerlo sin saber por quién ni para qué votan. Lo harán por miedo o vencidos por una propaganda millonaria que no ha cesado de meterse atrabiliariamente en nuestros hogares para legalizar esa acción. Todo es crepuscular en estas elecciones porque su origen es oscuro y porque muy negros van a ser los resultados de este nuevo montaje que, al dejarnos con una justicia que tendrá dueño, puede llevarnos, un paso más, hacia el abismo de la anarquía, pero, tal vez, al paso más peligroso. ¿Por qué tan grave? Porque de esta estrategia gubernamental, incluida en la Constitución más deplorable que se tenga memoria, depende que nuestros derechos fundamentales sean respetados por el Estado. ¿Es poca cosa que dejemos en manos de una legión de presuntos magistrados desconocidos y afines al oficialismo nuestro destino? Si ya la justicia nos estaba atropellando sin miramientos en el último lustro, habría que ver qué sucederá cuando parte del pueblo ingenuo vaya, equivocadamente, a elegir entre quienes a priori ya han sido designados a dedo desde las altas esferas del poder. Nuestros derechos como ciudadanos libres se juegan hoy, porque ahora se rifa la democracia irresponsablemente”.

Han transcurrido poco más de dos años de ese domingo que sepultó los restos de una justicia decepcionante para reemplazarla por otra mucho peor. Esta vez ya no somos los críticos al MAS los que volvemos a cuestionar la imprudencia y demagogia con que se creó un nuevo sistema de elección judicial, sino que es S.E., es el propio jefe de Estado quien defraudado de tanta inutilidad, ha reconocido que se equivocó: “Creo que en vano incorporamos poncho y pollera en la justicia…no cambia nada, esa es mi evaluación”, dijo. Manifestó S.E. que quería expresar su verdad aunque se molestaran “algunos”. Nos preguntamos: ¿Quiénes serán los “algunos”? ¿Los que le metieron la idea en la cabeza a S.E.?

Todo esto lo dijo S.E. el martes pasado, durante la entrega de la Casa de la Justicia (¡vaya broma!) en Muyupampa, Chuquisaca, agradeciendo al Reino de Dinamarca por su contribución para mejorar la magistratura nacional. “Que la cooperación no sea una decepción para los cooperantes ni para los cooperados…”, afirmó en un momento en que S.E. parecía frustrado y avergonzado. Quiere decir que si “algunos” no le esconden las metidas de pata a S.E., él podría realizar una valiosa autocrítica de sus actos. La nueva ministra de justicia, señora Gutiérrez, (todo  está tomado de un matutino paceño) no tuvo pelos en la lengua para señalar que elegir magistrados mediante voto popular “fue un desacierto”.  ¿Pero quién fue el genio creador de todo este disparate? ¿Cómo el gobierno aceptó imponer magistrados que además habían sido derrotados por el voto nulo mayoritario en las urnas?

Ya es tarde para volver atrás y tendrá que ser en una nueva gestión administrativa, con un nuevo gobierno, que esto se modifique. Será un alivio para la ciudadanía. Los togados en Bolivia como en todas partes del mundo tienen que ser los mejores profesionales en leyes, los más meritorios. No se puede elegir magistrados porque usen o no “poncho y pollera”, como ahora reconoce S.E. ¿Adónde vamos a parar con una justicia en manos de legos? Ni habrá justicia idónea, ni tampoco se evitará la retardación, ni menos la corruptela.

No es con “poncho y pollera” como se van a arreglar las cosas en Bolivia. Eso es una equivocación y es, además, un racismo odioso, “excluyente” según el léxico masista. Estas cosas no se arreglaran en “cumbres” inocuas, sino sabiendo aplicar bien la ley; buenas leyes. Algún día retomaremos el cauce correcto con buen juicio, en base a lo mejor que en cuestión humana tengamos para cada actividad. El problema es: ¿qué hacemos entre tanto? ¿Cómo afrontar juicios tan complicados como es el de terrorismo en Santa Cruz, donde el encono racial y el regionalismo se ceban con sus víctimas? Con poncho o pollera, nada está garantizado. Ya lo entendió S.E.

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