El embajador adjunto de las NNUU ha trasladado sus teorizaciones políticas al campo del séptimo arte; en su artículo Robocop y 300 (II) (La Razón 09.05.14) analiza la versión fílmica sobre el policía de hierro en Detroit. Además, examinó la segunda parte de 300 (El origen de un imperio) continuación de la saga escrita por Frank Miller y dirigida por Noam Murro.
La principal observación es la dicotomía ‘bueno’ y ‘malo’ en la industria de Hollywood aportando lo siguiente: “además de CNN y las transnacionales informativas, el cine y la cultura masiva light contaminan al mundo” No es mentira. Pero aprovecho la provocación para profundizar el debate sobre algunos aspectos del escrito y las películas citadas. El cine, como un arte que conjuga dispositivos audiovisuales y guión dramático, tiene el objetivo final de narrar una historia. Desde Aristóteles se han aportado conceptos para analizar cualquier drama ya sea teatralizado o llevado a la pantalla grande.
En Robocop, uno de los temas importantes es la situación de violencia generalizada en Detroit, que es aprovechada por la empresa OmniCorp y a través de la manipulación mediática intenta convencer a los ciudadanos de usar la robótica para disminuir la inseguridad ciudadana. Usando a la prensa amarillista se pone de ejemplo la ciudad de Teherán, donde en el año 2028 una división de drones oprime inmisericorde al pueblo iraní sin diferenciar niños, mujeres y adultos. Esto significa millonarias ganancias para OmniCorp que ve la oportunidad de vender sus productos en las ciudades norteamericanas, para ello selecciona a policías gravemente heridos como Alex Murphy para convertirlos en mitad-hombre, mitad-máquina con partes tecnológicas que lo convierten en un policía robot, que es invencible e incorruptible, pero totalmente insensible.
300 el origen de un imperio, no me gustó. Me dormí al final. Pero nos relata los preparativos y la decisiva batalla de Salamina, episodio que sucede durante las Guerras Médicas entre Griegos y Persas en el siglo IV a.C. Precisando los diálogos de Temístocles sobre libertad y democracia que inquietan al profesor Ferreira, es necesario aclarar que era el discurso de la época, pues es el período donde nacen las primeras constituciones, que efectivamente hablan de libertad y democracia con Solón en Atenas (594 a.C.) y Licurgo en Esparta (siglo VII a.C.) he ahí una explicación de los diálogos sobre temas que en el Estado Plurinacional son tildados de risibles.
Ahora bien, no es coincidencia que en la actualidad el cine de guerra estadounidense tenga como antagonistas al imperio Persa y todo lo relacionado a la cultura de Medio Oriente, ya que las películas son un poderoso instrumento de propaganda para legitimar la invasión a esa región petrolera, y de esta manera convencer al mundo que ellos son los ‘malos de la película’; sin embargo eso no es novedad. Los americanos lo vienen haciendo hace años, todos hemos visto las aventuras de Rambo matando a vietnamitas; o nos hemos emocionado con las peleas de Rocky ante el temible soviético Ivan Drago, en el contexto de la Guerra Fría. Hay que citar la infinita producción sionista que nos ha enseñado las barbaries nazis en el Holocausto. Al revisar el cine contemporáneo, por ejemplo, el cine chino de la última década es la reivindicación de la grandeza de esa nación, o ‘Bollywood’ que anualmente produce más películas que el mismísimo Hollywood, donde se nota una difusión de los repertorios culturales de la India. Pero, ni el cine chino habla sobre las masacres de Mao Tse Tung, ni el indio sobre sus conflictos históricos, por ejemplo el de Cachemira donde hay enfrentamientos entre indios y pakistaníes por desencuentros étnicos y religiosos.
Tampoco es necesario ir a China o India, encendamos el televisor en horario estelar y veamos la grandiosa maquinaria del Ministerio de Comunicación que se activa imparablemente cuando un conflicto en el país explota. Denunciando, juzgando, sentenciando y lanzando línea de opinión pública para legitimar sus intereses, allí la ministra Dávila sorprende como dramaturga. Lo que es preocupante, son las declaraciones del delegado presidencial, él insinúa censurar este tipo de ‘cine masivo light’ que en su opinión transgrede los DDHH por la violencia que hay en las pantallas, faltaba más. Parece que los DDHH de películas de ficción tienen más importancia en la sensibilidad oficial que la violación real en casos como Chaparina, Porvenir, La Calancha, Clavijo, Rozsa y otros hechos no esclarecidos en el proceso de cambio.
“CNN y las corporaciones transnacionales contaminan al mundo” concluye. Yo creo que es legítimo que cada quien venda su charque como se dice vulgarmente. El cine y los medios de comunicación son instrumento de propaganda efectivos para la construcción de la hegemonía política y los gobiernos utilizan esa herramienta. Es una verdad de Pero grullo. Eso se hace en Estados Unidos, aquí, en la China y en 77 países más…
Fuente: ElDeber