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A companheira Petrobras

Editorial de la FOLHA DE S. PAULO del 25 de agosto de 2014

La compra de una refinería en Pasadena, California, en 2006, no fue el único infortunado negocio en que Petrobras se empeñó cuando Lula era presidente del Brasil. También hubo, aunque la cuestión haya quedado olvidada, el acuerdo con Bolivia relativo al gas natural que suministra el país vecino.

El asunto resurgió la semana pasada, cuando la transacción, iniciada en febrero de 2007, fue finalmente concluida.  Se supo entonces que la estatal brasileña deberá desembolsar, hasta fin de mes, $434 millones por los gases asociados contenidos en el producto boliviano.

Hay muchos aspectos espantosos en ese acuerdo, pero nada supera el hecho de que Petrobras no quería adquirir esos asociados que nunca los aprovechó. Agregada una parcela cubierta en 2010 y descontando una multa, la estatal habrá pagado $557 millones -un 70% de la pérdida con Pasadena- por un producto literalmente superfluo.

Al firmar ese compromiso, Lula arguyó que había que ser generoso con Bolivia, gobernada desde 2006 por Evo Morales. Con todo, se esperaba que, además de la «diplomacia compañera», hubiese alguna ganancia para Brasil. Eso no ocurrió.

Habría habido ganancia si se instalaba en el país (Brasil) una planta separadora capaz, como sugiere el nombre, de extraer los componentes condensables que permiten la producción de GLP (gas de cocina), por ejemplo. Pero el proyecto nunca salió del papel.

Con la refinería en Estados Unidos, Petrobras perdió $792 millones, pero al menos puede decir que la planta existe y continúa produciendo. Pero el «gas rico» no podrá ser aprovechado. El año pasado, Bolivia inauguró su propia separadora en su territorio. O sea, Petrobras ahora paga sólo por el gas que logra aprovechar.

En una nota, Petrobras sostiene que el acuerdo le representará un daño de $268 millones en este trimestre pero que, al final del año, el balance será positivo en $128 millones. El cálculo es engañoso; suma los ingresos de otro contrato con Bolivia, al margen de la negociación relativa a los «gases nobles».

Lula recordará que su «generosidad» apaciguó los ánimos del mayor vendedor de gas natural a Brasil. De hecho, a Morales le gustó la negociación; no puede decirse lo mismo de los miles de accionistas de Petrobras que ven el patrimonio de la estatal dilapidarse por el voluntarismo político de los gobernantes.

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