ArtículosInicioMarcelo Ostria Trigosemana del 19 de OCTUBRE al 25 de OCTUBRE

La demanda marítima y las expectativas creadas

Crear exageradas expectativas resulta en frustraciones. Esto puede suceder, tanto en Chile como en Bolivia, ya que funcionarios de ambos países han vaticinado —y previsiblemente insistirán— que la Corte Internacional de Justicia de La Haya va a dictar, en el pleito que enfrenta a ambos países, una sentencia final en su favor. En Bolivia, muchos creen que esa sentencia de la Corte de la Haya obligará a Chile a entregar a Bolivia un territorio que nos dé una salida al Océano Pacífico. Esto no es así: Lo que se ha planteado, en aplicación de la teoría de los actos unilaterales, es que La Moneda se avenga a negociar, de buena fe y oportunamente, una salida soberana que nos una el Pacifico.

En Chile se asegura que les asiste la razón jurídica. Han repetido que no hay nada pendiente con Bolivia, y que el Tratado de 1904 consolidó para Chile el territorio boliviano perdido en la Guerra del Pacífico. Por ello, la ratificación de la competencia de la Corte Internacional de Justicia para atender la demanda boliviana —en efecto, no se trata de un fallo sobre el fondo de la demanda— le cayó tan mal al agresivo y locuaz Canciller Muñoz.

La queja de los chilenos, luego del reciente fallo de la Corte, es que se careció de una estrategia mediática eficiente respecto de la demanda de Bolivia. Pero, en verdad, era de esperar un mayor impacto de la prédica nacional, pues es difícil  convencer que Bolivia pretende algo desmesurado e injusto, como una franja soberana de diez kilómetros sobre el mar, cuando es evidente que Chile se apoderó de cuatrocientos kilómetros del litoral boliviano, dejando al país sin salida al mar, pese a que la línea de costa chilena es de 6.435 kilómetros.

Hasta ahí el triunfalismo y los lamentos. Ahora es importante destacar que quien puso los puntos sobre las íes, fue el Agente de Bolivia ante la Corte de la Haya, el Dr. Eduardo Rodríguez Veltzé, que ha dejado en claro la inutilidad del debate mediático en un asunto judicial internacional, pues ningún argumento, fuera de los que presentan los países en una Corte, va a influir en los jueces internacionales.

Con sensatez, Rodríguez Veltzé, afirmó: Personalmente, insisto, no creo que sea conveniente seguir un debate por las personas que  representamos  al Estado y  responder a lo que diga algún funcionario de Chile. No entremos en un debate mediático sobre los alcances de una decisión. El debate puede ser muy útil para quienes participan de la actividad académica y política. Pero yo no entraré a este debate”.

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