ArtículosInicioManfredo Kempff Suárezsemana del 21 de MARZO al 27 de MARZO

¿NO ES HORA DE REVISAR LAS RELACIONES CON EE.UU.?

Pese a lo mucho que hay para criticarle en la conducción de la política exterior, debemos que reconocer que el canciller David Choquehuanca ha realizado muchos esfuerzos para mejorar las relaciones con Estados Unidos, tratando de normalizarlas a través de un intercambio de embajadores. Finalmente, no se trata de “restablecer” las relaciones diplomáticas, como se oye decir a menudo, porque no se han interrumpido jamás, sino de ponerlas en el nivel que corresponde y no como hoy que continúan al mando de encargados de negocios en La Paz y Washington.

No cabe duda de que todos los empeños del canciller se han estrellado contra la voluntad de S.E., aunque resulta difícil comprender que el jefe de la diplomacia boliviana haya pretendido ejecutar algún intento diplomático sin conocimiento del presidente. La impresión que se tiene es que existen momentos en que S.E. se decide a normalizar las relaciones, que ordena al canciller dar los pasos necesarios, pero que su incontinencia verbal en sus mítines políticos diarios, echa todos los emprendimientos por la borda y las relaciones siguen igual, es decir, mal.

Resulta imposible cualquier intento de superar esta anómala situación si S.E. culpa de todos los males habidos y por haber a los EE.UU. Todo conflicto, toda crisis, hasta la propia caída en picada de su popularidad, se debería, según él, a la embajada norteamericana y al imperialismo yanqui.  Da la impresión de que los norteamericanos tuvieran en el Departamento de Estado y en el Pentágono, gabinetes especiales en sesión permanente analizando lo que acontece en el Estado Plurinacional de Bolivia, para ver qué maldades provocar.

S.E. debería saber que EE.UU. tiene, como primera potencia mundial, una infinidad de asuntos que tratar que pasan por conflictos graves en Siria, Irak, Irán, Afganistán, Corea del Norte, pero también por el terrorismo islámico en su propio suelo y en Europa. A eso se agregan los cuidados diplomáticos que debe tener con Rusia y China, naciones poderosas que, con todo derecho, le disputan presencia y hegemonía en muchos lugares del mundo. Con ese espectro internacional que atender, Washington no va a estar planeando cómo debilitar al Conalcam,  a las Bartolinas, o elucubrando como derribar del gobierno a S.E.

Así que amenazar con expulsar al encargado de negocios de EE.UU. luego de haber echado hace ocho años al embajador, es un sinsentido. No es sino una forma de justificar derrotas políticas y distraer la atención de la gente en momentos en que sube la audiencia enfebrecida de telenovelas dramáticas nacionales, sabiendo que algunos crédulos u otros pícaros van a  marchar contra la embajada de la avenida Arce para “crucificarse” en sus rejas o quemar banderas gringas.

Seguramente que la visita del presidente Barack Obama a Cuba hará que el Gobierno masista piense de manera más misericordiosa sobre los EE.UU. Que Castro y Obama hayan llegado a acuerdos y se hayan ido a ver un partido de beisbol como buenos amigos, es algo que los socialistas del siglo XXI no se lo esperaban hasta hace un año. La entrevista con Macri en Buenos Aires, con tango de por medio, ha sido otro hecho notable para que Bolivia tome en cuenta. Y seguramente que Obama no hubiera tenido problema en estrecharle la mano a Maduro si no fuera que éste es un burlador de la democracia, que hizo fraude en las elecciones presidenciales, que ahora pretende desconocer su estrepitosa derrota en las elecciones parlamentarias y que tiene presos políticos que reciben un tratamiento de perros.

S.E. tiene una mejor actitud que su colega Maduro, aunque no le haya gustado perder en las elecciones judiciales (no hizo caso al veredicto popular), ni en las autonómicas, ni en las llamadas “subnacionales”, ni en el referéndum del 21 de febrero. Son cuatro elecciones en que al MAS no le va bien, pese a que S.E. sólo reconoce, a medias, haber perdido la última y está alentado a sus bases a que exijan un “segundo tiempo”. Así y todo, si se acaba con los presos políticos y se declara una amnistía general, tal vez quien suceda a Obama en la Casa Blanca podría venir a conocer lo que será la Casa Grande del Pueblo, ese costoso Palacio Plurinacional que se está construyendo, para dejar a los entorchados fantasmas republicanos olvidados en el Palacio Quemado.

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