El movimiento perpetuo
“La vida no es un ensayo, aunque tratemos muchas cosas; no es un cuento, aunque inventemos muchas cosas; no es un poema, aunque soñemos muchas cosas. El ensayo del cuento del poema de la vida es un movimiento perpetuo.”
Augusto Monterroso. Movimiento perpetuo.
Ese movimiento, siempre dialéctico como unidad y lucha de contrarios, diverso, dinámico, en el que el comportamiento de la sociedad y sus miembros se desplazan, fluctúan, se alteran y cambian, es lo que el régimen de Evo Morales y sus hombres no comprenden. Tampoco les interesa comprenderlo, ni en ensayo, ni en verso, ni en prosa, ni en la práctica política porque no tienen idea de la dialéctica materialista.
No obstante, el cambio se dará por mucho que se opongan, como se dio por la confluencia de circunstancias varias que posibilitaron su ascenso al poder en 2006. Ese tiempo se agotó después de 12 años de imposturas y derroches populistas que tiraron por la borda la bonanza económica nunca antes habida en Bolivia, por el ciclo de hiperprecios de materias primas. Podría haberse cambiado el curso de su historia abrumada de carencias en educación, salud, infraestructura, servicios básicos, convivencia en la interculturalidad y con las regiones, ciencia y desarrollo sustentable.
Nada de eso hubo, pero sí elefantes blancos ahítos de corrupción y opacidad, gastando además las riquezas y los recursos de la sociedad en viajes superfluos, como al mundial de Rusia, habiendo ido ya al de Sud África y Brasil, sin equipo clasificado. Le fascina el futbol, como a mucha otra gente. Pero él dispuso de su avión de $us 40 millones, más todos los gastos pagados por los contribuyentes y aprovechó para decirle al anfitrión que tiene que ayudar a la “liberación de América Latina y el Caribe”. ¿Nadie le habrá dicho que Putin, buen imperialista como sus antecesores de la ex URSS, se anexó Crimea, que interviene en la guerra de Siria favorable al tirano al-Assad, y que se lo acusa de interferencias en las elecciones de Estados Unidos a favor de Trump? Morales y sus hombres van en contraflecha.
De ahí que tampoco entiendan la racionalidad dialéctica del 21 F, cuando “Bolivia dijo NO”, se opuso y se opone la re-re-reeleción indefinida. Las apenas 70 mil millones de neuronas del Vice – dicho por él mismo, cuando el resto de los humanos tenemos cerca o más de 84 mil millones- le impiden entender la racionalidad dialéctica que se articula con la racionalidad democrática: la alternabilidad del poder. Dijimos y decimos NO, no por “envidiosos y resentidos” como ahora nos endilga el Vice, sino porque somos demócratas y hacemos uso de nuestra libertad de expresión pues aún no pueden amordazarnos ni la boca ni el pensamiento.
Esa réplica del Vice puede explicarse no solo por carencias de neuronas, sino porque nunca fue demócrata, y sí violento guerrillero/terrorista que asaltaba remesas para el pago de sueldos a funcionarios públicos, en los años 80. Morales ha sido un brutal dirigente sindical cocalero, de los que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína, y que ordenaba matar a los agentes que erradicaban los cultivos ilegales. Los esposos Andrade, víctimas de atroz asesinato, aún hablan. Ahora recuerdo a Marx con aquello de que “es el ser social lo que determina la conciencia de los hombres”, no al revés. El ser social de estos dirigentes es violento.
Quizás por eso no reflexionan sobre los dramáticos sucesos, con cientos de muertos en Venezuela y Nicaragua, ambos como Bolivia, miembros de los inventos de integración política, económica e ideológicamente antimperialista contra USA de Hugo Chávez (+). El Proyecto Bolivariano, el Socialismo del S. XXI, UNASUR, Alba y otros, en lo que ya se denomina el ‘castro-chavismo’: es decir, la dominación total. De ahí sale la línea que, según confesó Morales, le dieron Castro y Chávez en 2006. Ninguno tuvo en cuenta que el movimiento es perpetuo, gracias a la dialéctica, y que el cambio llega más tarde o más temprano, pero llegará.
Como en Venezuela antes, hoy en Nicaragua la muerte azota las protestas y se ensaña con jóvenes. Lester Alemán, de 20 años, líder estudiantil le dijo al impresentable Ortega, en mayo, cuando las protestas habían empezado en abril, «Esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida… No podemos dialogar con un asesino, porque lo que ha sucedido aquí es un genocidio… Nosotros hemos puesto los muertos.” En junio su número se acerca a 180, mientras otro joven de 26 años, Harley Morales afirmó que “La prioridad ahorita es que no nos maten; luego, la justicia y la democracia”.
Evo Morales carga con 86 muertos, el último un estudiante de 20 años, Jonathan Quispe, en el Alto, que exigía mejor presupuesto para su Universidad. ¡Allá, aquí y acullá, los tiranos los matan en la primavera de sus vidas! Y duele. Esos jóvenes son el germen de la rebeldía y el cambio que exige el derecho a ser libres.
Es el movimiento perpetuo frente a la locura política que, como dice Fernando Mires, existe cuando los políticos pierden la razón política. Esperemos que en Bolivia la oposición no la pierda y construya la alternativa política al postevismo, que llegará mal que les pese, para recuperar la Democracia Republicana y el Estado de Derecho.