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Ocaso del socialismo

Marcelo Ostria Trigo

El socialismo marxista (el comunismo) tiene un destino inexorable: el fracaso. Los intentos por humanizarlo fueron aplastados con tanques de guerra, como en Hungría en 1956 y el propiciado por el checoslovaco Alexander Dubček, quien, cuando se disolvió la URSS fue “recordado generosamente por su intento de cambio, pero sin poder canalizarlo hacia una simple reforma. Los checoeslovacos, así como todas las naciones de Europa Oriental, no querían ya el socialismo con rostro humano. Querían su libertad.” (Guillermo Tell Aveledo. “50 años de la Primavera de Praga: Socialismo y reforma”).

Pese a esta experiencia, hubo intentos para hacer resurgir el mito socialista, aunque “el problema es técnico, no ideológico” (E. Ghersi: Un siglo para juzgar, 2017). Es que los fracasos no se han limitado al quiebre del comunismo en la Unión Soviética y sus aliados; ahora son los de regímenes del ‘Socialismo del Siglo XXI’, que lograron el poder en elecciones, luego cambiaron constituciones, impusieron dictaduras, ensancharon sus Estados –el mal administrador funcional a la corrupción– y se proponen retener el poder para siempre.

Hubo otros intentos de hacer creer en el mito socialista. Se recuerda el entusiasmo entre universitarios de Estados Unidos por la candidatura del senador Bernie Sanders: “un socialista declarado”. “Fue algo sorpresivo y desalentador. Aparentemente, estos estudiantes no han aprendido, o peor aún, no se les ha enseñado que históricamente todos los sistemas socialistas –lo mismo democráticos que autoritarios– han fracasado en satisfacer las demandas de los gobernados y han sido abandonados después de grandes sufrimientos (Armando González, El Nuevo Herald, 19.08.2018). Este pretendido renacer socialista –inclusive la hija de los Clinton se definía como «demócrata socialista»– no cautivó a los estadounidenses.

Hay que reiterarlo: el declinante entusiasmo por el socialismo se debe, en buena parte, a los evidentes fracasos de los integrantes del Foro de San Pablo, entre ellos, los del Partido Socialista Unido de Venezuela, del Movimiento al Socialismo de Bolivia, del Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua, de Alianza País, asociada con el partido Socialista-Frente Amplio en Ecuador y, cuando no, del Partido Comunista de Cuba.

Las proclamas de que sus políticas son para favorecer a los pobres, ya no engañan; en cambio, está a la vista que solo desatan crisis generalizadas. Y éstas ya marcan el ocaso de comunistas.

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