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Deterioro económico en Bolivia

Roger Alejandro Banegas Rivero

…la inversión pública financiada con deuda genera mayor crecimiento presente en sacrificio del crecimiento futuro y desequilibrando la economía…

Sin ánimos de generar expectativas negativas en los agentes económicos y con la perspectiva de poner en consideración mayor cautela, por parte de los tomadores en la política económica nacional, de forma general, se vislumbran síntomas generales de debilitamiento económico a nivel generalizado.

El escenario es a la baja, tanto para el sector productivo (real), como para el sector financiero, externo y fiscal; lo cual, puede reflejarse en el mediano plazo, con la interpretación de una posición en mayor deterioro sistémico del país.

Asimismo, desde el 2013 cuando la economía alcanzó su máximo crecimiento (6.8%), se ha evidenciado una desaceleración general que se prolongará por al menos diez años (hasta el 2023), con una tasa de crecimiento potencial a la baja para el mediano plazo en cualquier escenario previsible (esperado, optimista o pesimista).

La disminución en el dinamismo de la economía real se relaciona con una continua caída en el ahorro doméstico (de las familias, las empresas y del gobierno), misma que ha venido cayendo desde el auge de 2008: 28% del Producto Interno Bruto hasta un valor estimado del 15% en el 2018, con un sector financiero (bancario) que cada vez es menos rentable, con mayor riesgo de exposición al tipo de cambio y con problemas adicionales en su capitalización para el crecimiento por regulaciones y afectación en la rentabilidad.

Por otra parte, el sector externo de la economía también se encuentra débil, vulnerable al ciclo externo de precios de materias primas y dependencia de sus recursos naturales, con resultado de balanza comercial en cifras rojas, lo que ha llevado al déficit en la cuenta corriente (el país se convierte en deudor neto del resto del mundo) y por consiguiente en pérdida de Reservas Internacionales Netas (RIN).

Las RIN cayeron desde más de 15.000 millones de dólares (por encima al 45% del PIB) y si la tendencia continua en aceleración de disminución de divisas, podrían llegar hasta los 6.500 millones de dólares al 2020, equivalente al 12% del PIB.

En tal sentido, surgen varias preguntas de interés: ¿Qué sucedería frente a una futura devaluación cambiaria? ¿Qué sucedería con la expectativa de los depositantes sobre sus ahorros? ¿Qué pasaría con los bancos que tienen sus créditos otorgados en bolivianos? La respuesta tentativa sería la reversión total del proceso de bolivianización, con sus respectivos costos adicionales.

Quizás el desequilibrio más desafiante para la economía se origina en el sector fiscal y en la magnitud de su déficit desde el 2014, por lo cual, se estima que en el 2018, la deuda pública ya superó el umbral de sostenibilidad (50% del PIB), por lo cual para el 2023, el nivel de endeudamiento podría bordear cerca del 60% del Producto Interno Bruto (PIB), con mayor peso y efectos negativas en el crecimiento futuro. Esto llama a la necesidad de un ajuste del gasto público.

El rol de la política pública debe orientarse a buscar un crecimiento sostenido en el mediano plazo, toda vez que la inversión pública financiada con deuda genera mayor crecimiento presente en sacrificio del crecimiento futuro y desequilibrando la economía. Un próximo análisis deberá focalizarse en la hipótesis de una posible fragilidad financiera en Bolivia, que podría profundizar los choques económicos internos (riesgo latente).

Dr. Roger Alejandro Banegas Rivero –Profesor-Investigador en Economía y Métodos Cuantitativos.

Fuente: paginasiete.bo

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