ArtículosIniciosemana del 20 de AGOSTO al 26 de AGOSTOSusana Seleme Antelo

El naranjo, de Carlos Fuentes

“En  El Naranjo  se reúnen mis más inmediatos placeres sensuales  -miro, toco, pelo, muerdo, trago- pero también la sensación más antigua: mi madre, las nodrizas, las tetas, la esfera, el mundo, el huevo…” escribió el autor  sobre su obra. “Mejor que en Andalucía creció en Antilia el árbol con hoja lustrosas y flores aromáticas. Jamás vi mejores naranjas, más parecidas al sol, que al sol le daban envidia. Tenía al fin un jardín de tetas perfectas, mamables, comestibles, renovables” dice al final del libro, uno de los personajes de Fuentes.

Cuando supe de su muerte, recordé, como consuelo a su ausencia,  la gratísima oportunidad de haberlo escuchado en la Universidad Libre de Bruselas, a fines de 1993, cuando daba una charla sobre Literatura Latinoamérica. Amable, pero distante; serio, pero simpático; seductor, pero contenido; desmesurado en su cultura enciclopédica,  pero sobrio a la hora de transmitir sus ideas y conocimientos. Ahí compré El Naranjo, que nos dedicó y rubricó a muchísima gente, mientras nos resistíamos a dejar la sala  de conferencia.

Qué hombre-escritor fascinante, confirmé luego de conocerlo en vivo y en directo, pues ya lo había calificado así, tras haber leído casi todos sus libros editados hasta entonces. Los comprendí y valoré mejor después, durante mi fructífera estadía en México, cuando hacía la  maestría en Ciencias Sociales en la FLACSO, varios años antes de haberlo oído en Bruselas

Vuelvo a El Naranjo a menudo para disfrutar de una prosa en la que Fuentes hace decir a un narrador en primera persona que “Este nuevo mundo es más viejo que el europeo… pues la piedras que aquí hemos encontrado, son tan antiguas como las de Egipto”. 

Ahí narra la vida en un mundo hasta entonces desconocido, a partir de la atemporalidad de la historia y la edad circular del tiempo vivido en las dos orillas: la de aquí y la de allende los mares.  No en vano El naranjo arranca con una cita del escritor israelita Amos Oz, para recordar que “Como los planetas en sus órbitas, el mundo de las ideas tiende a la circularidad”.

Con ese libro símbolo de la fertilidad, cerró Fuentes el ciclo narrativo que el mismo llamó La edad del tiempo. Relata feroces conquistas, como la de la Numancia celtíbera por el Imperio Romano y el sitio con que Escipión logró doblegarla, como había hecho con Cartago . En “las tierras de la utopía” narra la conquista  de la Gran Tenochtitlan, dos veces más grande que Granada”: son las feroces luchas por el poder aquí y en la otra orilla,  de donde “nadie salió ileso… ni los vencidos que vieron la destrucción de su mundo, ni los vencedores que jamás alcanzaron la satisfacción de sus ambiciones”

Fuentes afirma que ambos mundos “debieron construir un nuevo mundo a partir de la derrota compartida”. Habla de la historia del conquistador-conquistado y un nuevo poder: el poder de la palabra, hecha mujer. Ella fue Marina, la Malinche, “la mujer de las dos lengua”, dice Fuentes, violada muchas veces, “lengua y amante”, madre del primer mestizo de América, Martín II, como Martín I, hijo de Hernán Cortez y la española Juana de Zúñiga.

Gracias al recurrente tema del mestizaje en Fuentes -ya tocado en Todos los gatos son pardos, El Espejo enterrado, El naranjo, Los días enmascarados, Agua Quemada, entre otros- comprendo y vivo mejor mi mestizaje,  porque la fertilidad habida en este mundo, desconocido pero ya habitado, cambió la historia del mundo y dio lugar al origen del mestizaje biológico de donde proviene gran parte de esta América morena.

Y como siempre ha sucedido a lo largo de la historia,  la fertilidad se vuelve a reproducir en otro mestizaje, porque  “la hegemonía cultural del conquistador pierde al mezclarse con la otra”, señala Fuentes,  y de ambas surge  la identidad cultural mestiza, sin pretensión alguna de homogenizar las diferencias étnico-indígenas, ni desconocer las múltiples determinaciones  de la totalidad.

La ignorancia es atrevida.

Vuelvo a Fuentes ante la ignorancia petulante de algunos oficialistas del Estado Plurificciones del doble presidente Evo Morales: de Bolvia y de los cocaleros. Obstinadamente ellos niegan la inclusión de la categoría mestizo en el próximo censo de 2012. Un senador, inculto desde luego, dice que “el mestizaje es solo para animales, como la raza Nelore”. Un viceministro aymara  exige  que “Quienes se consideran mestizos que sustenten si existe un territorio mestizo, un idioma mestizo, una religión mestiza, una cultura mestiza…” Respetamos su pureza aymara que nos echa en cara desafiante,  pero debiera respetar la mezcla de  quienes no somos ‘puros’ como él. Ignora,  a todas luces, de dónde proviene: por el estrecho de Bering, lo más probable, y desde la más antigua África, con toda seguridad.

Recurro a Fuentes cuando el ubicuo ‘Vive’ García Linera afirma que “el mestizaje es una categoría biológica y no una identidad cultural”, para justificar, la ausencia de la categoría mestizo en el censo. Así desnuda la confusión en que vive pues  debiera saber que sí existen identidades culturales mestizas, aunque solo  sea por haber estudiado matemáticas en México Su riqueza cultural mestiza no le dejó huellas.  Su confusa confesión es prueba de que entre sus cacareados 25.000 libros no figuran Carlos Fuentes, ni William Ospina ni tantos otros, más cultos y eruditos que él.

El ‘Vice’, como hombre de Estado que es, debiera saber que sí existe la Declaración de Durban -Sudáfrica 2001- de donde emerge un  Programa Mundial de Acción contra el Racismo adoptados por consenso por la “comunidad internacional para combatir el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia en el plano nacional, regional e internacional y de cumplimiento obligatorio” por los países signatarios, entre ellos Bolivia.

Dicha declaración, en su artículo 56, “reconoce la existencia en muchos países de una población mestiza con diversos orígenes étnicos y raciales … y condenamos la discriminación de que es víctima, especialmente porque la naturaleza sutil de esa discriminación puede hacer que se niegue su existencia”. ¿Sabrán los países signatarios de aquella Declaración que en Bolivia nos la niegan?

Para desasnarse, recomiendo a las autoridades del Estado Plurificciones y sus asesores antropólogos que al menos lean la Declaración de Durban,  si no son aficionados a la buena literatura.

¿Por qué no la categoría mestiza? Porque el censo 2012, más que una información radiográfica de la sociedad boliviana para saber cuántas y cuántos somos, la calidad de la vivienda y del trabajo, la satisfacción de necesidades básicas, empleo, movilidad y migración entre otros, es utilizado como arma política ideológica para hacer creer que Bolivia es un país mayoritariamente indígena, entre otros dislates. El asunto merece un próximo artículo.

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