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«SEPARATISTAS CRUCEÑOS”: UNA VIEJA MULETILLA

Carlos Dabdoub Arrien

… Los apelativos siempre fueron los mismos, sólo cambiaron las fechas en el tiempo. Regionalista o separatista, eran también los titulares de la prensa del occidente del país cuando Andrés Ibañez habló del federalismo igualitario; otro movimiento similar en 1891, también fue calificado de separatista. Igual sucedió en el siglo pasado cuando se clamaba por un ferrocarril que nos integre a Bolivia, ideal que desencadenó un movimiento armado el 1º de julio de 1924, y que según el libro del Dr. José Luis Roca, el periódico “La República” de La Paz en su edición del 11 de julio comentaba que sus principales líderes (Pablo E. Roca, Guillermo Añez y Cástulo Chávez) “no han disimulado sus propósitos separatistas y de anexión al extranjero”, además que afirmaba este medio de prensa la existencia de una organización secreta denominada Liga Anexionista. Ello originó un debate en la legislatura extraordinaria de 1921, donde Alfredo Flores y Mariano Saucedo Sevilla, diputados cruceños, refutaron tales diatribas. También la revolución encabezada por Edmundo Roca en 1949, inspirada por el M.N.R. fue acusada como “separatista por la oligarquía altiplánica” (José Luis Roca. Fisonomía del regionalismo boliviano. 1999).

Después, muchos cruceños vivieron crueles mentiras similares cuando Santa Cruz defendió el 11% de las regalías de petróleo o propuso la descentralización. A principios de noviembre de 1957, el Dr. Melchor Pinto Parada denunciaba: “Ha sido tanto la diligencia puesta por los directores intelectuales de estos infames embustes que han llegado hasta el exhorto, a todo el pueblo de Bolivia para que se lance sobre Santa Cruz con el arma al brazo para aplastar la traición de querer anexionarse al Brasil” (Alfredo Ibañez Franco. Dr. Melchor Pinto Parada).

Sin embargo, de los intentos de la paceñidad de ofrecer compensaciones territoriales al Perú a cambio de un millar de rifles Mannlicher durante la revolución federal a finales del siglo XIX, (Ramiro Condarco: Zárate, el temible Wilka), o el pronunciamiento por prensa de los habitantes de La Paz de anexarse al Perú, en el gobierno del general José María de Achá (José Luis Roca. 1999), nadie dice nada. Eso no había sido separatismo.

Sólo se habla de ello cuando aquí decimos algo contra el statuo quo o nos rebelamos ante la imposición del poder andino-centrista. Y mientras los “cambas” (cruceños, benianos y pandinos) fueron solitarios héroes combatientes del Acre boliviano, este mismo territorio después era “vendido por los Villazón, los Guachalla y los Pinilla al Brasil mediante el Tratado de Petrópolis (1903) por la suma de dos millones de libras esterlinas, cantidad monetaria destinada en parte al tendido de redes ferroviarias en el casquete andino, en beneficio de los intereses mineros. El resto sirvió como reparto para el enriquecimiento de los altos funcionarios gubernamentales de la época” (Angel Sandóval Ribera. Boletín de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos 2000). Pero, tampoco fue menos importante la guerra que diezmó al pueblo chiriguano durante la época republicana (Kuruyuqui, 1892).

Pero no sólo fueron los titulares ofensivos de la prensa de la sede de gobierno contra las reivindicaciones regionales, los únicos que mancillaron la memoria de Santa Cruz. La historia viene de lejos y aquí sólo a manera de ejemplo es bueno que los cruceños recuerden al menos las fuerzas opresoras enviadas por el gobierno central, como las que dirigió el general Carlos Villegas que mandó fusilar a D. Andrés Ibañez el 1º.de mayo de 1877 junto a sus acompañantes, o las tropas comandadas por un coronel Quiróz para sofocar el movimiento regional del mes de julio de 1924. Los fondos para el movimiento de estas tropas salieron de la cuenta destinada a la construcción del ferrocarril Cochabamba-Santa Cruz (Hernando Sanabria F. Breve Historia de Santa Cruz). Finalmente, cómo olvidar las hordas punitivas de campesinos armados enviadas por el gobierno de entonces para ocupar la ciudad de Santa Cruz en mayo de 1958, ultrajando por las calles a viva voz la dignidad de un pueblo oprimido y provocando un genocidio que todavía no se puede olvidar (Terebinto).

Han transcurrido 440 años desde la fundación de Santa Cruz de la Sierra y muchos tragos amargos ha bebido su gente. Los cruceños ya no tienen que dar más explicaciones a quienes hoy gozan de algo que comenzó siendo una lucha regional, como el pago de regalías por hidrocarburos, pero que gracias a ese sacrificio del pueblo de Santa Cruz, hoy gozan de ese mismo derecho otros departamentos. También el retorno a la democracia, o el restablecimiento de la autonomía municipal en todo el país son esfuerzos cruceños. Esta ha sido nuestra forma de hacer patria. Por todo lo dicho, reafirmo que los gestos o actitudes nobles que proclama nuestra región, son formas peculiares para construir un país, mientras que en otros lugares vienen corroyéndolo desde hace tiempo.

Por último, algo que por cierto no es menos importante. Recordar que somos un pueblo curado de espantos, y cuando quieran de nuevo intentar asustarnos con viejas muletillas o nuevas razones ofensivas, ya no nos inmutarán ni crearán remordimientos o cargos de conciencia, porque con el tiempo aprendimos a menospreciar ese campo de estiércol, donde los enemigos (los de adentro como los de afuera) cosechan las difamaciones contra esta tierra generosa, !pero jamás humillada!.
Carlos Dabdoub Arrien.

Santa Cruz, 22 de agosto de 2002.

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