
Fuente: Página Siete
El crecimiento del PIB no refleja la realidad de sectores ni de regiones
Cerrando el análisis sobre el crecimiento de la economía y sus efectos sociales, analizamos el amplio abanico de tasas de crecimiento de las actividades económicas en los departamentos respecto al crecimiento anual del PIB nacional. La conclusión general es que las realidades, en cada sector y en los nueve departamentos son muy variables, de manera que los valores del PIB a nivel nacional, están muy lejos de reflejar las realidades sectoriales y regionales.
Para ello, tomamos como ejemplo el crecimiento de las actividades económicas frente a las obligaciones generadas por el segundo aguinaldo que todos los empleadores debían pagar, a sus empleados, siempre que la tasa de crecimiento del PIB supere el 4,5% en la gestión.
Mostramos que, sin los aportes de impuestos, de la administración pública, y de los servicios financieros –el agregado FAPI que no aporta ni a la generación de valor ni al empleo, en ningún año la economía creció más del 4,5%; y que la gran mayoría de las actividades creadoras de valor y empleo fueron forzadas a realizar este pago a pesar de haber tenido crecimientos muy por debajo, incluso, del 2,5%.
La conclusión general es que esta norma ha beneficiado a los empleados de los sectores que menos aportan a la generación de valor y a la creación de oportunidades de empleo para la sociedad, mientras que ha castigado severamente al resto de los sectores y actores, en directa proporción a la intensidad en empleo de sus actividades.
¿Quiénes debían pagar el segundo aguinaldo en 2014?
El Decreto Supremo 1802 “Esfuerzo por Bolivia”, de noviembre de 2013, establece que los (y las) trabajadores del sector público y privado serán favorecidos con el pago de un segundo aguinaldo (2Ag) cuando el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) esté por encima del 4,5%. Esta medida supone que el crecimiento del PIB es un valor uniforme aplicable a todas las actividades económicas, y en toda la geografía nacional.
Tomando, para efectos ilustrativos, el promedio de las tasas de crecimiento 2013 y 2014 para los 28 subsectores que consideran las series históricas del INE, vemos inicialmente a los nueve subsectores que tuvieron crecimientos superiores al 4,5% incluyendo su participación en la estructura del empleo (Figura 1).

Los sectores que crecieron en promedio 10% o más, son los Servicios Financieros, Impuestos (IVA, IT y otros impuestos indirectos), Refinación de Petróleo, y Construcción. En general, los sectores de alto crecimiento representan el 52% a la estructura del PIB, pero sólo aportan el 20% al empleo; es decir, las actividades de alto crecimiento están en sectores “intensivos en capital”, que se caracterizan precisamente por concentrar la riqueza, porque, como no generan mucho empleo, no aportan mayormente al ingreso de los hogares vía remuneraciones.
La mitad de los aportes de estos sectores de alto crecimiento (el 26% del PIB nacional que suman la Administración Pública, Impuestos y Servicios Financieros) no genera ni valor ni empleo productivo a la economía: su aporte al PIB, en realidad, se lo logra “extrayendo” aportes de los otros sectores efectivamente productivos.
Además, el crecimiento de estos sectores no es uniforme en todo el país, lo que implica un crecimiento regional desigual; los diagramas muestran las tasas de crecimiento de los sectores de actividad por departamento respecto al crecimiento del 4,5% (“círculos” punteados) (Figura 2).

Los sectores que crecieron menos del 4,5% significan el 80% del empleo y el 53% del PIB (antes de restar los “servicios bancarios imputados” que son el costo de la intermediación financiera), e incluyen prácticamente a todas las actividades de la “economía real”; en promedio, tienen un crecimiento de apenas 2,5%, valor bastante inferior al establecido por el DS 1802 como umbral de “alto crecimiento” (4,5%) (Figura 3).

En la última fila del Cuadro, figuran los “Servicios Bancarios Imputados”, que muestran una alta tasa de crecimiento (12,4%) pero un aporte negativo al PIB (-4,5%). Con este detalle, las Cuentas Nacionales están restando al conjunto de la economía el aporte que en la figura 1 aparece como aporte de los Servicios Financieros al PIB (+4,9%). Es decir, el financiamiento del sistema bancario, en realidad, no crea ni aporta valor alguno; por el contrario, lo resta del valor generado por las actividades “reales”.
Comparando las figuras 1 y 3, se concluye que, si bien la economía boliviana ha crecido, lo ha hecho sobre la base de sectores que no necesariamente expresan una salud macroeconómica compatible con los objetivos de erradicación de la pobreza y de desarrollo a largo plazo.
Al igual que para los sectores de alto crecimiento, el comportamiento de los sectores de bajo crecimiento tampoco es uniforme en todas las regiones del país, como se evidencia en los siguientes diagramas (la línea punteada, en todos los casos, muestra el nivel referencial del 4,5% de crecimiento del PIB) (Figura 4).

Las incidencias sectoriales en la tasa de crecimiento del PIB
Las tasas de crecimiento sectoriales que revisamos no son el mejor criterio para interpretar correctamente el crecimiento, en su magnitud y en su calidad. Por ejemplo, la refinación de petróleo creció a casi el 12% (promedio 2013-2014) pero sólo representa un 2% del PIB total y “aporta” con actividad económica directa a sólo dos ciudades.
La “incidencia” es la tasa de crecimiento de cada sector, ajustada por su tamaño relativo respecto a la economía total, de manera que la tasa total del crecimiento de la economía es la suma de las incidencias sectoriales. Para el período julio de 2014 a junio de 2015, el panel muestra el PIBpm nacional y las incidencias de los sectores FAPI (Figura 5).

Es evidente que, sin la incidencia de impuestos, el crecimiento del PIBpb es menor al 4,5%, por lo que no habría correspondido el pago del 2Ag; sin el aporte de la Administración Pública, el crecimiento es sólo del orden del 3,6%, y sin el sector financiero, cae al 3,2%.
Los datos sobre el crecimiento del Departamento de Tarija entre 1990 y 2014 son más duros al mostrar la incidencia de los diferentes sectores de actividad en el crecimiento, y las fuertes distorsiones que esas pueden implicar desde la perspectiva de un desarrollo más sostenido (y sostenible) con horizontes de mediano y largo plazo (Figura 6).

El crecimiento ha estado alrededor del 5%; en 2005, alcanza el 25,4% superando incluso el asombroso crecimiento del “milagro chino”, que, por años, se situaba en la cercanía del 20%. Lamentablemente, el 2005 no fue el nacimiento del “milagro tarijeño”; tiene que ver con el aumento de recaudaciones de impuestos a las actividades extractivas (gas) como resultado de la Ley de Hidrocarburos. El crecimiento del 25% en 2005, sin impuestos y sin el aporte del gas –sector extractivo, en general, cae al 1%, nivel que se ha mantenido hasta la fecha.
Merece destacar que, en los años 90, la industria tarijeña aportaba una base de 2% a su crecimiento, aporte que prácticamente desaparece desde 2005; en 2014, el crecimiento de la actividad económica “propiamente tarijeña” llega al 0,77% de los cuales 0,35% “aporta” el Sector Financiero, 0,32% el transporte, y 0,2% la agricultura.
La economía real en Tarija, estancada desde 2005, refleja la baja capacidad de crear empleo digno, productivo y sostenible fuera del sector público. Sin embargo, las miradas superficiales a los datos generales del crecimiento se quedan con la idea de que el ingreso por persona en Tarija es el de mayor crecimiento en el país lo que, en esa mirada lineal, implicaría que las y los tarijeños habrían superado el nivel promedio de vida de América Latina, lejos de la pobreza que afecta al resto del país.
A manera de conclusiones sobre el crecimiento
Los organismos internacionales celebraban la fortaleza y la salud macro-económica que los recursos naturales han brindado a Bolivia y, hasta el pasado año, no anticipaban sobresaltos en el futuro inmediato; recomendaban controlar la inflación y fortalecer el sistema financiero como prioridades, y consideraban como objetivos a largo plazo lograr avances en la reducción de la pobreza y del subempleo.
Pero el análisis del patrón de crecimiento resultante sugiere que, lo que ha crecido en la economía boliviana, es precisamente lo que menos debería crecer si buscamos una economía orientada al vivir bien.
En resumen, el crecimiento de la economía está desproporcionadamente influido (y, de hecho, distorsionado) por la incidencia de la extracción de gas/hidrocarburos (el extractivismo), cuyos negativos efectos están acentuados por los impuestos (de tipo regresivo: reducen la capacidad de gasto-consumo de los hogares), la Administración Pública (que, por definición no aporta valor agregado, pero que, transformada en “buro-parásito-cracia”, frena y des-incentiva a las iniciativas privadas que pueden hacerlo), y la intermediación financiera: tienen utilidades casi garantizadas por la ley, pero son costos que carcomen el valor agregado de las actividades productivas.
La tasa de crecimiento del PIB nacional está muy lejos de reflejar la realidad de los sectores y de las regiones. En este sentido, la realidad contradice el supuesto bienestar que uno esperaría del “mayor crecimiento de América Latina”, fundamentalmente porque el crecimiento del PIB boliviano no responde efectivamente a la ampliación y diversificación del aparato productivo, ni a su capacidad de crear valor y empleo digno.
* Enrique Velazco Reckling es analista en desarrollo productivo y director ejecutivo de Inaset.