Las elecciones del 2025 serán trascendentales. No es una exageración. El 2025 nos jugaremos la oportunidad de recuperar el país de las garras de la incompetencia y la criminalidad del MAS. No podemos fallar. Despilfarrada la bonanza, sin gas que vender y sin Plan B que sostenga la economía, un nuevo gobierno del MAS solo implicará más represión, más corrupción y más injusticia. Será la única forma que tendrán de mantenerse en el poder. La receta la conocen muy bien. Es la misma que aplican sus socios en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Hay que derrotar al MAS. Pero es más importante, incluso, derrotar el paradigma populista sobre el que este partido ha elaborado su oferta electoral. El MAS ha sido muy hábil convenciendo a gran parte del electorado de que el Estado debe ser la punta de lanza del desarrollo y de que el progreso de las clases populares pasa por una batalla identitaria entre karas e indígenas o entre oriente y occidente. Sin embargo, el liberalismo también constituye una propuesta problemática, puesto que desliga a la moral de la economía y provoca injusticias por doquier.