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Más educación, menos propaganda

Andrés Gómez Vela

Después de los dos últimos tinkus verbales titulados: “La desigualdad comienza en la escuela” y “Sólo los mejores deben ser profesores”, responderé hoy a una pregunta que se repitió con frecuencia tanto en las redes sociales como en la calle: ¿de dónde sacamos más dinero para revolucionar la educación en Bolivia? Empiezo contándoles dos anécdotas:

En febrero de 2017, cuando conocí Japón, pregunté a un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores de ese país: ¿cómo lograron levantarse de la aplastante derrota de la Segunda Guerra Mundial?

“Como los vencedores nos impusieron la condición de no tener Ejército, destinamos gran cantidad de dinero a la educación y ya no a las armas, en 10 años comenzamos a levantarnos”, me dijo.

En una reunión de radios afiliadas a la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER), realizada en Guatemala, argentinos, chilenos, bolivianos y paraguayos nos lamentábamos de las dictaduras que habían desgraciado a nuestros países. El único que estaba callado era el radialista tico, hasta que uno de los participantes le interrogó: ¿y tu país no sufrió dictaduras?

“En Costa Rica, no tenemos Ejército desde el 1 de diciembre de 1948; no puedo decir nada sobre las desgracias que pueden causar los militares”, respondió y recordó las palabras del presidente José Figueres Ferrerel el día que abolió las FFAA de su país: “No quiero un ejército de soldados, sino de educadores”.   

No. No estoy proponiendo abolir las Fuerzas Armadas, solo estoy demostrando que los países que crecieron fueron aquellos que dieron prioridad a los libros y no a las armas. O primero invirtieron en educación, recién luego pensaron en armas.

De yapa, quiero contarles que en las visitas que hice a Alemania y Japón no vi una sola gigantografía con la imagen de Ángela Merkel o el Emperador y primer ministro japoneses en obras públicas. No vi spots de Tv ni escuché cuñas radiofónicas de agradecimiento a sus gobernantes por respirar y tener bonanza económica. Mucho menos  transmisiones en directo de la entrega de algún coliseo o cancha de césped sintético, o un partido de fútbol, o un soporífero discurso político, o unos ridículos abdominales.

La propaganda es un despilfarro bárbaro porque beneficia sólo a un individuo. El investigador y analista económico  Julio Linares  concluyó que el Gobierno del MAS destinó  2.970  millones de bolivianos ( 424.285.714 dólares) a la propaganda destinada a ensalzar la imagen del presidente Evo Morales. Este monto, sumado a los recursos públicos usados en las transmisiones de los discursos, inauguraciones, partidos de fútbol y otros gastos del Ministerio de Comunicación  se elevó a 5.396 millones de bolivianos (775 millones de dólares) entre 2010 y 2018. 

¿A quién benefició ese dinero? A una sola persona: Evo Morales. No sirvió de nada a la sociedad. En resumen, el Presidente nos costó 265.410 dólares por día en propaganda. Ese monto hubiera beneficiado “de lindo” |a la educación.

Hay que reducir los gastos de propaganda a cero. Es incoherente que se haga tanto alarde de un bono de 200 bolivianos por año que el Estado da a un escolar, 800 bolivianos en ocho años; frente a los 96.874.650 de dólares que el mismo Estado beneficia en propaganda a Evo en un solo año; 775 millones de dólares en ocho años.

Sin embargo, no hay que bajar a cero el presupuesto de las FFAA; pero sí cumplir el artículo 10 de la Constitución que declara a Bolivia como un Estado pacifista.

En consecuencia, debemos tener FFAA adecuadas a la pequeñez de la economía boliviana. Si por esta idea me vas a decir antipatriota, ¿no sé cuán  patriota sea jubilarse con el 100% de tu salario sin haber aportado mucho al país? ¿O cuán patriota es sostener a un tirano cuando el artículo 244 de la Constitución dice que las FFAA tienen por misión fundamental asegurar el imperio de la Constitución?

Finalmente, el presupuesto 2019 establece 21.682 millones de bolivianos para Educación; 5.000 millones para Defensa y  527 millones de bolivianos para el Ministerio de Comunicación. El presupuesto asignado a Educación representa el 11% del Presupuesto. Con las reducciones sugeridas y cero elefantes blancos, podemos oscilar entre el 15 y 20%.

El día que demos prioridad a la educación, saldremos de la pobreza. Los bonos sólo hacen dependientes a la gente respecto al partido de turno porque generan clientelismo político y prebendalismo.

Andrés Gómez Vela es periodista.

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