Revivir el Plan Azul de carreteras
No era madrugada de beatas yendo a misa, ni estábamos sentados como el Vadinho de “Doña Flor y sus dos maridos”, de Jorge Amado, disfrazados de ninfa con tremendo falo debajo la minifalda. Era media tarde y después del tradicional puchero y antes del desafío de coplas entre esposas y camaradas jubilados de la carrera militar (que ganaron ellas por goleada), versamos de temas diversos entre copa y copa con que pretendíamos encender la flama de carnavales de otros tiempos.
De nuevos conceptos bélicos –de Sun Tsu a Clausewitz, del “Blitzkrieg” a Hiroshima, de la guerra total a la guerra de las galaxias– se resbaló al tema del nuevo Comando de Construcción del Ejército (CCE), que hasta hace poco era el Comando de Ingeniería. Se lamentó que hoy todo cambio sea precedido de insulsos e innecesarios travestismos de nombre, como si la argamasa –buena, mala o fea; de izquierda, centro o derecha– no fuera la misma: bolivianos que optan por uniforme y fusil para servir a la patria.
Las reminiscencias derivaron a que el coronel retirado Arturo Ledezma Espinoza recordara la épica del camino de penetración al Beni en 1976, en su tramo Sapecho-San Borja, que viviera junto a su camarada Carlos Monje Landívar. Capitanes ingenieros ambos, colla uno, camba el otro, evocaron épocas en que las diferencias entre occidente y oriente eran ofrendas a la unidad en la diversidad de la patria boliviana, sin que los divorciasen colorinches wiphalas ni enseñas albas con flor de patujú. En los estribos del puente Bailey sobre el río Quiquibey, se clavaron dos letreros: en el lado paceño decía “feliz viaje puesss”; en el beniano, “bienvenido puejjj”.
La ejecución de un plan de apertura de caminos por el flamante CCE no es cosa nueva. Lo componen dos aspectos relacionados. Por un lado, la posibilidad de construir con mano de obra barata, al tiempo que los soldados conocen más de su país. ¿Qué camino se construye en dos turnos de trabajo, todos los días de la semana, incluyendo los feriados, empezando a las 5:30 de la mañana con la iza de la bandera tricolor y entonando el himno nacional? Por otro lado, capacitar reclutas como mano de obra calificada: ayudantes y operadores de tractores de orugas, palas cargadoras, motoniveladoras, perforadoras de roca, compactadoras, grúas; operadores de equipo liviano, alarifes topográficos, torneros, soldadores de arco y oxígeno; choferes.
Quisiera pensar que tales fundamentos subyacen al nuevo CCE. Fue lanzado con bombos, platillos y cántaros de chicha a comienzos de marzo de este año por el Presidente, con la entrega de 40 millones de dólares en maquinaria y equipo de un crédito de China.
Tres ópticas diferentes plantean dudas sobre el emprendimiento. El mandatario exageró: la creación del CCE “marcará la nueva historia del pueblo boliviano y de las FFAA”. El militar alardeó: hay “más de 180 técnicos capacitados y operarios para el empleo efectivo de esta maquinaria”. El diplomático deseó: que esta “cooperación ayude a promover la construcción de infraestructura de Bolivia…”. Fueron palabras de circunstancia del Presidente, el Comandante General del Ejército y el embajador de China, respectivamente. Son 274 máquinas repartidas entre siete batallones de ingeniería. Imaginen lo que harían en el Beni, la frontera con el Perú al norte del lago, el lindero con Paraguay.
El trabajo del CCE no tendrá éxito si no se enmarca en un plan determinado y priorizado de construcción de caminos, como el Plan Azul de Arturo Ledezma Espinoza. Algo coordinado con la actual Administradora Boliviana de Carreteras (ABC), porque como indican los ingenieros militares, el organismo castrense debe “construir los caminos… para integrar las zonas potencialmente productivas al desarrollo nacional, como una primera etapa…” y después se construya la carretera definitiva que será parte de la red vial del país.
No puedo con mi escepticismo. ¿Será que servirá intereses bastardos? Algún vivillo puede pegar una mano de barniz plagiador al Plan Azul y venderlo al Gobierno. Pueden borrar con el codo lo legislado con la mano, como las leyes que respaldan los parques, reservas, territorios indígenas, etc.: el caso del atropello al TIPNIS es un ejemplo. ¿Qué tal si priorizan vías para cocaleros y narcotraficantes? Abrir caminos como “dulce” extorsivo de campañas políticas proselitistas. O accesos que favorezcan a mandamases de turno.
No será novedad. Sobre estos últimos, recuerda mi amigo que a lo largo del camino que construían y detrás de sus maquinarias y personal de trabajo, ingresaban personas con planos y documentos en mano, para ubicar grandes extensiones de tierra que se habían adjudicado con trámites de favoritismos odiosos; mensuraban el frente supuesto sobre el camino y colocaban un letrero con el nombre de la propiedad o del propietario.
Peor aún, ojala que el CCE no dure hasta que algún cocalero o cocainero promueva su desbandada deshonrosa, abandonando armas y equipos, y el Comandante en Jefe de las FFAA “socialistas, anticolonialistas, antiimperialistas y anticapitalistas” pida garantías para su trabajo militar. Como en La Asunta, donde hicieron el ridículo de aseverar que el desalojo violento de los uniformados quedaba en “stand by” hasta que hubiera garantías. Amén de imposiciones que les hacen gritar eslóganes cubanos como “patria o muerte”, ¿cómo las FFAA pueden pedir garantías en pleno territorio nacional?, pregunta Manfredo Kempff.
(20120308)