Se supone que todo proceso de cambio es para mejorar y para servir más eficientemente a la comunidad que es la obligación de todo gobierno, sea nacional o departamental. Resulta que los hospitales de tercer nivel han pasado a depender ahora de las gobernaciones y no de las alcaldías y, por ello, parecería que el convenio suscrito el año 2000 entre la organización de las Siervas de María y las autoridades bolivianas hubiera dejado de tener vigencia, lo que ha alarmado, con toda razón, a la ciudadanía chuquisaqueña.
Seguramente todos tienen experiencia propia o ajena de los insustituibles servicios que prestan estas religiosas desde hace más de un siglo. El color blanco inmaculado de sus hábitos es parte indivisible del Hospital Santa Bárbara, el más antiguo de Sucre, y su labor es reconocida por gente de toda condición social o económica también en el Hospital San Pedro Claver y en el Hospicio 25 de Mayo.
Lo lógico y lo racional es que si alguna nueva norma pone en riesgo la continuidad del convenio con estas monjitas, hay que encontrar la solución inmediata, así sea modificando esa norma, para evitar que ocurra el desastre que implicaría la suspensión de los servicios de la gente especializada, profesionalmente capacitada y espiritualmente preparada para mitigar el dolor ajeno.
Sucre como Capital y el Departamento de Chuquisaca como región son beneficiarios de un servicio al que nadie le ha puesto objeción en más de cien años, y como se sabe lo que vale el apostolado que esa gente hace, tienen que ser las propias autoridades las que en forma conjunta encuentren la forma de adaptar la ley a la racionalidad.
Por si fuera poco, la organización de las Siervas de María ha logrado en varias oportunidades ayuda internacional para diversos fines. En fin, de nada servirá insistir en las virtudes y en los méritos indiscutibles de las monjitas, que todos conocemos. Lo que hay que hacer es pasar a la gestión y a la acción para persuadir al señor Gobernador a defender un servicio que es en beneficio de todos, y en forma muy especial de los más necesitados.
No es posible concebir los tres hospitales citados, sin la presencia de estas religiosas que han dedicado sus vidas a seguir el camino que Jesús les enseñó, practicando el verdadero amor al prójimo que es la base de la religión.
No se puede llegar al extremo de sustituir a la gente con las virtudes mencionadas, por otra que aunque supuestamente preparada en el campo, no tiene la formación espiritual que se requiere para atender a los enfermos. La política, como todo, tiene que tener un límite y su ejercicio debe estar destinado a mejorar lo existente, en lugar de poner en riesgo lo poco y bueno que todavía hay.
Ojalá que se imponga la racionalidad y que la posibilidad de que las Siervas de María se vayan, sea solamente una pesadilla de todos los buenos ciudadanos que saben reconocer el sacrificio y el trabajo abnegado de estas monjitas que han nacido para servir. Los chuquisaqueños les agradecemos de corazón convencidos de que siempre estarán entre nosotros, como en los pasados 113 años la Madre Teresa de Calcuta lo decía: “Quien no vive para servir, no sirve para vivir”.
Gastón Solares Ávila