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Confuso período, ¿pre electoral o post carnaval?

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Época de confusión, de enorme confusión, en el Estado Plurinacional. No sabemos si seguimos en Carnaval o es el adelanto de la campaña al 2014. El “ama llulla” (no seas mentiroso), por el que han muerto o se ha matado a bolivianos, CPE, Art. 8, I, parece convertido en divisa de la actual gestión. Los actores principales, con cara de palo, niegan de un día a otro lo afirmado, endulzan palabras escondiendo la abierta amenaza, defienden la paz con el puño en alto, ofrecen diálogo denunciando tratados unilateralmente, y se retiran de foros internacionales mientras anuncian recurrir a sus tribunales. El ministro de la Presidencia anuncia con denunciar a los carabineros chilenos por protección al contrabando. ¿Alguien entiende la lógica que mueve al actual gobierno?

Un fatigoso acuerdo político, con actores aún en primera línea, cerró la puerta a la re-reelección presidencial. El tercer período está prohibido por la Constitución. El ministro C. Romero firmó y hasta publicó el cómo se llegó a ese acuerdo: “Los mandatos anteriores a la vigencia de ésta Constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos períodos de funciones” (CPE, Disposición Transitoria Primera, II). Hoy, se lo manda al Tribunal Constitucional para su interpretación. ¿Qué se va a interpretar?, si es uno de los artículos mejor redactados y por tanto de difícil tergiversación. Evo lo ha simplificado: tiene derecho a postularse (pensará que la tiene segura) y ni falta hace ninguna consulta. Él ya lo interpretó y le sale favorable.

Frente a la confusión, la sencillez. El texto del Papa Benedicto XVI anunciando su dimisión con día y hora. Llovieron las versiones interpretativas, cargadas, como no, de frustraciones, traumas y mal intencionados juicios. Hemos leído a reconocidos beodos y beodas criticando hasta el vaso de vino en la Misa. Vividores de lo ajeno, muchos con antecedentes de ejercicio en cargos públicos, de antes y de ahora, llamando la atención sobre la ostentación y la riqueza del Vaticano. Se ve la avaricia y la angurria por transferir tesoros de esa bolsa a la propia. Se instrumentaliza la pobreza para echarle el fardo a la Iglesia, sí, a la Católica, como si fuera la responsable de gobernar el mundo, olvidando que otros administran Las Vegas, por no mencionar nuestros “michis” locales. Olvidaron, por el contrario, que con esas denuncias más de 200 jefes de estado y millones de responsables de la cosa pública son puestos en el banquillo de los acusados. Lo que es un escándalo moral, el hambre, no se lo aplaca echándole la culpa a la escasez de alimentos, al agotamiento de la tierra, la disparidad entre producción y comensales, como si no hubieran pasado más de doscientos años desde la revolución tecnológica e industrial. Analicen el daño proporcional ejercido por las políticas de control de precios desincentivando a productores y a la inversión en la industrialización de alimentos. Evitan con cuidado el ingresar, aunque sea a la Internet, para comprobar los miles de empeños que sostiene la Iglesia Católica en todos los continentes a favor de los más necesitados. Obras son amores, es el mandato.

Hasta los vicios o conductas más deleznables, condenables desde todo punto de vista, han pretendido hacerlos aparecen, según estos neo oscurantistas, como exclusivos de pastores eclesiásticos. Nada más falso. Toda una runfla de gente ilustre, y multitud de menos ilustres, han practicado a lo largo de los siglos y, notoriamente en los dos últimos, lo más vergonzoso e ignominioso en la conducta humana. A pesar de los avances a nivel universal en la conciencia de respeto a los derechos humanos continúa en revistas de moda la propaganda al turismo sexual, la pederastia, el sadismo o el sadomasoquismo. Las perversiones se han masificado. Los guiones de tanto espectáculo visual cinéfilo y televiso no es todo ficción. La inolvidable “Eyes Wide Shut” de S. Kubrick nace de una realidad, como lo fue en su momento “La naranja mecánica” o, en otros ámbitos, “Apocalipsis Now”, “Noches blancas”, “Crimen y castigo”, etc.

¿Carnaval o campaña pre electoral? Más de siglo y medio para que una pequeña gran obra, “La ley”, se vuelva toda una realidad: “El Gobierno es la gran ficción por la que todos tratan de vivir a expensas de todos los demás” (Fréderic Bastiat). No otra cosa es el espectáculo que presenciamos. Cómo aceptar que estamos ante un hombre de Estado, gran conductor, eximio administrador, casi divino (con un amigo “casi” inmortal), que nos ha llevado en medio de tantas turbulencias económico financieras internacionales a derrotar la pobreza en millones de ciudadanos bolivianos. Y se plantea llegar, “como sea”, al 2025, porque a él le da la gana. Tiene agenda y discursos preparados, para seguir con las promesas.

A la porra las buenas relaciones. Ayer les daba la mano a todos, empeñaba su palabra, garantía jurídica a las inversiones, ¡bienvenidas! Hoy, una detrás de otra, confiscadas, sin indemnización a las llamadas “nacionalizadas”. Años de la primera y todavía no existen las famosas auditorias que en milagrosos 180 días, siempre mencionados, dictarían el precio justo para resarcir al menos el daño económico infringido a los que confiaron en esa palabra y en el Estado boliviano. Lo demás, el asalto a las oficinas, FFAA de por medio, tomando hasta la caja chica (los vimos contando los billetes), dañan la imagen de esas empresas de forma irreparable. Vergüenza ajena.

Mientras, se levantan edificios, servicios, aeropuertos, lo mejor para las Fuerzas Armadas, en el corazón del feudo cocalero. ¿Fuerzas pretorianas? Muy cerca, industrias imaginadas, más que planificadas, no consiguen arrancar después de siete años. Los pacíficos son violentos. Los amantes de la naturaleza están haciéndola pedazos. La corrupción se campea y la honestidad se ha convertido en extraña. No es tiempo de valores morales. O, ¿es el tiempo de Morales?

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