Guerra avisada no mata moros
Pena de este país, donde mandamases cual porristas sin buenas tetas, excitan jingoísmo patriotero cada 23 de marzo, sin que siquiera merezca ser feriado nacional, como en Chile y Perú son los fastos de la Guerra del Pacífico. Tanto más chocante ya que el régimen plurinacional decretó asueto en el país el 22 de enero, y toda “ch’alla” es motivo de ‘tolerancia’, farras y humos palaciegos –cuando no de otros abusos.
El adagio ‘guerra avisada no mata moros’ nació en los ocho siglos en que ibéricos lucharon para recuperar, poco a poco, su heredad territorial. Sirve para advertir que persiste la misma práctica estéril y parlanchina en la política de retorno soberano al Océano Pacífico. Ojala que no sean tantos los requeridos para sacar a Chile de su imaginario decimonónico de golpearse el pecho con las victorias de 1879.
Con poses doctas el presidente en ejercicio García Linera anunció la “estrategia concéntrica para retornar al mar”. Parece que los demagogos seguirán inventando la pólvora: los anunciados tres ejes de presión a Chile son la diplomacia de los pueblos, reclamar en foros internacionales y migrar el comercio boliviano a puertos del Perú.
¡Qué ilusos! Lo más que conseguirá la llamada “diplomacia de los pueblos”, es reunir unos miles de chilenos en su Estadio Nacional, para vitorear “mar para Bolivia”, gesto que ya engrupió a Evo Morales. La realidad es que el imaginario de la gente baila en función del calor de las relaciones bilaterales. Cada vez que en Potosí discursean que en un par de años cortarán el agua de los manantiales de Silala, reaccionan centenas de miles de jingoístas chilenos. ¿Acaso un ministro chileno no ha hecho mofa reciente de que en el Día del Mar, Bolivia ‘festeja lo que no tiene’?
Llevar la causa marítima a todo foro internacional es necio, cuando los enviados son nombrados a dedo, y no entre los más competentes, en el actual régimen. Sin diplomáticos de carrera, ¿qué sabe uno que trepó a embajador a punta de lambisconería, de la tradicional alianza entre Brasil y Chile? Los enviados designados, ¿habrán leído cuando menos el World Factbook de la CIA, para no soñar de libros serios sobre la historia de países a los que viajarán?
Migrar el comercio boliviano hacia puertos peruanos es otra ilusión. No es sólo que Arica haya sido puerto natural de la plata del Cerro de Potosí, o que hoy maneje el 70% del comercio marítimo boliviano. En otros tiempos sonaban mucho más Mollendo y Matarani, quizá hasta que la mayor demanda de minerales peruanos copó su cabotaje, o que Chile cobra mejores fletes por servicios portuarios. Pero es real la sorna chilena, cuando en más de 20 años no se ha invertido un peso en Ilo, aparte de bautizarle como Boliviamar y sacar fotos de una cholita mojando choquezuelas en sus playas. ¿Es cierto que aguas poco profundas en Ilo no compiten con Arica e Iquique para atracar barcos del tonelaje preciso para mercaderías bolivianas?
Se habla de una política de Estado. No pasa de un gesto bueno solo para foto de circunstancia, que reúnan a ex presidentes para debatirla, más aún cuando algunos han sufrido el acoso judicial como medio de acallar opositores. O persista la absurda práctica politiquera de construir sobre las ruinas de lo hecho por los predecesores. Una política de Estado debe ser única y de largo aliento, llegue quien llegue al palacio de gobierno y debe partir de líneas inamovibles: el progreso del sur peruano y el norte chileno está ligado al desarrollo boliviano; no al trueque territorial por acceso soberano al mar que antes fue nuestro; no habrá integración chileno-brasileña por corredores bioceánicos que crucen la cintura del continente, Bolivia, sin soberanía marítima nuestra; de Chile queremos una docena de kilómetros costeros al norte de Arica y un enclave en Cobija, con estructuras portuarias antisísmicas, por supuesto.
¿Que los descendientes de la política de ‘chilenización’ de tierras conquistadas en el llamado Norte Grande se oponen a la cesión del callejón marítimo? Pues busquen otras opciones de oxigenar el comercio marítimo boliviano, mermando la dependencia de Arica e Iquique; ¿hasta cuándo aguantarían que decaigan los ingresos del comercio boliviano por ésos puertos? Dejen de parlotear de anular todo el comercio por Arica e Iquique, o de megapuertos en Ilo. Si partimos de los requerimientos exportadores solo de Brasil, no alcanzan los puertos del Pacífico, de Callao hasta Antofagasta. Incluso si el megapuerto de Mejillones es solo para necesidades brasileñas, y Tocopilla para minerales chilenos, ¿acaso Bolivia no progresará, y por tanto, habrá estrecheces portuarias en Antofagasta, Iquique, Arica, Ilo, Matarani y Mollendo?
Si el comercio por agua es el más barato del mundo, hoy que se acuerdan de la Hidrovía Paraguay-Paraná y el puerto de Santa Fe, mejoren y aceleren dársenas y atracaderos en Puerto Aguirre, Puerto Suárez y Puerto Busch. Si es de sabios reconocer y enmendar errores, ¿por qué no negocian un enclave en Porto Velho, y devuelven al tapete las esclusas en las hidroeléctricas del río Madeira?
Reflexiono que nada se logra con papos discursivos, insolar escolares y desfilar marineritos que ni saben navegar mares. Si hay flota mercante flameando la tricolor, ¿no pueden marinos bolivianos adquirir destrezas marítimas aunque sea de grumetes? ¿De qué servirá megapuerto en Ilo y otro al norte de Arica, si no hay barcos ni marinos ni operadores de grúas bolivianos?
Hagan, no parloteen, que guerra avisada no mata moros.