Lo que le hacen a una, nos lo hacen a todas las mujeres. Hoy nos matan, nos trafican, nos violan, nos queman, nos embarazan jovencitas y nos quitan nuestros sueños. Bolivia se ha convertido en un lugar inseguro para las mujeres. Es más, somos el segundo país más violento contra la mujer en América Latina. Hemos ido para atrás, como el cangrejo.
Es que no soporto más la crueldad de las muertes. Si no hablamos nosotras, los hombres no lo harán. Así que hay que comenzar a decir clarito el nombre de la infección… y el nombre de la bacteria que la provoca. La infección es la violencia. Y como cualquier infección, mata si no se erradica pronto. Si Bolivia fuera un cuerpo humano, podemos decir que la infección en los brazos y en el cerebro, son graves. Por eso estamos en emergencia.
Porqué hacen esto? Esa cobardía de decir que “hay que luchar contra la violencia hacia la mujer”, soslayando la responsabilidad que tienen los hombres en esta violencia, es como decir que hay que curar la infección sin decir qué bacteria la causa.
Ya no puedo seguir callando. Son demasiadas muertes. Y hemos logrado que el gobierno se “solidarice” con nosotras poniendo una nueva ley contra la violencia a la mujer, que sin embargo y a pesar de nuestro cabildeo, en todos los estratos, sólo ha llegado a ser un himno a la bandera. Una ilusión. Una quimera infame.
¿Y el nombre de la bacteria? Si. Adivinaron. La bacteria se llama HOMBRE. El hombre provoca, con su violencia masculina, todas las muertes y violaciones de mujeres y niñas. Pero la justicia está en sus manos. Los medios, el dinero, las jefaturas, están en manos de hombres. Y no quieren ser descubiertos en su violenta desnudez. Así que se agrupan, se mimetizan, y se defienden entre ellos mientras más y más niñas y mujeres sufren por su causa.
Estos hombres, convertidos en bacterias que infectan a nuestro país con la enfermedad de la violencia, son nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos, tíos, primos, pero sobre todo, son seres que amamos. A pesar de que por cada 5 mujeres violentas, hay 95 hombres violentos, ellos no hablan sobre su violencia, sino sobre lo malas que somos que nosotras al reclamarles.
Basta. No podemos seguir callando esta verdad: La violencia es pobreza. Y no solo es pobreza económica, sino sobre todo, pobreza de alma. Tenemos que comenzar a hablar sobre la violencia masculina. Ya no hay eso de “violencia de género”, como si las únicas que tenemos género fuésemos las mujeres. Hay VIOLENCIA MASCULINA. Y tiene muchas formas. Solo hoy las noticias nos dicen que una mujer que no quiso sexo, fue quemada con alcohol. Una niña fue golpeada y quemada por su padre borracho. Una adolescente perdida fue encontrada muerta. Una viejita fue estrangulada por su propio nieto. Y así suman y siguen los casos todos los días.
Si hace ocho años había una mujer violada al mes, hoy hay 50. Así ha crecido la violencia masculina. Si hace ocho años había una muerta al mes, hoy hay 25. Y las muertes son cada vez más violentas. Atroces. Y se dice que la gente tiene 4 veces más plata que antes. Entonces ¿no es este un contrasentido?
El primer paso para curar una enfermedad es reconocer quién está enfermo. Nuestra sociedad varonil y machista está enferma con la bacteria asesina de la violencia, y no habrá ningún remedio y moriremos todos, si no comenzamos reconociendo que nuestros hombres, son demasiado violentos.
La bacteria de la violencia masculina no nos va a dejar vivir a las mujeres. Es más, ya nos están matando físicamente, y moralmente también, pues nos convierten en alcohólicas, drogadictas, y prostitutas desde cada vez más pequeñas. Hoy no solo nos exigen ser bonitas, y “dadivosas” sino también ser trabajadoras para mantenerlos.
Entonces, la violencia masculina tiene muchas formas. Todas crueles. Todas indecibles. Por eso, aunque los amamos mucho y los respetamos, tenemos que comenzar a decirles que los necesitamos sanos. Sáquense la bacteria de encima! Sabemos que nos aman. Muéstrennos ese amor con hechos, ya no con palabras. Cuidarnos entre todas, y comenzar a hablar de la violencia masculina, pueden evitar tu muerte mujer, o la de tu niña. No quedes en silencio. Vence el miedo. Forma grupos, exige que en los colegios y escuelas, se controle a los varones que venden o distribuyen droga y alcohol desde incluso los 11 años.
Denuncia dónde hay prostituidores varones que pagan por tener niñas jovencitas para calmar sus crueles deseos carnales. Denuncia en los medios, en las redes sociales, y en la policía. Y denuncia a los policías que no te hacen caso. Tenemos que parar la muerte. Recuerda, tu vida, querida mujer, es muy valiosa.