El año de las escritoras bolivianas
Norah Zapata durante la entrega del Premio Speciale “Anne Frank”, el pasado 17 de diciembre. | Italia in Arte nel Mondo – Los Tiempos
He perdido la cuenta de las veces que sido jurado de concursos de novela, cuento y poesía. Las lecturas de las obras que se presentan a los concursos y, naturalmente, mis lecturas cotidianas me han dado cierta experiencia en el reconocimiento de un texto de buena factura y lo digo con humildad, pero con convicción. Puedo decir que las obras que he elegido a lo largo de los años que he tenido ese honor, siempre han estado entre las finalistas y la última versión del Premio Nacional de Novela no fue la excepción, elegí tres y las tres fueron finalistas. De las tres mi preferida fue desde un principio “El sonido de la H”. Me pareció un título muy literario y poético y la leí con mucho interés y en ningún momento me defraudó, porque se trataba de una obra muy bien escrita, en la que se notaba un buen tratamiento del lenguaje, de los diálogos, de las descripciones de lugares y cosas, así como de la estructura narrativa. Si bien la columna vertebral de la novela son las voces de dos adolescentes, no faltan otras voces para darle sentido y proyectar a las anteriores. Además, hay un juego irónico de las posiciones políticas desde distintas miradas: juveniles, adultas y envejecidas. La novela se va construyendo y deshaciendo con estos diálogos y era obvio que la mirada pertenecía a una mujer, en eso coincidimos todos los miembros del jurado y la pregunta que se instaló en el aire fue adivinar de quien se trataba. Nadie de los jurados se animó a sugerir algún nombre, pero en nuestras cabezas jugábamos con algunas alternativas. Grande fue mi emoción cuando al día siguiente se anunció el nombre del ganador, en este caso de la ganadora: Magela Baudoin. Comprobé que no nos habíamos equivocado, pues la autora es una escritora que trabaja la palabra con una pasión y una tenacidad que sólo los escritores o escritoras con vocación poseen.
Cuando, hace unas semanas, leí que Magela había ganado la segunda versión del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, dotado con 100 mil dólares, por su libro “La composición de la sal”, tampoco me sorprendí, pese a que, entre los cinco finalistas, había narradores de la talla del mexicano Juan Villoro. Antes del anuncio del premio de Magela ya se había conocido, con gran alegría para todos los que amamos la literatura, que Giovanna Rivero con su cuento titulado “Albúmina”, había ganado la décima edición del premio “Cosecha Eñe 2015”, organizado por la revista española Eñe y se había hecho acreedora de la suma de 2.000 euros; seguida por Liliana Colanzi, quien obtuvo el Premio Internacional de Literatura Aura Estrada 2015, destinado a autoras menores de 35 años que residan en México o Estados Unidos y que escriban en español y se alzó con 10.000 dólares. Por si fuera poco, días después del anuncio de la victoria de Magela, la escritora Angélica Guzmán ganó el segundo lugar en el Concurso Latinoamericano de Novela Infantil y Juvenil, convocado por la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil. Y para cerrar el año Norah Zapata-Prill ganó, en Europa, el Premio Especial de los Derechos Humanos 2015, en homenaje al 70 aniversario de la muerte de Anna Frank, organizado por la Academia Italia en el Arte del Mundo.
Simplemente como una anotación y sin ningún ánimo regionalista –San Miguel de Cervantes me libre de tal tentación– tres de la cinco escritoras laureadas son cruceñas: Giovanna Rivero, Liliana Colanzi y Angélica Guzmán; aunque Rivero y Colanzi radican en los Estados Unidos, mientras que Zapata vive en Suiza; Baudoin radica en Santa Cruz de la Sierra donde dirige un postítulo en Escritura Creativa.
Sin duda que nos encontramos ante un fenómeno literario en el que las escritoras bolivianas son las protagonistas y a mucha honra, porque ellas vienen de tradiciones literarias extraordinarias como Adela Zamudio, Hilda Mundy, Yolanda Bedregal y Alcira Cardona; así como de Augusto Céspedes, Raúl Otero Reiche, Jaime Saenz y Oscar Cerruto entre otros escritoras y escritores que sería lago enumerar.
Premiados en el exterior
Si bien los méritos son individuales y el triunfo de Magela le pertenece solamente a ella, nuestro país se ha beneficiado con este importante galardón, pues es posible que algunas editoriales extranjeras importantes vuelquen los ojos hacia nuestros autores, como ya lo han venido haciendo unas cuantas independientes. El premio a la obra de Magela viene a ser la culminación de un lento proceso de acumulación de escasos triunfos de nuestros escritores, que este año, asombrosamente, fueron alcanzados por cuatro escritoras ¡toda una hazaña! Hice un recuento de los escritores bolivianos premiados fuera del país, es posible que de esta lista se escapen algunos nombres, hela aquí:
En el año1962, Marcelo Quiroga Santa Cruz ganó el premio William Faulkner con su novela “Los deshabitados”. En 1969, Renato Prada Oropeza con su novela “Los fundadores del Alba” ganó el Premio Casa de las Américas, Cuba. En 1972, Pedro Shimose obtuvo el Premio Casa de las Américas por su poemario “Quiero escribir, pero me sale espuma”. Gaby Vallejo obtuvo varios premios, entre ellos el Premio Mircea Eliade, Medalla Dante Alighieri, en Venecia, Italia en el año 1991. Néstor Taboada Terán en el año 2004 ganó el Premio Kotex/Mercosur como la figura más influyente de las letras en la región. En 1981 Homero Carvalho obtuvo el Premio latinoamericano de cuento en México con su cuento “Joñiqui” y en el año 1989 en New York, Estados Unidos, el Premio de Latin American Writers Institute con “La creación”. En 1997, Edmundo Paz Soldán se alzó con el Premio Juan Rulfo por su cuento “Dochera”. En el año 2012, Wilmer Urrelo fue galardonado con el premio Anna Seghers de Alemania. Y este año, 2015, Rodrigo Urquiola ganó el segundo lugar del Concurso de Cuentos y Poesías Prêmio Catarâtas, Brasil. Sin embargo, y únicamente como una curiosidad, la suma de lo ganado por todos los escritores arriba mencionados, no alcanza ni a la mitad de la obtenida por Magela y eso también mide la gran dimensión de su premio.
Como lo dijo Magela refiriéndose a su triunfo, “el premio es una confirmación cósmica de que éste es el camino” y es cierto porque los premios, al margen de los beneficios económicos, son una señal de que no nos hemos equivocado al elegir la literatura como nuestro camino y no hay camino más difícil que hacia uno mismo. Por lo demás y hablando de los premios y reconocimientos locales, debo destacar a Daniel Averanga, cuya novela “La puerta” ganó el Premio Marcelo Quiroga Santa Cruz y Gonzalo Lema, ganador del Kipus por su novela “Siempre fuimos Familia”. Asimismo, destaco a Guillermo Ruiz que obtuvo el Premio Adela Zamudio y Ricardo Obuchi, el Franz Tamayo. Cabe señalar también los merecidos reconocimientos que se les brindó a los escritores Manuel Vargas en la FIL-La Paz y Adolfo Cáceres Romero y Gaby Vallejo en la FIL-Cochabamba; así como a Sisinia Anze reconocida por el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, distinciones por sus aportes a la literatura nacional y universal.
“Y para cerrar el año Norah Zapata-Prill ganó, en Europa, el Premio Especial de los Derechos Humanos 2015, en homenaje al 70 aniversario de la muerte de Anna Frank, organizado por la Academia Italia en el Arte del Mundo”.
(*) El autor es escritor.
Fuente: lostiempos.com