EL «FISCALATO»
Los fiscales se han convertido en el aparato represor del Estado Plurinacional. La nueva Bolivia, entre sus logros más importantes, ya no precisa de un Control Político o un DIN, porque para eso están los fiscales. Los que nos opusimos a la elección popular de los magistrados (siempre me pareció una locura) sabíamos que el resultado sería ese: el “fiscalato”. Y no es que fuéramos adivinos, sino que los fiscales ya estaban desde hacía un tiempo obedeciendo al Gobierno, prueba de lo cuál fue el apresamiento abusivo del gobernador Leopoldo Fernández y el proceso contra los cruceños, canalla también, sobre terrorismo y separatismo.
Los romanos tenían pretores en las provincias del imperio, como el centralismo actual tiene fiscales en sus territorios de colonias. La diferencia entre los pretores romanos y los fiscales nacionales está en la manera exigente de elegirlos y en la formación que tenían los primeros. Ser pretor llevaba un sello de dignidad y eso producía obediencia y respeto; ser fiscal requiere obediencia al mandante y sólo provoca miedo. Ser citado a declarar a una fiscalía, siendo opositor al Gobierno, es la antesala de la cárcel.
El caso de Leopoldo Fernández es el más emblemático, seguramente. Casi ocho años de prisión, sin sentencia, es algo digno del “fiscalato” que denunciamos. El juicio empezó cuando el ex-gobernador ya llevaba años encerrado en San Pedro. Y ahora resulta que los fiscales piden 30 años de cárcel para un político que cometió el error, si cabe, de no obedecer a la alta jerarquía del MAS. Por eso se planeó, desde el Palacio, el ataque de campesinos masistas que terminó con muertos en Porvenir. Fernández no tuvo culpa alguna de que unos peligrosos sujetos provocaran el enfrentamiento. Pasado el hecho de sangre, les tocó actuar a los fiscales.
Lo mismo sucedió, pero en mucha mayor escala, con los asesinatos del hotel Las Américas el 16 de abril del 2009. Ejecutaron a tiros tres presuntos mercenarios que dormían en la madrugada y el Gobierno informó que se había producido un enfrentamiento entre los mercenarios separatistas y fuerzas del orden. Llegaron las dudas sobre si había existido un enfrentamiento o no. Pero de inmediato se hizo presente el “fiscalato” con el tristemente célebre fiscal Soza. Miedo, extorsión, soborno, cárcel y postergaciones del juicio. Hasta el día de hoy.
Se irán los capos de este Gobierno muy pronto, pero, ¿dónde se esconderán los fiscales que ahora están haciendo desmanes? ¿Hallarán un agujero conde esconderse?