La coyuntura invade la estructura
Susana Seleme Antelo
Toca la economía, meollo de la estructura. Y también abarca la superestructura pues remata en el Estado, sus aparatos y el gobierno. También mueve la correlación de fuerzas de los sujetos políticos y sociales.
Después de la crisis postfraude electoral de 2019, hoy se respira libertad. No hay conflictos que vulneren la paz social nacional, un logro colectivo. Sin embargo, la provocadora candidatura del hoy huido cocalero Evo Morales a senador por Cochabamba, de cara a las elecciones del próximo 3 de mayo, es un explosivo dato de coyuntura. El ‘ex’ quiere blindarse con inmunidad/impunidad ante acusaciones de sedición y terrorismo. Pero se equivoca: esos delitos los cometió luego de renunciar al cargo. Ya no era presidente.
Tampoco tiene escapatoria frente el asesinato extrajudicial de tres extranjeros en el hotel Las Américas, de esta ciudad, en 2009. Era presidente constitucional. Uno de los asesinados fue un joven irlandés. En la justicia de ese país, hay un proceso abierto en su contra. De esa justicia no se librará, pues es un delito de lesa humanidad que no prescribe y se persigue en todo el planeta. A confesión de partes, relevo de pruebas: asumió ante la prensa internacional que autorizó el operativo. Debiera ser suficiente para negarle al ‘ex’, hoy refugiado y viajante en Cuba, el derecho a ser candidato.
El asesinato extrajudicial en el Hotel Las Américas, fue un aviso macabro. Lo sufrió toda Santa Cruz. Por supervivencia, el poderoso sector empresarial, en cualquiera de sus fracciones, encontró la forma de avenirse con el régimen. Mientras tanto, muchos soportaron en carne propia el rigor de las extorsiones tributarias, las guillotinas judiciales, 32 el gobernador Costas, o el proceso político con carátula judicial de “terrorismo” y otros abusos. Más de uno sufrió en silencio, otros en la cárcel y algunos en el exilio. Finalizada la mascarada judicial de 11 años, hoy se exige justicia y castigo a los autores intelectuales y materiales.
A esos delitos, se suma la observación constitucional del Tribunal Electoral sobre el tiempo de residencia que requiere una senaduría. Morales no cumple. No puede ni debe y Bolivia está en alerta.
Si la lucha política por el poder se transforma, coyunturalmente, en “guerra a matar” y se equivoca el enemigo principal, vamos mal. Denigrar al actual Gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas Aguilera, como si fuese el enemigo a destruir, es cometer canibalismo político, cuando el adversario/enemigo a combatir siguen siendo lo peor del ‘evismo’ y del ‘postevismo’.
Costas no es candidato, aunque su partido es el mismo de la presidenta y candidata, Jeanine Añez Chávez. Pretender matar políticamente al Gobernador cruceño, implica olvidar que, si no hubiese sido por él -con el concurso de muchas otras personas, por aquello de que la realidad es síntesis de múltiples determinaciones- esta plaza hubiera sido botín de guerra del ‘ex jefazo’ y sus violentas huestes. Incluido el narcotráfico y el crimen organizado. Su eficiente gestión merece otro artículo. Sí recurro al deber de la memoria, sin desconocer contradicciones latentes o agazapadas.
Tras el fraude electoral, los 21 días de paro y movilizaciones de la sociedad civil que pedía la renuncia del ‘ex’, Bolivia vivió una coyuntura de crisis sociopolítica grave. El amotinamiento policial y la negativa militar a darle apoyo, dejó a Morales sin poder echar mano del monopolio del uso de la fuerza. Es decir, no pudo usar el poder disuasivo/amenazante/represivo contra la gente. Ese fue uno de los factores determinantes de su caída y un duro golpe a su soberbia autoritaria y dictatorial. Se vio desnudo, solo, sin poder militar y policial para reprimir, aniquilar y matar. Como mató antes. Como mató después de renunciar, ya huido, a través de paramilitares, sin necesidad de instrumentos institucionales.
En esta coyuntura, ¿será cierto aquello de que la correlación de fuerzas se trasladó de Occidente a Oriente, gracias a que quien condujo la magnífica “Revolución de las Pititas’ y sus férreos 21 días de paro fue el exlíder cívico cruceño, Luis Fernando Camacho Vaca, ex presidente del Comité Pro Santa Cruz? Nunca dejaremos de agradecer su valentía para sacar al tirano. En los hechos, ¿se ha afianzado ese traslado porque el joven Camacho es hoy candidato de la alianza política ‘Creemos’? ¿O porque la presidenta Añez, candidata de la alianza ‘Juntos’ es beniana? ¿O porque, como nunca antes, hay profesionales del Oriente en cargos de ministros y otros jerárquicos en los aparatos del Estado y en el gobierno?
Admitamos, en honor a la realidad, que el centro económico del país hace mucho tiempo se trasladó a Santa Cruz. Y que ya no es una verdad incuestionable que donde está el poder económico, está o debe estar el político. El capital, motor de toda economía, no tiene certificado de nacimiento. Por lo tanto, romper el centralismo requiere mucho más que la presencia de orientales en la sede de gobierno. En esta coyuntura, las autonomías, el pacto fiscal y el federalismo, que no dividen al país, pero sí dividen el poder centralista, no figuran en los programas de gobierno. Están ausentes de la coyuntura.