ArtículosDaniel A. Pasquier RiveroIniciosemana del 15 de JULIO al 21 de JULIO

¿Hay posibilidad de reconducir el cambio?

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Desprestigio interno e internacional acentuado al desnudarse los entresijos de la infiltración en el caso TIPNIS, la misma que se utilizó en Porvenir, Chaparina, La Calancha, Hotel Las Américas, los mejor documentados, los mayores reveses en la gestión de Evo Morales.

La infiltración de personeros del gobierno, civiles, policiales y posiblemente militares es de una contundencia irrebatible. Delante de cámaras de medio mundo, se atropellan mujeres, niños y personas de toda edad; envueltos en su pobreza pero cubiertos de una increíble fortaleza y dignidad. No se va a apagar Chaparina en un dos por tres. La faceta dictatorial del gobierno ha quedado patente; por si alguien no lo creía “una imagen vale por mil palabras”.

El gobierno de Evo pisotea los derechos de los pueblos indígenas. Para cualquier público civilizado, independiente del convicciones políticas o ideológicas, el indígena pateado, amordazado, vuelto con violencia hacia zonas alejadas del área de conflicto, gasificados, hombres y mujeres arrastrados hacia donde nadie los pueda ver, para hacer fuera del lente lo que se les antoje, niños huyendo en la noche solos y hacia la selva -donde siempre han sido señores- es de una violencia indescriptible.

El defensor, cuando no salvador, de los pueblos indígenas del mundo, no les reconoce sus derechos y se da el lujo de ultrajarlos, de humillarlos, como no era imaginable en un país que avanzaba en democracia desde hacen treinta años, en el reconocimiento de los derechos humanos, con énfasis en la incorporación de los derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas. Solo los fanáticos, o a sueldo, siguen defendiendo a través de las redes la imagen for export “de un indígena pro indígena”.

Evo ha estado en los primeros planos de las noticias internacionales por casi una semana. Su retención en Austria ha sido bien explotada. Pero su prestigio ha caído por los suelos. Aplaudido en los círculos cada vez más estrechos del socialismo bolivariano, denostado en los medios de los países del primer mundo. Se puede alegar que son controlados por los poderes económicos y políticos, pero conforme avanzan las “revelaciones” aparece Evo cada vez más metido “intencionalmente” en el conflicto. Un conflicto de EEUU en primer lugar, tratando de repatriar a quien califica de espía por revelar información comprometedora para su seguridad nacional. A Rusia, en segundo lugar, quien lo protege de manera disimulada manteniendo el raro estatus de pasajero sin destino en el aeropuerto de Moscú. Recién E.Snowden ha solicitado asilo y los rusos se toman el tiempo legal para responder, dando el tiempo suficiente para negociar las condiciones, seguramente, con él y con EEUU.

Evo se encargó de lanzar señuelos, soltar pistas falsas, dando a conocer intenciones (su predisposición a otorgar asilo a quien ni siquiera se lo ha pedido) antes de viajar a un foro de exportadores de gas, para salir de allí comprando dos helicópteros y dejando sembrada la sospecha de tener en su avión a Snowden. Por otra puerta salía Nicolás Maduro en un avión cubano con toda su familia, incluyendo nietos; solo faltaba Agatha Christi para completar la escena. El escándalo inmediato levantado con su retención por 14 horas en Viena, huele para muchos a “tongo”, ¿estaba todo preparado? Reuniones de emergencia de mandatarios con problemas serios en sus países y hasta cuestionados en su legitimidad, como el caso del venezolano, para reclamar en los términos más enérgicos por la dignidad y la soberanía “continental”, latinoamericana, mundial. Hubo casi olor a pólvora, ¿la Tercera Guerra Mundial? Solo lo desmentía la dimensión de los más alborotados: Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Argentina y Bolivia.

Violación del derecho internacional. Se acentuaba en la falta de respeto a la inmunidad del avión que transportaba al presidente Evo Morales. Hasta Brasil apoyó la declaración desde el MERCOSUR respaldando el repudio latinoamericano al proceder de los estados imperiales.

¿Recordará Dilma Rousseff que el país heredado fue un Imperio? Pero las normas valen para todos o no valen para nadie, algo elemental. Acciones similares al ejercido contra el Falcon Dassault 900 del presidente boliviano (primer comentario en los medios, ¿cómo el presidente de un país tan pobre como Bolivia puede usar un avión tan lujoso?) había realizado el gobierno de Morales contra tres, no solo uno, aviones de la Fuerza Aérea Brasilera el 2011. Era obvio que saliera a la luz el antecedente ante tanta alharaca. ¿No hay dignidad ni soberanía brasilera mellada, o no hay dignidad ni soberanía cuando hay intereses en juego? A la crisis de los indignados en Brasil se les ha insuflado nuevo combustible para encarar la corrupción de los políticos que parece no tener fácil solución.

¿Lo peor? Las mentiras. Uno detrás de otro casi todo el gabinete de Morales ha mentido en estos temas. ¿En quién confiar? No hay Estado si no hay confianza entre sociedad y gobierno, si hay divorcio entre institucionalidad y poder. ¿Hasta dónde va calando el rechazo a una manera de hacer política que privilegia el éxito político o electoral inmediato a costa de los objetivos nacionales? ¿Qué se puede construir en base al engaño? Nadie ha respondido adecuadamente ante las acusaciones gravísimas de la administración del Programa Evo cumple, siendo éste, como lo es, el caso de un elefante frente a un mosquito por los cuales han sido procesadas, destituidas y hasta condenadas autoridades legítimamente electas por el pueblo boliviano.

El proceso de cambio que naciera con tan buenos auspicios el 2006 se ha corrompido, en opinión de actores del propio oficialismo, se ha prostituido. En esa situación, ¿es posible todavía, como proponen algunos, reconducir el cambio? Al parecer, si alguna chance queda, no será con los mismos actores, empeñados como están en reproducirse en el poder, solo por el poder.

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