ArtículosIniciosemana del 1 de SEPTIEMBRE al 7 de SEPTIEMBREWinston Estremadoiro

Chambonadas argentinas y espejismos brasileños

He estado tratando de entender el intríngulis de los llamados “fondos buitre” que tienen a la Argentina al borde de otra cesación de pagos, “default” la llaman; convertirse, una vez más, en leproso del mundo financiero dominado por poderosos del mundo. Me impulsó la acotación de un amigo alemán con vivencias bancarias, para quien el ribete de ‘buitre’ era un cuchillo de doble filo, al referirse a préstamos (bonos) de especuladores de naciones ricas, a países ‘subdesarrollados’, gobernados por irresponsables o corruptos populistas: los fondos son de buitres, es cierto, pero esas aves subsisten de carroña. No me empantanaré en la noble función ecológica de los seres vivos que viven de carne muerta, presentes en agua y tierra, pensé.

Leí un reporte de El País de Montevideo, sobre un multimillonario usurero (el carroñero), que de $35 millones de dólares prestados al país vecino (la carroña) obtendría $350 millones. Aún más grave, la conversión de uno en diez era por montos mayores, parte de un conjunto de especuladores que no producen nada excepto el milagro de la multiplicación de los panes, digo, dólares, de deudores urgidos como los gobiernos argentinos presa de eruptiva plaga populista, digo, peronista, cepa kirchnerista.

Un reducido grupo de ellos, que quizá compró bonos a precio de gallina muerta, no se avino a las ofertas argentinas de pago de porcentaje menor y acudió a los estrados judiciales neoyorkinos pactados en los documentos de préstamo. Una chambonada fue la aceptación gaucha del libre traspaso de obligaciones a terceros; otra, aceptar el arbitraje de discrepancias en la justicia estadounidense. Nadie puso un revólver a la sien del gobierno argentino para firmar tales leoninos contratos de préstamo.

Si bien le admiro, no estoy de acuerdo en todo con Mario Vargas Llosa. Discrepé con su opinión sobre el conflicto en Gaza, nudo gordiano sin un Alejandro que solucione el encono entre primos hermanos, israelíes y árabes que parecen haber optado por el “tanto monta cortar como desatar”, expresión que dijo el macedonio cortando el nudo de Gordias con su espada. El minúsculo Israel cuenta con el ejército más poderoso de la región, apoyo estadounidense y dinero de ricachones de Nueva York. El mundo árabe usa, a veces a propósito, el nudo sin cabos del problema sin resolver de los palestinos, dinero y armas de los petrodólares, hoy atizado a fuego vivo por encendidas arengas del islamismo fundamentalista.

Sin embargo, coincidí con su enhebrar el desastre de la ‘Canarinha’, la selección de fútbol en el Campeonato Mundial realizado en Brasil, con el espejismo del milagro brasileño y el progreso de ese país inmenso bajo la batuta de Luiz Inácio “Lula” da Silva. Su equipo nacional no es el ‘scratch’ de otros tiempos, ni Brasil tiene los cimientos necesarios para ser la potencia mundial que alardean sus politiqueros. Vargas Llosa sostiene que lo ocurrido con la selección dueña de casa, es “tal vez, una manifestación en el ámbito deportivo de un fenómeno que, desde hace algún tiempo, representa todo el Brasil: vivir una ficción que es brutalmente desmentida por una realidad profunda”.

Según el laureado con el Nobel, “no hubo ningún milagro en los años de Lula (2003-2010)”, quien, con espejismo que tiene obnubilados a los brasileños y al mundo, redujo la pobreza de 49 millones de brasileños forzados a menú diario de frijol negro y arroz, sin costillitas, ni patitas ni cueritos de cerdo, a 16 millones todavía condenados a feijoada de pobres; la clase media aumentó de 66 millones que bebían ‘caipirinhas’ de vodka a 113 millones, de los cuales 47 millones tal vez antes eran ebrios de cachaza barata. Todo era un espejismo que ocultaba un populismo derrochador y corrupto que desalentaba la inversión.

Elegida la sucesora, su arremeter sacudió como terremoto la escena política brasileña, metiendo en chirona a varios corruptos de ese entorno. La reacción fue una ola gigante, tsunami politiquero podrido que se exacerbó en obras faraónicas del Mundial de Fútbol: se construyeron más estadios que los requeridos y se dejó de lado urgentes obras de infraestructura. Despertaron al recurso de sociedad enojada: la protesta social. Hoy peligra reelegir a la Rousseff, tal vez como antaño quemaron en hoguera a Juana de Arco. ¡Qué paradoja!, los brasileños sueñan con remedio que es peor que la enfermedad: volver a la ficción lulista.

En Bolivia todo cambia para seguir igual. La bonanza por ingresos de exportar gas a Brasil y Argentina (logro de previas gestiones, por inversión en gasoductos necesarios), y la renegociación de contratos (logro del Gobierno actual), esfumado cual espejismo ante ‘nacionalización de hidrocarburos’ que no fue tal, y escapada de inversiones que sí fue tal, que están haciendo de Perú lo que Bolivia tendría que haber sido: un próspero centro energético.

Como el boliviano es ávido de logros que la historia ha negado por el mal gobierno, se desdeñó la ayuda extranjera con sueños húmedos de estar al nivel de Suiza en 20 años. Con distorsión de prioridades que malgasta reservas internacionales en cosas descabelladas, Dios quiera que no acabemos de carroña en los picos de buitres especuladores, como Argentina. Si los años de vacas gordas permitieron tasas de crecimiento positivas en apariencia, con precios altos de materias primas y auge de cocaína disfrazada de hoja de coca despenalizada, fíjense lo que pasa en la Venezuela de ‘jailonas’ silico-aumentadas y lipo-succionadas, sin papel higiénico ni de diarios pasados, pero sí agua Perrier y orando “Chávez nuestro”.

En el gigante Brasil la estupidez hace soñar con engaños de Lula; la estulticia en Bolivia incrementa la intención de voto a un egocéntrico prorroguista, pero lo lamentable es la tragicomedia de una oposición dividida en ridículas minorías.

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