
Tal día como hoy, hace 25 años, falleció uno de los intelectuales que más han influido en mi pensamiento político-económico, el economista y filósofo vienés Friedrich August Von Hayek.
Quien fuera galardonado, en 1974, con el Premio Nobel de Economía (“por su trabajo pionero en la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas y sus análisis pioneros de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales”), también formó parte de la Escuela Austriaca de Economía, institución clave en la promoción del liberalismo y del laissez faire, cuyas raíces se hunden en la Escuela de Salamanca, de la que formaron parte intelectuales como Francisco de Vitoria y Juan de Mariana.
Su obra no deja de ser influyente para cualquier simpatizante de las teorías austriacas, ya sea más libertario o más conservador. Al respecto, voy a citar unos fragmentos a tener en cuenta, de su libro Camino de Servidumbre, que fue mi segunda lectura liberal, así como, por casualidad, un regalo navideño (2012). En otras palabras, una serie de textos que me ayudaron bastante a reforzar el necesario argumentario para librar la batalla ideológica.
Los fragmentos en cuestión se citarán a continuación.
SOBRE EL ESTADO DE DERECHO
[…] Puede incluso decirse que para un eficaz Estado de Derecho es más importante que el contenido mismo de la norma el que ésta se aplique siempre, sin excepciones. […] El conflicto entre la justicia formal y la igualdad formal ante la Ley, por una parte, y los intentos de realizar diversos ideales de justicia sustantiva y de igualdad, por otra, explica también la extendida confusión acerca del concepto de «privilegio» y el consiguiente abuso de este concepto. […] El Estado de Derecho sólo se desenvolvió conscientemente durante la era liberal, y es uno de sus mayores frutos, no sólo como salvaguardia, sino como encarnación legal de la libertad. […]
Según la Real Academia Española (RAE), se trata del concepto de «régimen propio de las sociedades democráticas en el que la Constitución garantiza la libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder».
Por lo tanto, dicha concepción hayekiana advierte de que dicho régimen político solo es viable cuando se mantiene el respeto no solo hacia las libertades, sino también hacia la igualdad ante la ley (isonomía), el principio de independencia judicial y la presunción de inocencia. El ciudadano no solo debe saber qué está estipulado por la ley, sino también ser tratado en igualdad de condiciones. Luego, esa ausencia de privilegios consiste, principalmente, tanto en derogar el estatus anacrónico del aforamiento como en renunciar a la llamada “discriminación positiva”, en base a la cual se está llegando incluso a invertir la carga de la prueba.
SOBRE EL PROGRESISMO Y EL NACIONALISMO
[…] Que el socialismo haya desplazado al liberalismo, como doctrina sostenida por la gran mayoría de los «progresistas», no significa simplemente que las gentes hayan olvidado las advertencias de los grandes pensadores liberales del pasado acerca de las consecuencias del colectivismo.Ha sucedido por su convencimiento de ser cierto lo contrario a lo que aquellos hombres predecían. […] En lo que a la libertad se refería, los fundadores del socialismo no ocultaban sus intenciones. Consideraban la libertad de pensamiento como el mal radical de la sociedad del siglo XIX. […] Sólo bajo la influencia de las fuertes corrientes democráticas que precedieron a la revolución de 1848 inició el socialismo su alianza con las fuerzas de la libertad. […]
Si entendemos el término derivado etimológicamente de la palabra “progreso”, que se define, según la Universidad de Oxford, como toda «mejora o avance que experimenta una persona o una cosa hacia un estado mejor, más avanzado o más desarrollado», entonces deberíamos tener claro que nunca es positiva para ningún individuo cualquier clase de restricción de libertad ejecutada por los poderes públicos y promovida desde ciertas corrientes de opinión.
En cualquier caso, la tesis del vienés no deja de ser servir como aclaración, ya que el socialismo, que posee una variante basada en la ingeniería social, siempre pretende ejercer control ya sea sobre el individuo o sobre la actividad económica. Por cierto, aprovecho las adecuadas líneas de ilustración de lo afirmado para hacer referencia a un fragmento de sus tesis según las cuales, también consideraba como socialismo al nacionalismo:
[…] Considerar la tendencia universal de la política colectivista a volverse nacionalista como debida por entero a la necesidad de asegurarse un resuelto apoyo, sería despreciar otro y no menos importante factor. Incluso cabe dudar que se pueda concebir con realismo un programa colectivista como no sea al servicio de un grupo limitado, que el colectivismo pueda existir en otra forma que como alguna especie de particularismo, sea nacionalismo, racismo o clasismo. […]
El socialismo es la antítesis del individualismo, por ello, no debe resultar dudoso el empleo del término “colectivismo”.
SOBRE LAS RAÍCES SOCIALISTAS DEL NAZISMO
[…] En Alemania, la conexión entre socialismo y nacionalismo fue estrecha desde un principio. Es significativo que los más importantes antecesores del nacionalsocialismo —Fichte, Rodbertus y Lassalle— fueron al mismo tiempo padres reconocidos del socialismo. Mientras el socialismo teórico, en su forma marxista, dirigía el movimiento obrero alemán, el elemento autoritario y nacionalista retrocedía temporalmente a segundo plano. Pero no por mucho tiempo. A partir de 1914 surgen de las filas del socialismo marxista un predicador tras otro que conducen al redil del nacionalsocialismo, no a los conservadores y reaccionarios, sino a los trabajadores manuales y a la juventud idealista. Sólo más tarde alcanzó la marea del socialismo nacionalista considerable importancia y se transformó rápidamente en la doctrina hitleriana. […]
Aparte de evidenciar las similitudes de los programas económicos de partidos como el Frente Nacional francés y la formación comunista española PODEMOS, y de recordar que tanto unos como otros detestan la libertad de expresión (podemos recordar que, mientras que los nazis quemaron libros cuya autoría respondiera a la disidencia, los ultraizquierdistas españoles pretenden arruinar la carrera profesional a la docente Alicia Rubio, cuyas participaciones públicas boicotean, por tan solo rebatir la ideología de género promovida por los marxistas culturales), considero esencial conocer lo que se puede considerar como el episodio inicial.
SOBRE LOS ÓRDENES INTERNACIONALES
[…] el principio federal de organización puede, sin duda, mostrarse como la solución mejor para algunos de los más difíciles problemas del mundo. Pero su aplicación es una tarea de extrema dificultad, y no tendremos, probablemente, éxito en ella si en un intento excesivamente ambicioso la forzamos más allá de su capacidad. Existirá, probablemente, una fuerte tendencia a que una nueva organización internacional lo abarque y absorba todo; y será, sin duda, una necesidad imperativa contar con algún organismo universal, con una nueva Sociedad de Naciones. El gran peligro está en que, si en el intento de confiar exclusivamente en esta organización mundial, se le encomiendan todas las tareas que parece deseable colocar en manos de una institución internacional, no se podrán cumplir adecuadamente. […] Es cierto que con la formación de estas federaciones regionales subsiste la posibilidad de una guerra entre los diferentes bloques. […]
Podemos considerar tal narrativa como una visión sobre lo que es la Unión Europea a día de hoy: un proyecto de supraEstado, que ha alienado soberanías nacionales, no limitándose solo a garantizar la libre circulación de personas, mercancías y capitales. Luego, otro ejemplo podría estar relacionado con los tratados de comercio al no derogar sino armonizar regulaciones, cuando lo adecuado sería mejorar estos (puestos a no oponernos) y así reducir drásticamente las regulaciones y eliminar los aranceles incondicionalmente (aparte de haber ignorado a los lobbies). Esto podría interpretarse como una declaración unilateral supranacional.
Una vez afirmado lo anterior, señalo que oponernos a los tratados comerciales no tendría que interpretarse automáticamente como una apuesta por el proteccionismo. Mientras que socialistas, comunistas y ciertos miembros de la “derecha identitaria” recurren a intereses proteccionistas y escépticos del libre intercambio, líderes como el ex senador estadounidense Ron Paul y el eurodiputado checo Petr Mach consideran que el libre comercio debe garantizarse de manera unilateral, sin excepciones, por cada país por sí mismo.
SOBRE LA COMPETENCIA
[…] en una sociedad en régimen de competencia, las oportunidades abiertas al pobre que las ofrecidas al rico, no impide que en esta sociedad el pobre tenga mucha más libertad que la persona dotada de un confort material mucho mayor en una sociedad diferente. Aunque, bajo la competencia, la probabilidad de que un hombre que empieza pobre alcance una gran riqueza es mucho menor que la que tiene el hombre que ha heredado propiedad, no sólo aquél tiene alguna probabilidad, sino que el sistema de competencia es el único donde aquél sólo depende de sí mismo y no de los favores del poderoso, y donde nadie puede impedir que un hombre intente alcanzar dicho resultado. […]
No son pocos quienes tienden a demonizar incondicionalmente las situaciones de competencia. Por ello más de uno apuesta por la igualdad mediante la ley y por un proteccionismo que aísle de las fuerzas del libre mercado al pequeño comercio, a los agricultores europeos, a los propietarios de gasolineras y a los taxistas.
No perciben lo que el también economista Ludwig Von Mises definió como “democracia económica”. Un marco en el que sean los consumidores quienes, libremente, determinen mediante la demanda y la opcional valoración el rumbo de los oferentes de bienes y servicios (en plena ausencia de privilegios estatales). La libre interacción no es lesiva, sino justa, igual que ocurre con la desigualdad (el problema no se debería a no ser igual de pobre que el prójimo, sino a no poder tener libertad de oportunidades para prosperar).
En conclusión, considero que las enseñanzas hayekianas son imprescindibles para librar una batalla ideológica por la libertad, frente al consenso socialdemócrata y progresista.
Fuente: amgarciac.es