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Los muertos gozan de buena salud

Susana Seleme Antelo

“Una explosión atronadora quebró el silencio de la madrugada en Santa Cruz. Los balazos restallaron en el hotel Las Américas, en el centro de la capital del oriente boliviano. No hubo gritos. Solo disparos durante 20 minutos. Algo más tarde, en la mañana de ese 16 de abril, el presidente de Bolivia, Evo Morales, aterrizaba en Cumaná (Venezuela) para participar de una cumbre bolivariana. Escoltado por el venezolano Hugo Chávez y el cubano Raúl Castro, informó que esa ‘madrugada hubo un tiroteo donde han caído abatidos tres extranjeros y hay dos detenidos. Era una trama de la derecha’, afirmó, para atentar contra él y el vicepresidente. ‘Dejé instrucciones precisas para detenerlos. Metieron bomba y bala. Resistieron.’ ”  Maite Rico. El País. Madrid 26 de abril de 2009

A 9 años de aquel tenebroso suceso, lejos de ser “trama de la derecha”, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA) admitió “el derecho de petición en observancia y defensa de los derechos humanos contra el Estado boliviano representado por el presidente Evo Morales”.

En su fundamentación, la CIDH apunta a la ejecución extrajudicial del irlandés Michael Dwyer (ejecutado junto a Eduardo Rózsa, húngaro-boliviano, y Arpad Magyarosi húngaro) como resultado de las violentas acciones policiales en el operativo al Hotel Las Américas.

Fue un asalto de alta precisión al mando de un cuerpo de elite. Algunos pasajeros del hotel afirman que los extranjeros fueron acribillados a sangre fría, pues no se defendieron: “No sonaba como un tiroteo. No se escuchaban disparos provenientes de diferentes posiciones de tiro”, según el reportaje del matutino irlandés The Irish Times (28 de junio 2015).

De acuerdo a Rico, los cadáveres de Rózsa, Árpad y Dwyer yacían en sus habitaciones del cuarto piso del hotel, desnudos o en calzoncillos sin asistencia médica.  El comando trasladó a La Paz a los dos supervivientes: el boliviano-croata Mario Tadic Astorga y el húngaro, Elod Toaso. Dejarlos con vida apunta a la tesis de que más de tres muertos, en cualquier conflicto, es genocidio. Lo sucedido en el hotel fue una masacre, definida por la Real Academia de la Lengua como asesinato, caracterizado por la indefensión de las víctimas.

La petición a CIDH fue aceptada el 3 de abril de 2018, pero presentada el 21 de septiembre de 2009 por el abogado Gianni Prado Herrera y Carolina Dwyer, madre del irlandés ejecutado, en representación de Mario Tádic, Elod Toaso, Alcides Mendoza y Juan Carlos Guedes.

Tras 9 largos años, quienes fueron ajusticiados por ‘instrucciones’ de Morales, gozan de buena salud. Junto a los vivos exigen Justicia.

Bolivia recibió la notificación de esa petición el 4 de marzo de 2016. Desde entonces hasta septiembre de 2017 el régimen desconoció la jurisdicción y competencia de la CIDH. Sus argucias no tuvieron éxito y la CIDH sí se declaró competente para admitir un derecho de petición por casos vinculados a los derechos a la vida. ¡Tan competente como la Corte Internacional de la Haya (CIJ)!

La Comisión es el filtro para que el caso se remita a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y se abra causa contra el gobierno de Evo Morales y Álvaro García Linera por crímenes de lesa humanidad. La aplicación retroactiva de normas, la confiscación de bienes personales, la prisión preventiva de las víctimas, la ausencia de investigación seria, podrían caracterizar violaciones de los artículos 7 (libertad personal), 8 (garantías judiciales), 9 (principio de legalidad y de retroactividad), 11 (protección de la honra y dignidad), 24 (igualdad ante la ley) y 25 (protección judicial) de la Convención Americana de los Derechos Humanos, así como de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.

Se alega además violaciones en el proceso penal llamado “Caso Terrorismo”. En realidad, el nombre es la carátula de un proceso de judicialización de la política contra 39 personas, 2 aún presas, 9 con detención domiciliar y otras en el exilio. Fue y es una lucha contra el secante centralismo, opuesto al sistema de autonomías como forma de organización territorial, administrativa y política del Estado.

El periodista Harold Olmos, en su libro “Labrado en la memoria” afirma que se trata de un juicio inhumano, donde, en vez del derecho a la vida, prima la consigna “Patria o Muerte”. Acusa subordinación al poder Ejecutivo, amén de ausencia del debido proceso, presunción de inocencia y retardación de justica. La atmosfera hostil  del juicio se ajusta a la Bolivia de Morales, donde han sido desterradas las instituciones de un Estado de Derecho.

Como afirma Moisés Naím, hay países cuyos líderes se comportan de manera criminal. Y Morales puede ser juzgado internacionalmente por estos crímenes. Además de matar impunemente, comete otras violaciones como no aceptar el voto soberano de la sociedad boliviana que dijo NO a su re-re-re-reelección, tampoco aceptada como un ‘derecho humano’ por la Comisión de Venecia, que la CIDH hace suya.

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