Estados fallidos: transición al Humanismo Superior
Generalidades. El concepto de estado fallido es una abstracción, cuyo contenido expresa la corriente ideológica que lo interpreta. Según López Martín, A, los creadores del término “Estado Fallido” son los politólogos norteamericanos Steven R. Ratner y Gerald B. Helman, con su libro “Saving Failed States”, quienes lo utilizaron para referirse a la condición de estados fracasados como Somalia, Liberia y Camboya.
En esta línea, se ha generalizado su uso para referirse a un estado caracterizado por el debilitamiento de las funciones estatales, especialmente las policiales y judiciales, pero también las de servicio, con la consiguiente parálisis del gobierno. Un estado fallido no garantiza el control físico sobre su territorio, carece del monopolio de la fuerza, tiende hacia el fracaso social, político, económico y está ausente del debate democrático.
Los norteamericanos lo han usado para referirse a estados que cobijan a terroristas y constituyen un peligro para países “estables”, argumentos con los que han justificado invasiones como las de Irak y Afganistán.
Los tres problemas mayores de seguridad internacional del mundo occidental de las primeras décadas del siglo 21 son el terrorismo internacional, la delincuencia y la proliferación de las armas de destrucción masiva, todos estrechamente relacionados con el estado fallido.
Todos los países son socialmente inestables por estar las mayorías sometidas coercitivamente a las minorías. La llamada estabilidad no es otra cosa que un equilibrio inestable, logrado por los efectos del poder, con un desequilibrio relativamente rápido ante los embates de la crisis.
Se hace imprescindible aclarar, que en esta reflexión, en general, se hace uso del concepto de poder como una relación social característica de orden-obediencia, esta es, como una relación de coerción, incluyendo el contenido de Max Weber, del uso legítimo de la violencia en forma de estado, exepto las referencias concretas al poder no coercitivo.
Siguiendo a Clastres P., el poder político lo constituyen el poder coercitivo y el poder no coercitivo. El estadio de la civilización se caracteriza por la presencia sobresaliente del poder coercitivo, es el que distingue a la sociedad occidental, el prerrequisito indispensable para imponer la explotación en la sociedad de clases.
En la sociedad humanista, el estado se transforma en una organización de administración, coordinación, producción y servicio determinada por las bases. El estado weberiano no existe, por lo tanto, el poder coercitivo desaparece, pero el poder no coercitivo adquiere su máxima vitalidad, totalmente separado de la violencia, actuando mediante el control social directo, mejor dicho, ejercido mediante la participación directa de las bases.
Índice de estados fallidos. El estado fallido está considerado como un seri0 desafío a la seguridad interna y externa, motivo por el que se ha creado un índice de estado fallido para medir anualmente la evolución de este pr0blema en el conjunto de los países.