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LA LEALTAD O EL DRAMA GRINGO DE LAS OENEGÉS

Hace años, cuando el cacique máximo estaba en pañales, comencé mi diatriba en contra suya y de un discurso que auguraba lo que hoy se vive. Al día siguiente que los gringos lo sentaron en la silla, mi primera columna durante su reinado, vapuleé la ingenuidad colectiva y la codicia de algunos. Perdí amistades, me tildaron de fascista, reaccionario, racista, clasista y vainas por el estilo. Ahora, ocho años después, se ha visto -en vicioso juego de ardides y escondidas- quiénes son y dónde están los fascistas. Aún así, los “amigos” siguen sin hablarme, y es que a la lírica de la “revolución” se han juntado variables como narcotráfico, contrabando, corrupción, y otras que hacen, incluso sin revolución, de este un gobierno atractivo y rentable; de la saliva infecta de sus líderes, algo que idolatrar. Nada como la realidad para destrozar la fantasía. No habían sido tan rebeldes como posaban, sino ladrones esperando oportunidad.

Falta poco, y si no lo han pensado, les doy la idea, para que de una vez Morales Ayma sea declarado Inca. Pero es supuestamente aymara, y los incas eran quechuas y se divertían, según dibujos de Guamán Poma, sacándoles los ojos a los prisioneros aymaras. Pero en la confusión del Nirvana gringo, en la ilusión de las oenegés dispuestas a hacer experimentos sociales fuera de sus tierras y ayudar a los que no pueden ayudarse, las diversas etnias estaban metidas en el mismo saco, igual al tiempo de la conquista. Bueno, pues, el Inca ha decidido comenzar a expulsarlas porque ya no le sirven; las engañó de lo lindo. Si el tipo desea lo que desean todos: volverse rico, tener un buen pasar, asegurarse un futuro, eternizarse en el poder. Creyeron haber inventado un Mandela y les salió Papá Doc. Era obvio, lo dije desde el principio. Las culpas se pagan.

En Nueva Orleans, el año 2002, el jesuita Albó conferenció sobre dos aymaras: el Mallku y Morales. No ocultaba su satisfacción de sentirse parte de un proyecto -blanco europeo- de redención para los pobres inditos bolivianos. No discuto aquí los aportes lingüísticos del cura, pero detesto a los mesías. Este, como los gringos, y muchos otros, son los culpables de haber creado un engendro que sobrepasó las expectativas y que se ha convertido en un cáncer. Al final a unos los expulsan, otros se esconderán en seminarios, bajo sospechosos faldones que no muestran todo, y nos dejan el bollo para digerirlo nosotros.

El Inca y el ñusto que lo secunda están seguros de haber alcanzado eternidad. Tal vez pinta para largo, pero en ello soy optimista porque el cambiante mundo no garantiza nada, a pesar de la existencia de tipos como Assad y Morales (que teniendo la oportunidad, no vacilaría en cometer las fechorías sirias en suelo boliviano. Felizmente, otras son las circunstancias, por ahora).

¿Si me da pena que sacaran a los daneses de IBIS? Ninguna. Por mí pueden irse al infierno. Ya basta de limosnear dinero y consejo. Miren a lo que nos ha llevado. Crearon una diva, no de los pies descalzos como Cesarea Evora, que el presidente se viste caro y a la moda, y se les convirtió en princesa y quiere ser diosa. Eva, siempre la manzana de la discordia.

Lo ideal sería que se lo llevaran consigo a Dinamarca, o a Groenlandia, aunque allí los sufridos inuits no soportarían la presencia de un bienamado que vive entre algodones y filet mignons. Que lo instalasen como mandatario en su país, en Holanda, en Suecia. Veríamos cuán contentos se pondrían. Hipocresía de siglos, conquista, colonia, siempre lo mismo, y Malinches y Felipillos utilitarios, aunque Evo Morales se les zafó.

Ironía: Túpac Katari y Bartolina Sisa retornaron, habitan un palacio quemado y son miembros del jet set.

(20131230)

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