¿POR QUÉ NO SE VA S.E.?
Preguntar por qué no se va S.E. en el 2019, parecería una impertinencia y merecería de una respuesta de algún masista ilustrado diciéndome lo le dijo, con toda razón, el rey Juan Carlos a Hugo Chávez: «¿por qué no te callas?». Pero claro, yo no me callo desde hace más de 10 años, antes que S.E. fuera presidente, cuando advertía desde la prensa que la cosa venía mal y que la llegada del MAS al poder traería consecuencias nefastas al país. Como más de la mitad de la gente está en contra de S.E. y la otra gran parte se mantiene en su favor, no puedo afirmar, democráticamente, si tuve razón o no, pero dentro de mí, en mi fuero interno, creo que sí, que este ha sido un mal Gobierno, pésimo, mejor dicho.
Ya no hay a quién quejarse porque S.E. tuvo enorme respaldo, tuvo popularidad, asesores de avería, (los más peligrosos que pudo conseguir) y manejó muchísimo dinero; más dinero que todos sus antecesores republicanos juntos, ya que a él tanto le gusta comparar lo que sucedió desde el 2006 hasta hoy, pasándose por el forro o malinterpretando la historia anterior de Bolivia. Ha batido records de permanencia en el poder con la alegría de un adolescente, disfruta como un niño recordando la cantidad de elecciones ganadas, muestra ufano las inauguraciones de obras cuestionadas («Bolivia cambia, Evo Cumple»). De lo que no habla porque no le cuentan posiblemente (o cree que es normal) es sobre la plata gastada por invitación directa, sin licitación, lo que a todas luces es delictivo; y sobre los cuantiosos gastos inocuos a lo largo de cientos de miles de kilómetros recorridos por todo el orbe en el caro avión Falcon; y de las otras miles horas ausente del un Palacio de Gobierno, al que odia.
Transcurridos 11 años S.E. ha perdido simpatía internacional y apoyo interno. Ahora ya sus lamentos no impresionan en el exterior y los bolivianos se ríen o deploran por lo que dice. Eso del «Día de la Mentira» ha sido lo que faltaba. Resulta que los mentirosos resultaron ser quienes fueron sorprendidos con el asunto de faldas y por supuesto los periodistas. Pero, además, ahora han metido en el mismo saco a algunos de los jefes políticos. Decir que la derrota de 21-F se debió a un invento de la oposición y del «imperio», es una acabada estupidez, sin sustento alguno.
Ya no vamos a insistir en analizar punto por punto todas las mentiras de la señora Zapata, de S.E., del Vice, de sus ministros y parlamentarios. No tiene sentido porque todos los bolivianos sabemos que el enamoramiento entre los protagonistas existió y por tanto nadie podría sorprenderse de que la señora resultara beneficiada económicamente. Intentar pasar a la señora Zapata a las filas de la oposición es totalmente descabellado, pero existe la intención. El propósito es convencer a la gente de que la señora era un instrumento creado por la derecha para darle un golpe bajo a S.E.
El escándalo que compromete al Gobierno sigue igual y lo que aparece son múltiples versiones. De eso no hay duda. Pero el burdo show de ATB no compone nada, no aclara ni un ápice, ha sido algo tan mal hecho que S.E. deben haber tenido ganas de llorar. El estilo con que han presentado a la que parece víctima de todo este affaire, ha sido el de una mujer manipulada al más lamentable estilo de las telenovelas baratas. El monólogo en el teatro o en el cine es algo que sólo pueden protagonizar los grandes actores o actrices, lo que no ha sido el caso de la señora Zapata, que produjo lástima pero no convenció a nadie con sus plañideras acusaciones.
Hubo un escándalo antes del 21-F y S.E. perdió en el referéndum. Nadie niega que el escándalo existió y que pudo perjudicar a este presidente que sin embargo, extrañamente, sigue siendo aspirante a la Presidencia. Pero por escándalos han perdido elecciones o les arrebataron el poder muchísimos políticos. Sin remontarnos muy lejos, por el caso Nisman y por acusaciones de corrupción perdió el «kirchnerismo» en Argentina; por Petrobras y un sin fin de empresas constructoras fue destituida la presidenta Rousseff en Brasil; por acusaciones de corruptelas, donde asoma la billetera de Odebretch y un feo olorcillo en Petroecuador, no ha podido ganar en primera ronda Lenin Moreno y ahora está temblando por lo que pueda suceder en el ballotage. Siempre se pierde por algo, no es por nada. Y S.E. perdió por lo de su novia y por muchas otras cosas juntas que son feas.
No es un tema exclusivo de la oposición el clamor de que S.E. no burle más la Constitución y que deje de candidatear por cuarta vez. Se lo están diciendo los masistas más honrados, los más valientes, no los «chupatetillas» conocidos. Que se vaya S.E. y que regrese luego de un período si es que el pueblo lo vuelve a elegir. Si la ciudadanía vota nuevamente por él para una cuarta gestión a fines del 2024 quiere decir que lo ha hecho bien, que lo de la corruptela generalizada es mentira, que es mentira el sojuzgamiento de la justicia, que es falso que el Ejecutivo haya copado todos los demás poderes desvirtuando la democracia, que es un embuste la geométrica producción y tráfico de cocaína. Pero S.E. tiene que dejar al mejor de sus delfines para que se enfrente al candidato opositor que surja el 2019, así su candidato termine hecho trizas. Sin embargo, a S.E. no le queda otro camino que irse.