Meditando sobre educación universitaria
En estos días resaltan noticias sobre el ex asesor del partido de gobierno agarrado en Brasil con 100 kilos de la buena. Con tal bello motivo todos, hasta el Presidente, evitan al piola cual si tuviera tiña y niegan cualquier relación con él sin que les crucifiquen boca abajo como a San Pedro. Pero me alivió de escribir de la Zapata que es meter la pata, según algún ocurrente, como introito de reflexión sobre la corrupción y la impostura que parecen haberse ensañado con el régimen de Evo Morales.
Me refugié en un artículo británico sobre el ranking de las cien mejores universidades en la América Latina. Ninguna evaluación trivial (como los concursos de belleza), el ranking se basa en 13 indicadores, entre los cuales están la calidad de la docencia (el contexto educativo); la investigación medida en la cantidad, ingresos y fama; las citas en difusiones académicas; su alcance internacional (equipo, estudiantes e investigación); e ingresos del sector empresarial (diría yo, que sirvan para algo).
La brasileña Universidad Estatal de Campinas es la uno en 2017, según la Times Higher Education. Desplazó a segunda posición a la también brasileña Universidad de São Paulo. Entre las primeras 81, hay 32 brasileñas. Y eso que el gigante sudamericano invierte menos que otros países de la región (no creo que Bolivia entre ellos), gasto aún menor comparado con estándares mundiales. El número de universidades brasileñas entre las primeras 50 descendió de 23 a 18. La mayoría de sus centros de estudio ha bajado en el ranking comparado con el año pasado. ¿Por qué tanto estudiante brasilero en Bolivia? Quizá son rebalses que no cumplen estándares de ingreso en su país, pienso yo.
No es lo más importante, según mi criterio. Entre las cien primeras están 17 chilenas; México tiene 13 y Colombia 11 universidades. Sorpresa y novedad, respectivamente: Argentina y Ecuador “entraron por primera vez en el ranking” con dos universidades cada uno. El rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) no les da mucha importancia, pero son importantes, afirmó.
No puedo librarme de la antropología social (sociología de indios, decía Radcliffe-Brown) que en mi caso hace algún tiempo resbaló a antropofagia en artículos, al meditar si habrá una correlación entre Brasil, Chile, México y Colombia y el ranking de progreso de esos países en Latinoamérica.
Curioso que soy, hurgué en el sitial mundial de los centros de educación superior. Destacan entre las primeras 16 las universidades estadounidenses (13) y británicas (3). Saco pecho de que mi alma mater de posgrado, la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), es la número 12, aunque sorprende que la famosa Sorbona de París, escindida hoy en una docena, se sitúe detrás. La del dicho “Lo que natura non da, Salamanca non presta” está aún más atrás de la Universidad de Barcelona, líder entre las españolas.
Sobre el ranking de las instituciones bolivianas de enseñanza superior, penoso es llamarlas de ‘enseñanza superior’, porque ni se sitúan en destacado sitial; mejor dicho, ni aparecen. La Universidad Mayor de San Simón (UMSS) es la primera, aunque en ranking mundial ocupa un triste lugar N° 2994. La Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) está segunda, en el puesto mundial N° 3308. La única privada entre las diez primeras es la Universidad Católica Boliviana San Pablo, “la Cato”, le dicen, en el puesto N° 4184.
Me sorprendió que la Universidad Técnica de Oruro no estuviera. Me enteré que en Bolivia hay universidades quechuas, aimaras y guaraníes: espero que pronto haya un centro superior de estudios Tacana, así la gente de la amazonia no tiene que fungir de “Tupí-Guaraníes”, que ni Chiquitanos, Guarayos o Guaraníes son. Casi acaba la lista con la última, boliviana la de los opas le digo yo. Buen negocio debe ser esto de las universidades, medito: hay más de medio centenar de ellas en el país…
Una tercera reflexión mía asocia malas universidades con la corrupción en Bolivia.
Sugestivo es que el Gobierno más largo que ha tenido (o sufrido) el país, esté empedrado de hechos corruptos, grandes y pequeños. El último es del ex asesor del MAS preso en Brasil que tiene a la droga al centro, igual que el caso del narco-policía enjaulado en EE.UU. Apenas Presidente, Evo Morales, Bakovic y “Cotapati”; la mano en la lata del primer capo de la revivida YPFB; las visas chinas en que “bailaban” asambleístas del MAS; Catler Uniservice, el baleado Jorge O’Connor y Santos Ramírez; las barcazas chinas y ENABOL; la Air Catering, BoA y el Vice; YPFB, la red de corrupción y Villegas; los proyectos fantasma de “masistas” en el ex FONDIOC; el amante, Gabriela Zapata y la CAMC; los ex diestros en Argentina y carros, ñañacas personales, tragos y puchos con franquicia; los 33 vehículos de Juan “Camión” Quintana; el sobreprecio sin licitación del avión presidencial; los “suchas” que “pelaron” con extorsiones a Ostreicher; los emails corruptos de caminos; las compras de equipos para Papelbol, etc., etc.
Darían para dramas policiales de final tristón en Hollywood. Medito: ¿habrá relación entre calidad universitaria y corrupción en Bolivia? Porque en algún tramo se aprende lo bueno, lo malo, y lo feo de la vida.