Pronto reventará el puchichi
Winston Estremadoiro
Un amigo recordó algo del gran Franz Tamayo: “el aimara es deprimido aparente, comprimido real y solo valiente en tumultos”. Recordé a Evo Morales instando a que sus “movimientos sociales” –léase activistas del Gobierno—le ayuden: “cuando acabe de ser presidente un día, seguro ustedes van a estar aportando para defenderme (…) van a estar marchando para liberar al Evo si me molestan”. Pobrecitos los de Vila Vila. Dudo que saboreen el agua de proyectos prometidos; muertos de hambre que son, tampoco serán cuantiosos sus aportes. Pero marcharán, claro, mejor si con transporte gratis y viáticos adelantados, aunque tomen lista cual si fueran escolinos.
Me retrotrajo al último entrevero de Donald Trump. Reaccionó agresivo a un corresponsal de la Casa Blanca, que cuestionó su tildar de “invasores” a los migrantes. Mandó que retiren su credencial. La cadena CNN censuró que “los continuos ataques de este presidente a la prensa han ido demasiado lejos. Si bien el Presidente Trump dejó en claro que no respeta a la prensa libre, es su obligación protegerla (…) Una prensa libre es vital para la democracia”. Ojala fuera libre de expresarse el humilde albañil que se atrevió a gritar “Bolivia dijo NO” y ahora es acusado de intentar asesinar al autócrata. ¿Será que el populismo de izquierda (Evo) tiene un mellizo a la derecha (Trump) del espectro político?
Sin embargo, la noticia a relievar es que el juez Sergio Moro, el que metió entre rejas a Lula, es el nuevo ministro de Justicia de Jair Bolsonaro, en Brasil. La fuerza de la Justicia en Brasil mostrará que Sergio Moro no es solo una golondrina haciendo verano. Reventará el puchichi que hace una isla solitaria de Bolivia en medio del torbellino desatado por reverberos de la Operación Lava Jato en Suramérica. Hasta ahora.
La Comisión oficialista del Lava Jato parece centrarse en la politiquería, quizá aleccionada por insultos y amenazas del Presidente a uno de los candidatos. Se restringieron sus alcances hasta antes de Evo Morales, como si los tentáculos del pulpo de la corrupción en Bolivia supiesen de años. Pero a medida que debe cumplir su cometido (¿u órdenes?), y que avancen primarias y elecciones de 2019, el pueblo boliviano estará más cerca de la verdad y de nuevas revelaciones. Informará de trasfondos la oposición política que formó una Comisión paralela que quizá tendrá muchas fuentes brasileñas.
Ya empezó el fuego de artillería de tal batalla. Son tiempos previos a elecciones y no pasa día en que no retumben los cañonazos entre un candidato y sus adversarios. La lucha contra la corrupción es central y nos afectan los eventos de afuera. Sin embargo, existe una red de cooperación en indagaciones sobre Lava Jato, con docenas de periodistas siguiendo la pista del caso de corrupción más importante en los últimos tiempos, en Brasil y en varios países de Suramérica. Dicen que no hay novia fea ni muerto malo. Si Lula da Silva está en la cárcel por sobornos recibidos en el apartamento del balneario de Guaruyá, ¿qué tal hablar de su difunta esposa, quién encargó a los Odebrecht millonarias mejoras en la fastuosa finca de Atibaia, para cuando su marido dejase la presidencia?
En Bolivia es inédito el auge de noticias sobre el Lava Jato. Se desentierran cochinadas del pasado. ¿No es raro que ahora publiquen reportajes sobre los sórdidos emails de la repartija corrupta de “coimisiones” en contratos camineros?: no se develaron los vivillos de tal reparto. Pero si ahora ya publican quién es “Quinciño”, desde ya me intriga saber quiénes son “Cotapati” o “Paty”, Alvarín y tantos otros aliases sospechosos. En lo que respecta a caminos, bastaría investigar dos proyectos que hieden de corrupción. Uno, es el Potosí-Uyuni-Tarija, donde se da el entrevero de primero concederlo a la Queiróz Galvao, luego rescindirlo cobrando la boleta de garantía, y finalmente devolver la plata a la Queiróz Galvao y conceder la obra a la OAS. Dos, es la adjudicación directa y sobrevaluada del contrato de la carretera asesina del TIPNIS a la OAS, que fue suspendida tras la 8° Marcha Indígena y luego resucitada por Evo y la presión cocalera. Las empresas en cuestión son “bandeirantes” brasileñas, acostumbradas a los talegazos de “coimisiones” para “aceitar” tramites. La OAS reinó en los contratos durante nuestro actual mandatario.
En la onda del mito griego, para matar al minotauro de la corrupción en Bolivia y salir del laberinto de los políticos pringados, quizá sea necesario un ovillo que entregue una doncella pura: Ariadna, para deshilar hasta llegar a la salida. ¿Quién sería el Minotauro? En tiempos asexuados en que está de moda citar hembra y macho, mujer y varón, ¿quién será la más pura Ariadna, o el más puro Ariadno en la escena actual de la politiquería boliviana?