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Matando canallas

Susana Seleme Antelo

Canalla: Gente baja, ruin. Persona despreciable y de malos procederes. Real Academia de la Lengua Española.

Así cantaba Silvio Rodríguez, en las épocas que rendíamos tributo a un mártir de la revolución: “iba matando canallas con su cañón de futuro.”  Desde entonces todas las revoluciones se reclaman de izquierda.

¿Cuál izquierda, la leninista/estalinista de hace más de un siglo, con Marx y el marxismo convertidos en dogma? ¿O la izquierda populista autocrática que hace estragos en el campo de la democracia, tan venida a menos por la antipolítica? O la que llaman izquierda ‘caviar’ o ‘festiva’, precisamente porque una vez probadas sus mieles, olvidan su opción por los condenados de la tierra, como reclamaría Frantz Fanon. En realidad, se apañan todas.

Es el caso del Movimiento al Socialismo (MAS) propiedad privada de Morales, que se llama Juan Evo. Renunció y huyó, tras 14 años de ejercicio del poder violando la Constitución y replicando ejemplos de sus afines dictadores caribeños. Azuzados todos por los impulsos de imponer partido y pensamiento únicos. Esas injerencias las sabemos por el propio ‘jefazo,’ quien confesó a la agencia EFE que cuando fue a Cuba estando aún en México, “no fue por temas de salud, fui a una reunión de planificación con Cuba y Venezuela, una reunión de alto nivel a ver cómo retomábamos la democracia.”

Morales quiere volver a mandar sin rendir cuentas ni por los vivos ni por los muertos, desde la sombra en la que anda, pues hoy el presidente es otro. Pero sigue matando esperanzas y dignidades sobre todo de mujeres, siempre el eslabón más débil. Va dilapidando lo que no es fruto de su trabajo, si no el de otros, y sembrando infundios que pretenden borrar la memoria histórica.

A ese tipo de canallas quiero matar con cañones de futuro, que no son de pólvora y plomo. Quiero cañones de futuro para hacer que en Bolivia sea compatible la ética con la ley, para garantizar la independencia de poderes, desterrar la manipulación en la administración de la justicia tan injusta y atorrante, subsumida, devorada por el poder político desde el Ejecutivo, con un Ministerio Público en manos del MAS hace más de 14 años.

Ya “armaron el caso” contra la expresidenta Jeanine Añez Chávez, en prisión preventiva por 6 meses, más dos de sus exministros y algunos jefes militares bajo la acusación de golpe de Estado, sedición y terrorismo. Ubican esas acciones cuando ella era senadora. Es decir, antes de que Morales renunciara, el 10 de noviembre de 2019, obligara a renunciar a toda la cadena en la línea de sucesión constitucional y saliera huyendo al asilo mexicano un día después.

En esa arremetida el jefazo tiene varios ‘adelantados’, entre ellos su ministro de inJusticia, Iván Lima, paladín de esta venganza y revancha políticas para ‘sentar escarmiento’. Así instrumenta la mentira, niega la verdad histórica e instala una narrativa que no ocurrió: golpe de Estado. Aquí hubo fraude, luego sucesión constitucional y después gobierno transitorio.

Los ‘iluminados’ como Lima demandan ahora un juicio de responsabilidades contra la expresidenta por las muertes de Senkata y Sacaba, en los infernales días de noviembre 2019, promovidos por Morales, desde el Chapare, primero y luego desde su asilo mexicano. ¿Se olvidaron de las masas gritando “ahora sí guerra civil”, los sabotajes, las incendiarias acciones en la sede de gobierno y otras regiones? Pero como no tienen 2/3 para llevar a la expresidenta a un juicio de responsabilidades, que le corresponde, sigue ‘armando el caso’.

Pareciera que al régimen solo le importan esas muertes. ¿Dónde queda la justica para los muertos del barrio Cofadena en Montero en ese terrible epílogo 2019? Y si vamos para atrás en el tiempo, ¿dónde encontrará justicia Cristian Urresti, asesinado en 2007; el ingeniero Oshiro, entre otros, en 2008; Eduardo Rózsa, Michael Dwyer y Árpád Magyarosi, en 2009; Edson Hurtado y tantos otros muertos violentamente durante el llamado ’proceso de cambio’? ¿Dónde la justicia para los pueblos indígenas del Oriente Boliviano, reprimidos con saña y alevosía, al punto de impedirles el ingreso de agua, mientras hacían una pausa en su pacifica Octava Marcha, 2011, en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS)? La represión dejó más de 100 heridos, 200 detenidos y varios niños y niñas separados de sus madres. Los autores, ‘bien gracias’ incluido el jefazo.

Si se trata de sentar justicia ¿por qué indultaron a Evo Morales y sus cómplices del delito de fraude en las elecciones de 2019, origen del desmadre político que vive la sociedad boliviana desde entonces? Ese es el abismo que debería corregir el ministro Lima. Y si quieren llevar a la expresidenta Jeanine Añez a juicio de responsabilidades, lleven también a Juan Evo Morales, que carga con más de 100 muertos a sus espaldas, y un delito canalla: hacer fraude para robarse el voto de bolivianas y bolivianos que ya no querían su cuarto mandato. Le dijimos no, en 2016, pero insistió. Esa canallada da para “armar un caso real”, no inventado.

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