
La Unión Europea paga influencers, espía en redes sociales y controla la inteligencia artificial. Sí, no es broma. Mientras nos venden la idea de democracia, derechos humanos y libertad, la realidad es una burla monumental: un aparato institucional lleno de corrupción y opacidad que se mueve para proteger intereses ajenos a los ciudadanos.
Hace poco, Ursula von der Leyen anunció su propia célula de inteligencia. Independiente, secreta, sin rendir cuentas a nadie, y con capacidad para espiar donde quiera y a quien quiera. Según ellos, es “para defender la democracia”. La realidad es que es para defenderse a sí mismos, para asegurarse de que ninguna voz crítica moleste a la maquinaria que ha empobrecido a millones de europeos.
Porque no nos engañemos: la Unión Europea nunca fue una creación democrática. Nació como un proyecto de vencedores de guerra, Reino Unido y Estados Unidos, para someter a Europa continental, garantizar la influencia de sus corporaciones y mantener un control absoluto sobre los países que entraban en su órbita. Desde entonces, cada medida adoptada ha significado más deuda, más pobreza, menos oportunidades y menos libertad para los ciudadanos comunes, mientras BlackRock, Boeing, Lockheed Martin, las farmacéuticas y demás gigantes se frotan las manos.
Y ahora, a todo esto, le suman un ejército de influencers pagados con los impuestos del trabajador europeo. Sí, los mismos que vemos en YouTube, Instagram y TikTok alabando la narrativa oficial, defendiendo guerras, políticas energéticas absurdas y proyectos que enriquecen únicamente a las élites. Esto ya existía, pero ahora no es suficiente, porque la corrupción y la podredumbre del sistema son tan evidentes que requieren de una Gestapo moderna digital, un control absoluto de la información y la opinión pública.
Y la inteligencia artificial no es la salvación que nos venden. No estamos hablando de herramientas que ayudan a negocios o autónomos; estamos hablando de IA que manipula información, prioriza la narrativa oficial y borra la verdad. Que decide qué se considera “aceptable” y qué se considera “desinformación”. Que modela la opinión pública a favor de los intereses de las élites europeas y norteamericanas, mientras la mayoría de la población lo cree sin cuestionar. Según estudios, el 92% de los ciudadanos acepta lo que le dice una IA sin verificar los datos. Eso no es ingenuidad: es control absoluto de la percepción.
Mientras tanto, quienes se atreven a cuestionar esta situación de deterioro institucional están siendo objeto de ataques judiciales, criminalización y censura. Diversas voces críticas han sido llamadas a declarar ante jueces simplemente por señalar la subordinación de ciertos gobiernos europeos a élites económicas que, según denuncian, comprometen el futuro de las sociedades. Incluso los pocos canales que todavía analizan de forma crítica la realidad europea operan bajo una presión y una amenaza constantes.
No se equivoquen: esto no tiene que ver con entretenimiento, ni videojuegos, ni gatitos en TikTok. Lo que buscan es control total sobre cualquier discurso crítico, sobre cualquier voz que cuestione la corrupción y el saqueo de nuestras naciones. Porque mientras se distrae al público con memes, videos virales y “debates” irrelevantes, la élite controla la energía, la economía, las industrias, y decide quién vive en pobreza y quién en abundancia.
La UE ha dejado de ser un proyecto europeo para convertirse en una maquinaria de control global, un sistema donde los ciudadanos somos simples peones. Y ahora, con la IA y un ejército de influencers, la manipulación será aún más eficiente: cada opinión disidente será acallada, cada hecho incómodo será reinterpretado, y cada voz crítica será marginada o criminalizada.
Los impuestos de la población financian la propaganda de quienes ejercen el poder sobre ella. La inteligencia artificial no se utiliza para informar, sino para mantener a la sociedad sumisa, distraída y obediente. Mientras algunos aún creen vivir en la democracia más avanzada del mundo, la realidad muestra que la libertad plena nunca ha sido una experiencia alcanzada.
Para quien aún tenga dudas, basta observar el entorno inmediato: fábricas que cierran, zonas rurales que se despueblan, precios en aumento, salarios estancados y una capacidad de decisión colectiva que parece disminuir cada vez más. En paralelo, determinados sectores de poder dentro de Europa trabajan para que la narrativa oficial se mantenga como la única válida, promoviendo la idea de un sistema justo cuando, según numerosas voces críticas, se trata de una estructura orientada al control y la explotación.
Según diversas voces críticas, la Unión Europea destina recursos a influenciadores, ejerce vigilancia, orienta el uso de la inteligencia artificial, controla la narrativa pública y financia estructuras de defensa con el objetivo de mantener a la población en una posición de docilidad. Todo ello mientras se proyecta la imagen de libertad y prosperidad. Estas críticas advierten que, si no se genera un mayor nivel de conciencia ciudadana, el futuro podría alejarse de la democracia y la libertad para acercarse a formas más profundas de control social y psicológico. Bajo este esquema, las denominadas libertades democráticas y el liberalismo se convierten más en un discurso que en una realidad efectiva, sirviendo principalmente para legitimar estructuras de poder y mantener la ilusión de autonomía ciudadana mientras se consolida un control cada vez más sutil pero omnipresente.
Fuentes
- Bruselas trata de seducir a los influencers para frenar la desinformación frente a injerencias extranjeras – El País
- Supporting a trustworthy social media sphere for young Europeans – Comisión Europea – Digital Strategy
- EU funding €5 million to strengthen media literacy and resilience to disinformation – Comisión Europea – Digital Strategy
- Information manipulation and misinformation – Comisión Europea – Civil Protection & Humanitarian Aid
- Artificial Intelligence Act (Regulation EU/2024/1689) – Wikipedia
- European Artificial Intelligence Office – Wikipedia
Jesús Alberto Erazo Castro



