Bolivia: sin justicia y sin derechos
En su primera encíclica, Deus caritas est (2005) el Papa Benedicto XVI citó una frase del filósofo y teólogo San Agustín (354 –430 DC) que hoy suena como una profecía: “Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?”
En su época había reinos, hoy gobiernos. Entonces y ahora, con honrosas excepciones, más que gestores del bien común en favor de sus gobernados, los gobiernos parecen una gran banda de ladrones que roban a sus ciudadanos la dignidad de ser hombres libres en un Estado de Derecho.
La profética sentencia de San Agustín, me remitió a Francisco de Quevedo y Villegas, otro hombre de letras, ingenioso, de humor corrosivo y también político al servicio de algunos poderosos de su tiempo (1580-1645). Cuando perdía el favor de sus padrinos iba a dar con sus huesos a la cárcel. En una de aquellas ocasiones escribió una de sus más célebres frases: «Donde no hay justicia es un peligro tener razón».
Para el italiano Norberto Bobbio, la justicia es «aquel conjunto de valores, bienes o intereses para cuya protección o incremento, los hombres recurren a esa técnica de convivencia a la que llamamos Derecho». Así, todo derecho es justo y si no es justo no es derecho, de donde se deriva que el Derecho es condición sine qua non de la justicia en democracia.
O como agregó Hans Kelsen: “un orden social será justo cuando garantice la libertad individual… esto es la ausencia de toda forma de coacción, de todo tipo de gobierno…” . O como la regla de oro del principio de igualdad, según el mismo Kelsen: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”, para concluir que la justicia “es la justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia”.
A partir de estos pensamientos ¿dónde está la justicia, la ética, la equidad, la tolerancia en un marco democrático en el gobierno de Evo Morales, del ‘Vice’ Á. García Linera y todos los demás? Esta ausente, pues no hay justicia independiente, ni respeto a los Derechos Humanos y civiles. Son adictos al uso de la fuerza bruta, a las inventadas por García Linera, ‘guillotinas judiciales’ o a la judicialización de la política ante cualquier atisbo de oposición. Está ausente la democracia política plural, sin más razón que la razón del poder absoluto y el control total de la administración de justicia.
Por eso la Bolivia de Morales sigue a sus pares –Venezuela y Ecuador- con inequívocas tendencias autocráticas como las suyas. Los tres se despacharon muy suelos de cuerpo en la pasada reunión de la OEA celebrada en Cochabamba (3-5 junio 2012) contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y contra algunas agrupaciones que los protegen, catalogadas como ‘instrumentos del imperio’.
En los hechos, lanzaron sus diatribas porque se han tocado sensibles intereses a esas autocracias que rompen y bloquean la democracia y la pluralidad política, pretenden amordazar la libertada de prensa, el pensamiento crítico y burlar los ciclos del dialéctico devenir histórico –la rueda de la fortuna gira- para quedarse en el poder absoluto.
Ejemplos de atestiguan la ausencia de justicia en Bolivia.
Uno de ellos se manifiesta de manera dramática en el acoso a los pueblos indígenas del Oriente, acompañados de algunos pares de Occidente, que en sacrificada marcha en defensa de su tierra, territorio y la naturaleza del TIPNIS ya han recorrido 560 Km. rumbo a la sede de gobierno.
El hostigamiento que el gobierno les ha impuesto, merced a la compra de conciencia de otros indígenas, creación de organismos paralelos a la Confederación Indígena de los Pueblos del Oriente (CIDOB) para dividirlos, amén de colonizados-cocaleros y afines a Morales, no ha logrado vencerlos. Caminanarán los 160 Km. que les faltan, hasta La Paz, arropados por la solidaridad de todo el país y la generosa sencillez de los pueblos que atraviesan en esta su IX marcha. Esa es la Bolivia profunda ajena a las mezquindades del poder total de Morales y los suyos.
Ninguna mejor carta para denunciar la ausencia de justicia en Bolivia, que la derrota diplomática que el gobierno de Brasil ha propinado al gobierno de Morales, luego de haberle otorgado asilo al Senador por Pando, Roger Pinto. Así especifica la nota #141 del Ministerio de Relaciones Exteriores del país vecino, extraída de la página Web de Itamaraty :
“O Governo brasileiro decidiu conceder asilo ao nacional boliviano Roger Pinto Molina, à luz das normas e da prática do Direito Internacional Latino-Americano e com base no artigo 4.º, inciso X, da Constituição Federal” (8-6-12).
El senador Pinto solicitó refugio en esa embajada por una situación insostenible e impensable en democracia: sufre acoso por los 22 juicios que le siguen distintas autoridades del Gobierno, y amenazas de muerte que ponen en riesgo su vida y la seguridad de su familia. La denuncias del senador Pinto contra el gobierno abarcan violaciones a los derechos humanos, obstaculización del derecho a la defensa, omisión de denuncias sobre infiltración del narcotráfico en las instancias responsables de combatirlo, amén de ocho procesos por la anacrónica figura del desacato -propias de dictaduras y regímenes autoritarios como el de Morales- y otras por sedición.
El ‘caso Rosza: terrorismo separatismo’ es otra constatación de un complot contra la libertad individual, la justicia en democracia y la tolerancia frente a los que piensan diferente, como las 39 personas imputados en ese caso. Se los ha imputado con declaraciones ‘pagadas’ –soborno comprobado en una filmación- sin derecho a un juicio justo, sin tomar en cuenta la presunción de inocencia y sin respetar el juez natural, que les correspondía en Santa Cruz y no en la sede de gobierno.
Al gobierno de Morales se le complica la figura de violación a los Derechos Humanos con la relatoría sobre Ejecuciones Sumarias de las Naciones Unidas. Ahí se confirmó que el irlandés Michael Dwyer fue ejecutado el 16 de abril 2009 en Santa Cruz de la Sierra –de donde arranca el caso Rozsa- en estado de indefensión por un grupo de élite enviado por Evo Morales. Sobre el mismo tema, existe un comunicado del Parlamento de Hungría, en el que se exige la extradición de Elod Toaso, uno de los imputados en ese caso y sobreviviente de la masacre de 2009. En un documento de la página Web del Parlamento de Hungría, la Comisión de Derechos Humanos y el Comité de Relaciones Exteriores de ese país, sostienen que “Consideramos inaceptable que, pese a repetidas solicitudes, las condiciones de la detención y los procedimientos penales contra él (Toaso) no cumplen con los estándares universales de respeto a los derechos humanos, específicamente la convención contra la tortura y los tratos crueles o degradantes de las NNUU”.
Hay otros ejemplos sobre la ausencia de justicia y derechos en Bolivia, de ahí que el hilo conductor de los pensadores citados antes, es la justicia como rechazo a la injusticia, a la inequidad, a la intolerancia política, a la ausencia de ética y violación a los derechos de las personas.
Como dijo el Papa Benedicto XVI, citando a San Agustín, “Sin justicia, ¿qué son los reinos sino una gran banda de ladrones?”. Estoy con ellos, cuando los gobiernos roban las riquezas de los ciudadanos, el bien común, los derechos, las libertades individuales y colectivas aquí, allá y acullá.
Donde no hay justicia, no solo es peligroso, sino criminal, tener razón,