ArtículosIniciosemana del 28 de MAYO al 3 de JUNIOWinston Estremadoiro

De Guatemala a Guatepeor en Bolivia

¿Es que Bolivia está en el África de famélicos muertos de hambre y de sed, de islamistas negros que rostizan a fuego vivo a medio millar de cristianos negros, sin que nadie diga nada?, preguntaba luego de enterarme del Informe Anual de Amnistía Internacional, que analiza la situación de 155 países en 2011. Denunciaron que persiste la impunidad en la América Latina, anotando casos de atropellos a los derechos humanos, debidos a “la falta de independencia en la justicia y la ausencia de voluntad política”. Que activistas, periodistas, jueces, fiscales, víctimas y testigos tienen problemas al denunciar, reportar, juzgar, acusar, sufrir y atestiguar abusos.

En el país del carnaval “mais grande do mundo” no todo es samba de enredo, ya que van por la media docena los ministros purgados por corruptos. No solo bailan tango las argentinas, sino que afrontan penurias para abortar legalmente tal vez el fruto de tanto franeleo. La quietud de cafetales colombianos es quizá cómplice de los delitos sexuales contra mujeres y niñas, significativamente superior a otro tipo de abusos. En México y Centroamérica se usa la excusa de la seguridad pública “para justificar o ignorar las violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad en su respuesta al crimen organizado y grupos armados”. En Venezuela la violencia delictiva y policial sigue siendo un mal mayúsculo y muchos de los abusos de la policía no se investigan, aparte de que se continúan “formulando cargos por motivos políticos contra detractores del Gobierno”, y amenazan a defensores de los derechos humanos. En la Cuba de José Martí, aquel poeta soñador que expresara que “la primera ley de los cubanos es el respeto a los derechos de los humanos”, se controlan los medios de comunicación, “limitando severamente la libertad de expresión, reunión y asociación de disidentes políticos, periodistas y activistas de derechos humanos, a los que sometieron a arrestos domiciliarios arbitrarios”.

Bolivia brillaba por su ausencia en el listado.

¿Acaso no se dan embajadas a socapadores de quemas de gobernaciones? ¿No premian a los infiltrados de la represión, como en el caso de Chaparina? ¿Acaso penalizan feminicidios rurales y mal práctica de cirujanos plásticos urbanos? ¿No se pierden en chicana judicial los casos de perpetradores de crímenes horrendos contra niñas y mujeres? Así la mentira tenga patas cortas, ¿no hay casos de tramoya separatista, tras la cual se agazapa el terrorismo de Estado? ¿No está la mano represora del Gobierno tras el acoso de legisladores con la figura del desacato? ¿No persiste la amenaza directa contra la Ley de Imprenta o quitar la licencia a los medios, o la indirecta de retirar los contratos de publicidad? ¿Los “contrarrevolucionarios” y “mercenarios al servicio de EEUU” en Cuba, no tienen símiles en neoliberales y lacayos del imperialismo, apelativos con que el régimen boliviano sataniza a la oposición?

Casi todas las transgresiones afectan a los indígenas, cuya situación es la más preocupante porque la mayoría de los países reconocen que sus derechos son “violados diariamente”: los indígenas “no son consultados y ni dan su consentimiento sobre grandes proyectos de desarrollo que afectan a sus tierras, comunidades y su futuro”. En Argentina advirtieron del peligro que corren los pueblos indígenas de ser desalojados de sus tierras. En Colombia los indígenas son víctimas de las agresiones de guerrilleros, paramilitares y fuerzas de seguridad, que cometen “delitos de derecho internacional”, como “homicidios ilegítimos, secuestros o desapariciones forzadas”. En Perú, las violaciones a los derechos de los indígenas se dieron en la violencia represiva en proyectos mineros y de energía. En Guatemala, fueron “conflictos sobre tierras y proyectos de desarrollo sin consultar a las comunidades afectadas”.

Nuestro país estaba ausente en la lista de irrespeto a los derechos humanos de los indígenas. ¿Hay relación discriminatoria entre usos y costumbres indígenas, la llamada justicia comunitaria y los linchamientos? ¿Qué de los mojeños, Chimanes y Yuracarés desplazados por cocaleros del Polígono 7 en el Tipnis? ¿Acaso no molieron a palos al dirigente de un gremio indígena por pensar diferente que el oficialismo en Trinidad? ¿No acumula el polvo del olvido el juicio a represores de Chaparina, mientras aceleran procesos a mujeres indígenas que retuvieron a un Canciller que hasta ahora entiendo qué yaraví tocaba en ese entierro? ¿No malgasta millones Evo Morales, en su intento de borrar con el codo lo escrito con la mano sobre el Tipnis? ¿No son indígenas los que pagarán por el agotamiento de aguas subterráneas en la mina San Cristóbal? ¿Son marcianos los Weenhayek que sufren la merma de sábalos hechos cancerígenos por el lavaje de minas altiplánicas en el río Pilcomayo?

Pregunto si es porque Bolivia es tan insignificante, que ni merece el penoso sitial que los atropellos a los derechos humanos le asignarían en un recuento completo. La otra posibilidad es que los gringos siguen rumiando la dieta de papo que hizo de Evo Morales el heraldo de la Pachamama en Bolivia y el adalid de la Madre Tierra en el extranjero. Lo que queda claro es que si en Guatemala vulneran los derechos humanos de unos y otros por igual, en Bolivia quizá estemos en Guatepeor con el mismo reparto de atropellos, ocultos por la niebla de apariencias fuleras que la propaganda difunde dentro y fuera del país.
(31052012)

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