Por Luis Alberto Lacalle Herrera*
Paraguay, intervención, dos palabras grabadas con sangre en la memoria colectiva de las naciones platenses. Nuevamente cabalga el mitrismo, ampliado hasta los límites del Macondo venezolano. No se trata de poca cosa. Expulsión, suspensión, corte de suministros, hoy las fuerzas van por caminos distintos a los del siglo XIX, por lo menos por ahora. Lo que sigue siendo un atropello es que las naciones americanas pretendan inmiscuirse en el proceso político interno de una nación soberana.
Nuevamente es elegido el Paraguay, tremendo y trágico destino. Hace poco pretendiendo forzar a su Parlamento a adoptar una medida en favor de Venezuela, como si requirieran de tutor los legisladores guaraníes. Hoy porque no gusta una decisión adoptada en cumplimiento de las normas internas de la nación presionada. Lugo era presidente legítimo y Franco es presidente legítimo.
Asombra la composición de esta conjura, azora el descaro de algunos regímenes políticos preocupados en mirar la paja en el ojo ajeno. Que vengan de Venezuela a preocuparse por violaciones constitucionales no deja de ser pintoresco. Ni qué decir del Ecuador.
Preocupa un Brasil que sigue sin entender que los liderazgos ya no son cuestión de mero peso específico, sino de respeto por los demás y de convencimiento a través de la sabiduría que indica que todos deben de tener un lugar bajo el sol, que a las buenas somos convencibles, pero sólo a las buenas.
Lamentablemente nuestro gobierno se suma al griterío y – lo que es peor- al “amuchamiento” contra una nación pequeña. Oír al Presidente Mujica hablar de golpe de Estado y al Canciller Almagro pedir elecciones suena a triste, pero a poco que se piense, alarma porque en este tema, rotas las barreras, nadie esta libre de que aparezca alguna otra santa alianza a reclamar por el uso de alguna prerrogativa constitucional, por ejemplo, en el Uruguay.
Junto al Paraguay, entonces. Una vez más, lamentando tener que escribir estas líneas, pero haciéndolo sin vacilar, como deber hacia nuestros mayores, hacia nosotros mismos y a las sagradas memorias que nos animan y acompañan.
*El doctor Luis Alberto Lacalle Herrera fue presidente de la República Oriental del Uruguay.
(Patria 29062012)