Un día como hoy, 18 de marzo de 1839, comenzó la Primera Guerra del Opio. Por este motivo, a continuación, reproducimos un artículo que rememora este acontecimiento histórico.
Fuente: Mirada sobre la Historia
Introducción
Las guerras del opio fueron dos conflictos bélicos que enfrentaron a Gran Bretaña y a China a mediados del siglo XIX. La primera Guerra del Opio tuvo lugar entre 1839 y 1842, y la segunda, en la que Francia se alió con Gran Bretaña, se desarrolló entre 1856 y 1860. Ambas se sitúan en plena etapa expansiva del imperialismo europeo que es el contexto en el que cabe enmarcar estos conflictos.
El imperio chino que había logrado mantenerse libre de las invasiones coloniales padecidas por otras zonas de Asia –India, Vietnam, Birmania (Myanmar)…–, siempre era desconfiado ante la presencia extranjera. Las vías de penetración de la influencia europea habían sido los misioneros y las relaciones comerciales. La presencia religiosa, fundamentalmente católica, había casi desaparecido a principios del siglo XIX, pero se había mantenido el flujo comercial, fuente de importantes beneficios económicos. Casi todo él se realizaba a través del puerto de Cantón.
Las causas.
Las causas estructurales se refieren al continuo déficit comercial que mantenía Gran Bretaña con China. En efecto, los británicos importaban grandes cantidades de té, seda, algodón y porcelanas mientras que China importaba muy pocos productos británicos. Los elevados aranceles chinos y la escasa demanda de productos importados explicaban ese desfase. Gran Bretaña debía pagar la diferencia con plata.
China era a mediados del siglo XIX un gigante con pies de barro. Diversos factores –un crecimiento demográfico elevado, frecuentes hambrunas, una burocracia gobernante anquilosada…– fueron generando un creciente malestar social que se manifestaba a través de revueltas populares recurrentes.
A pesar de todo ello, Gran Bretaña era el principal socio comercial de China, aunque sus relaciones se establecían a través de unos intermediarios –los mercaderes hong– porque las instituciones gubernamentales chinas no trataban directamente con los extranjeros. Los desacuerdos comerciales entre las dos potencias produjeron el conflicto.
La causa inmediata está relacionada con el comercio del opio. La Compañía Británica de las Indias Orientales ejercía la administración de la India y comercializaba el opio que se producía en ese territorio y se exportaba hacia China. Cuando perdió su monopolio comercial, los comerciantes particulares que la sustituyeron bajaron los precios del opio para ganar mercado, agravando el problema. Los ingresos obtenidos le servían para equilibrar la balanza comercial entre los dos imperios, normalmente muy desfavorable para la compañía como ya hemos mencionado. En este tráfico también participaban contrabandistas norteamericanos.
El problema residía en que el comercio del opio no era inocuo. En China se conocía la droga por sus efectos medicinales, pero su uso era escaso. Sin embargo, el aumento del contrabando favoreció la expansión del consumo lo que contribuía a aumentar la adicción a esta sustancia entre su población. De este modo, su consumo se convirtió en un problema social al aumentar el número de adictos. También comenzaba a ser un problema económico, pues creaba un déficit comercial con Gran Bretaña, hasta entonces inexistente. Y todo ello a pesar de que desde 1796 diversos decretos prohibían tanto el tráfico como el consumo. En 1821 el gobierno chino decidió expulsar de Cantón –el puerto por donde llegaba el tráfico de opio– a todos los traficantes.
A pesar de ello, las importaciones, procedentes de la India, no cesaron; en 1839 el opio representó el 57 % de las importaciones chinas. El deterioro social provocado por el consumo del opio comenzaba a ser grave: muchos artesanos y mercaderes se arruinaron o fallecieron, entre los funcionarios se extendió la corrupción…
En consecuencia, el emperador encargó al gobernador de las provincias de Hubei y Hunan, Lin Xezu, afrontar y solucionar el problema. A principios de 1839 el emperador Daoguang (dinastía Qing) autorizó a Xezu para que incautase todo el opio que se encontrase en Cantón. A pesar de la oposición de los europeos fueron destruidas 20.000 cajas de opio, valoradas en 5 millones de libras. La tensión entre ingleses y chinos crecía por momentos, produciéndose algunos enfrentamientos entre buques chinos e ingleses. En enero de 1840 China decidió cerrar Cantón al comercio británico.
Las quejas de los comerciantes británicos por la actitud del gobierno chino impulsaron a Gran Bretaña a declararle la guerra a mediados de 1840.
La primera guerra (1839-1842)
En 1840 una flota inglesa de 16 buques de guerra y 20 transportes con 4.000 hombres llegaba a las costas chinas y se desplegaba ante los principales puertos. Las demandas británicas estaban claras: legalización del comercio del opio, pago de una indemnización por las destrucciones de mercancías y apertura de nuevos puertos al comercio exterior. La Corte imperial china se dividió ante el conflicto: un sector apoyaba la firmeza de Lin Xezu y la resistencia armada mientras que otro se mostraba más conciliador. Finalmente fue este sector el que se impuso y el noble Quishan inició conversaciones con los británicos.
Las negociaciones fueron impulsadas también porque los ingleses tomaron algunos fuertes. Quishan firmó el Tratado de Chuanbi que comportaba el pago de una fuerte indemnización, reabrir el puerto de Cantón y permitir el establecimiento de los británicos en Hong Kong. El emperador se negó a reconocer el tratado, que resultaba humillante para un imperio que, hasta entonces, despreciaba a los blancos, y declaró la guerra a Gran Bretaña.
La superioridad militar británica –en armamento y en tecnología bélica– y los errores estratégicos chinos facilitaron la derrota china y en 1842 sus tropas entraban en la ciudad de Nankin, hecho que ponía fin al conflicto. Esta derrota se plasmó diplomáticamente en el Tratado de Nankín, que obligaba a China a asumir el “libre comercio” de opio y a ceder Hong-Kong a Inglaterra durante 150 años. El comercio exterior ꟷincluido el opioꟷ podría llegar a China a través de cinco puertos, de los cuales el de Cantón era el más importante.
Con este acuerdo el imperio chino se abría obligatoriamente a la influencia extranjera, señalando no sólo una inflexión histórica fundamental sino también la aceleración de la grave crisis interna que venía padeciendo desde principios de siglo. Además, la fácil victoria británica atrajo en interés de otras potencias hacia China.
La segunda guerra del Opio (1856-1860)
La conciencia de la debilidad china impulsó a las potencias imperialistas –Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos– a actuar en su territorio y a exigir la renegociación de los acuerdos con el fin de aumentar su influencia. Así, Gran Bretaña pidió renegociar el Tratado de Nankin de 1842; se pedía ahora extender el libre comercio a toda China, legalizar el consumo de opio, suprimir determinados impuestos a los extranjeros que practicaban el comercio interno y acabar con la piratería. Francia y Estados Unidos apoyaron estas demandas.
Para fortalecer su posición negociadora las potencias citadas aprovecharon un incidente con un barco matriculado en Hong Kong que fue abordado por tropas chinas –el Arrow– para presionar al gobierno imperial que, en esos momentos, sostenía una guerra con los sublevados de la rebelión Taipíng. Parecía evidente que la dinastía Qing no podía hacer frente a dos conflictos bélicos a la vez.
Los taiping fueron un movimiento antidinástico de raíz religiosa y mesiánica con fuertes reivindicaciones revolucionarias que intentó crear un modelo social igualitario basado en una teocracia –el Reino Celestial–. Lograron controlar durante un tiempo algunas regiones de la China central hasta que fueron derrotados por las tropas imperiales.
Los británicos atacaron Guangzhou mientras que Francia se sumaba a la guerra; la ciudad acabó siendo tomada en 1857. Buques de guerra ingleses bombardearon Cantón y desembarcaron un contingente de 5.000 soldados en ese mismo año. A continuación, la flota aliada se desplazó hacia el norte, tomando el fuerte de Taku y amenazando la capital.
El enfrentamiento concluyó con el Tratado de Tientsin en mayo de 1858 que firmaron, además de Gran Bretaña y Francia, Rusia y Estados Unidos. La negativa china a firmar el tratado –muy duro para China en cuanto a compensaciones y apertura de movimientos y mercados para extranjeros– desencadenó diversos ataques de la fuerza anglo-francesa que llegó a tomar Pekín en octubre de 1860. El hermano del emperador –este había huido– firmó finalmente el Tratado ahora ampliado con más concesiones, por ejemplo, sobre el tratamiento de los cristianos.
Las consecuencias
La Convención de Pekín puso fin a esta guerra. El resultado del conflicto favoreció la presencia en la región del Oriente Lejano de otras potencias imperialistas como Estados Unidos, Rusia y Francia que obligaron a China a firmar una serie de tratados, conocidos como “Tratados Desiguales”. En ellos se obligaba a China a abrir otros once puertos al comercio internacional, tolerar el cristianismo y permitir la penetración comercial directa en su interior, todo ello en aras del libre comercio. Estos hechos significaron el inicio de la decadencia de China y de la crisis del poder imperial. La impotencia china ante esta agresión a su soberanía se agudizó tras la derrota frente a Japón (1894-95), derrota que sería la causa de la rebelión de los bóxers en 1900.
Así pues, las guerras del opio iniciaron el proceso de decadencia del Imperio chino, acuciado tanto por la agresión imperialista como por las revueltas internas. El Imperio aún perduró hasta 1912, año en que fue despuesto el último emperador, Puyi, también de la dinastía Qing.
Debemos señalar también que este tráfico permitió desarrollar en Gran Bretaña unas estructuras comerciales que favorecieron la acumulación de capital que hizo posible tanto la Revolución Industrial como la hegemonía económica y militar británica en esta etapa.
Cronología.
Bibliografía
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Wikipedia. 2020. «Primera Guerra del Opio». Wikipedia, la enciclopedia libre.