Crisis y estilo
Los signos de una crisis son más visibles cuando está terminando –como ahora– el tiempo de las “vacas gordas”. Esto, en general, hace notar la ineficiencia de los gobiernos, y pone en evidencia lo inapropiado de sus políticas. Como sucede con las personas, los regímenes reaccionan de distinta manera, y es poco común el sensato propósito de enmienda; esto, especialmente, en los gobiernos neopopulistas para los que, corregir errores, es sinónimo de debilidad y de claudicación de sus postulados. Por ello, lo firme para éstos es el estilo, siempre arrogante y agresivo.
Esto viene a cuento por la aguda crisis que sufre la muy rica Venezuela, que provoca tensiones sociales, pues escasean los productos básicos, la inflación está desenfrenada y, lo que es trágico, el índice de homicidios está entre los más altos del mundo. Si a todo esto se agrega la crisis política –la legitimidad de Nicolás Maduro está cuestionada– la situación es potencialmente explosiva.
Si la crisis económica y política venezolana se agrava, irremediablemente tendrá efectos negativos para sus aliados. Se afirma que Cuba sería la más perjudicada, ya que perdería una fuente importante de ingresos, provistos por el chavismo, para su maltrecha economía.
En lo político Se advierte que el ciclo neopopulista en América Latina se está agotando. Pero el estilo pendenciero y provocador subsiste, y no parece haber remedio. Como se afirma en un editorial del diario La Nación de Buenos Aires (02.06.2013): “Los hombres cambian con mucha más facilidad de ideas que de estilo…”. Y el estilo marca las tendencias.
(20130605)