ArtículosClaudio Ferrufino-CoqueugniotIniciosemana del 17 de JUNIO al 23 de JUNIO

Dineros mal habidos

Una cosa queda clara acerca del socialismo del siglo XXI: hurto. El difunto coronel Chávez, golpista como Pinochet, pasó de delincuente, igual que Pinochet, para la historia. Los centenares, miles, de millones de dólares que dejó el bocón para preservar un feudo, van saliendo a la luz. Aquí jamás se trató de asuntos ideológico-políticos; todo fue un bien montado esquema para desecar el erario público en favor de unos cuantos. En Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Nicaragua, e incluso Brasil con un ávido e inteligente ladrón.

Para poder robar a plenitud se necesitaban dos cosas: el voto popular y mantener a la masa alimentada a medias y alcoholizada. Mediante bonos, no salidos por supuesto de los propios bolsillos, estos elementos delincuenciales han podido, y todavía pueden, sostenerse en una esfera de poder que les permite continuar enriqueciéndose. Pero no cuentan con una cosa, que con el avance tecnológico los movimientos bancarios y otros asuntos relacionados van tornándose más y más transparentes. La bruma en cuanto a la proveniencia de dineros dudosos se disipa. Lo demostró el caso del expresidente Portillo, hoy enfrentando a la justicia norteamericana, camino por el que seguirán no pocos cuyas veleidades de eternidad les avivan ceguera e incredulidad acerca de males futuros.

De esta tómbola seguro que saldrán libres algunos. Dependerá de los montos y el lugar de origen, tal vez, o de cómo se tornen obsequiosos con los detentadores del capital internacional, de la manera en que les sigan el juego para que sigan lucrando como lo hicieran antes. Para ello tendrán que desnudarse de la patraña revolucionaria. Ejemplo válido, el idiota actual de Venezuela, cuyas ganas de legitimación lindan en lo desesperado. Valen papas (del Vaticano, no papalisas), embajadores, lo que sea, cualquier catalizador que frene o detenga la debacle.

En Bolivia se parte de un concepto racista que sirvió durante casi doscientos años y que todavía funciona para el gobierno plurinacional. Que se supone Bolivia, de ahí parte el concepto, país de indios e ignorantes. Por eso García, el vicepresidente, ejercita movimientos de manos, porque le han enseñado que con manos y dedos y brazos se puede embaucar a población tal. No otra es la retórica de la coca, el Tawantinsuyu, los diez mil años aymaras, jugadas del fascismo local, decoradas de tradición y costumbres, que intentan, de cualquier modo, evitar que esa población india se modernice, crezca, se internacionalice, piense y elija por sí misma. ¿Qué proponen?: vuelta al acullico, al linchamiento, al abuso femenino e infantil, al chicote, al curaca, a no transgredir límites, a estacionarse. Porque el fascismo necesita de eso: solo con tradición, raza, llegaremos a los mil años, al Reich indígena, mientras los amos se forran hasta los dientes con oro, importándoles un carajo el resto porque ellos ni acullican, ni linchan en sus casas, ni desdeñan el papel higiénico o un buen filete de lomo. Bien occidentales ellos, no importa el tinte epitelial. Que se jodan los otros, y, ojo, no solo los de la oposición…

Habrá que abrir el discurso exacerbado e intransigente para salvar las naves. En el norte saben bien quien roba y quien trafica en el país. Tienen nombres. Conocen a los que compran con palos blancos, a los que se hacen de periódicos y líneas de aviación. Si desean evitar la cárcel tendrán que dar algo a cambio. Ese algo es “su” revolución, que en términos concretos no significó nada. Total, ya están ricos, y podrán aumentarlo con la venia imperial. Pero hay que conceder. Y una buena concesión es el futuro ambiental de Bolivia. Me pregunto, ¿aparte de los caciques a quién beneficia la explotación petrolera y minera de nuestra herencia natural, parques y tierras nativas? Si no, ándense con cuidado, que las barras de hierro de la prisión son duras y heladas.
16/6/13

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Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), 18/06/2013

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