Proceso de Cambio, mitos y realidades
Siete años y medio es suficiente para una evaluación honesta de lo avanzado y de lo que se quiere hacer creer que se ha avanzado a una población esperanzada en ver el cambio prometido. Nada fácil, pues todo viene acompañado, o adelantado, de propaganda cuantiosa y dispendiosa (característicade gobiernos del socialismo siglo XXI), que tapa el bosque detrás de la hojarasca. De seguirle la corriente el paraíso no estaría en Suiza si no repartido entre Cuba, Venezuela y Argentina. La estrategia emborracha a la ciudadanía, con el tambor electoral permanente ocultando el único afán de avanzar en la toma del poder total, dejando simultáneamente a la crítica, a la oposición y a la disidencia sin la distancia ni el tiempo necesario para denunciar hacia donde conduce el mentado proyecto de cambio.
Incapacidad en la gestión. Un solo ejemplo. Primer proyecto serio, la Planta Separadora de Líquidos en Río Grande. Urgido por mostrar obras se inaugura varios meses antes de estar lista; timing propagandístico. Suerte, no pasó nada. Extranjeros manejaránla planta, no hay personal boliviano capacitado. Primera constatación, no hay coordinación en el Ejecutivo o las canchitas no dejan tiempo para pequeñeces. Segunda, la industrialización transforma el jugo de caña, extrae sacarosa, produceazúcar; promueve inversión, genera empleo, y añade valor a la explotación de recursos naturales. Eso lo hace la inversión privada. La inversión pública no industrializa, continúa como promesa incumplida. Tercera, transparencia. El precio de la planta casi duplicó al original, 168 MD (millones de dólares). Está pendiente un juicio por corrupción y lavado de dinero y la auditoría técnica jurídica apunta responsabilidades hacia la presidencia de YPFB.
La inversión pública, obsesión del Vice, con pobres resultados. Más de 7 años hablando de ingresos, sin mencionar, dolosamente, que son fruto de proyectos e inversiones realizadas por gobiernos anteriores. A Evo y Álvaro les corresponde rendir cuentas de los 95.000 MD recibidos, cifras oficiales, por la excepcional coyuntura de la demanda externa que disparó los precios, no por “diosito” Evo. Se trata de evaluar el éxito financiero y social de la inversión. Lo contrario es “botar la plata” ajena (aunqueen estos años de no aplicación de la Ley SAFCO, nadie es responsable).
La inversión privada, por el contrario, tarda en invertir porque estudia mercados, no se mueve por discursos; sondea posibles compradores y de ser firma contratos de compra-venta; prepara proyectos a diseños final, consume tiempo y dinero; arriesga escogiendo las mejoras ofertas técnicas, especie de licitación, para finalmente jugársela, siempre existe riesgo, pero el que se anima tiene pasta de empresario. Con tantas previsiones generalmente gana, pero si pierde puede perderlo todo, incluyendo garantías, a veces, acumuladas por varias generaciones. En los fracasos, en nuestro país, la mayoría de las veces tiene que ver el Estado, los políticos y hasta caprichos personales.
7 años y sin ley de inversiones; los bienes (principalmente tierra, concesiones, contratos con el Estado) carecen de garantías. ¿Cómo exigir al sector privado más inversión, si es casi una insensatez hacerlo en esas condiciones? Cierto o no el caso J. Ostreicher lo puso al desnudo, ante el país y el mundo. Nadie debería cuestionar una inversión sin pruebas contundentes. Se sospecha de procesos solo con el fin de expolio. Lo agrava el tratarse de extranjeros, menos enterados de las “peculiaridades” del sistema jurídico nacional, ni de las “habilidades” de funcionarios supuestamente nombrados para garantizar el respeto a las leyes.
Que la inversión pública hoy sea dos o tres veces mayor a la privada no tiene sentido. El vice debería revisar estos conceptos, origen de los recursos, responsabilidad técnica y financiera en la inversión, generación de empleos, diversificación de la economía y, sin duda ya olvidada, el cumplimiento de las promesas electorales. Siete años transitando hacia el estatismo arrastran al país hacia el extractivismo (dinero fácil) y la mono-oligo producción. El absurdo dilema está resuelto. Por ahí anda N. Maduro, después de 14 años de “chavismo” administrando la mayor reserva del mundo de petróleo (oro negro), con la cola entre las piernas (a falta de papel higiénico), buscando apoyo hasta en Bolivia. Pero la solución de los genios oficialistas, de ambos países, crear la empresa Granacional, para producir alimentos en 500 has por Pailón, demuestra que varios empresarios nacionales tienen más potencial y capacidad que Venezuela para producir. Bastaría destrabar las exportaciones y garantizar el pago y en un abrir y cerrar de ojos tendrían respuesta y solución.
Evo y Álvaro abrazan a Maduro, Cuba mira complacida, mientras Latinoamérica se reagrupa en la Alianza del Pacífico, 35% del PIB total de LA, convertidos en la 8ª economía del mundo, promotores de democracia, libre comercio y respeto a los Derechos Humanos. No se trata de entender el Bosón de Higgs, pero hace falta más honestidad intelectual y amor sincero por la Patria.
Marx sabía de economía y reconoció la capacidad “inigualable” del capitalismo para generar riqueza, “la gallina de los huevos de oro”. Pero el vice predica a Lenin, el de la alfombra al bárbaro Stalin. Vaya diferencia. Magistralmente lo señala H. de Soto, eran otras condiciones económicas y culturales, y “Marx no advirtió que pudiera estar en el interés de todos ampliar el espectro de los beneficiarios de la propiedad” (propiedad privada), y de ahí los equivocados seguidores, evidentes no lectores del original. La masa se apropia fácilmente del “Manifiesto” pero no del “Capital”; y mientras los estatistas continúan con sus prédicas, cada mes 14 mujeres quedan viudas con 5 hijos menores huérfanos cada una, sólo en las minas de Potosí, porque el proceso de cambio, después de siete años, no ha cambiado nada.