EL LEGADO DE MILTON FRIEDMAN PARA LA LIBERTAD
Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía, connotado economista de la escuela keynesiana, que a partir de 1948 escribió su libro sobre Economía, con el cual fueron formados miles de economistas en el mundo, en sus últimas ediciones ya de comienzos del siglo XXI señaló, con mucha propiedad, que los tres más grandes economistas son: John Maynard Keynes, Robert Solow y Milton Friedman. Esta calificación, que proviene de un economista que no ha compartido planteamientos económicos substanciales de Friedman, no sólo habla muy bien de Samuelson, sino que es el justo reconocimiento que los economistas debemos tributar a Milton Friedman.
Friedman ha sido un proficuo investigador y escritor sobre la temática económica. Referirse a toda ella es absolutamente imposible en una conferencia, por lo que creo conveniente hacer referencia a algunos aspectos que los considero fundamentales aportes para una mejor comprensión de la ciencia económica. Entre estos están la teoría del ingreso permanente, sus aportes a la mejor compresión de los fenómenos monetarios como la demanda por dinero y la explicación de la inflación, como un hecho monetario; el papel de los precios en una economía de mercado y sobre todo sus aportes en cuanto a la importancia de la libertad económica para que las sociedades y pueblos alcancen el la prosperidad y el bienestar económico.
Creo medular su concepto del “ingreso permanente” como la variable fundamental al momento de medir hechos económicos, como el consumo y el ahorro. No interesa el ingreso medido en un periodo determinado para explicar comportamientos, porque puede haber mucho de transitorio, que no modifica substancialmente la conducta de los agentes económicos. Hoy, cuando los economistas se refieren a la producción, prestan más atención al producto potencial que al efectivo. En otros términos, el mensaje que aprendemos de Friedman es que es más importante ver las tendencias económicas que el dato contablemente observado. También encierra el mensaje de que es posible que la política económica de un gobierno puede acrecentar la producción para un período económico, pero no puede alternar la tendencia estructural. Esta visión económica también encierra la enseñanza de que los auges económicos son pasajeros y, por lo general, fomentados por políticas fiscal y monetarias muy activas.
No se puede dejar de mencionar algunas de sus medulares contribuciones en el campo monetario y sobre todo para una mejor comprensión del persistente problema de la inflación de precios, que todos los países del mundo sufren. Para Friedman, la inflación en última instancia tiene una causal monetaria. Pero ¿por qué, muchas veces, se observa que aumentos de la cantidad de dinero no vienen acompañados por aumentos en la inflación? La respuesta también la da Friedman, hay que introducir la variable “expectativas” de inflación. Si no hay expectativas, puede aumentar el dinero en una economía cualquier y puede no subir la inflación de precios. Y esto es así, porque otra de sus destacadas contribuciones en el campo de la economía monetaria es su rigurosa explicación de la demanda por dinero que hace la gente.
La gente puede aumentar su demanda por dinero si tiene bajas expectativas de ganancias futuras por la tenencia de activos financieros, lo que se revierte cuando parece favorable la tenencia de activos financieros. En este contexto, si se aumenta tendencialmente la oferta de dinero, como siempre acontece en el mundo, no debería extrañarnos que también se produzca un continuo crecimiento tendencial de los precios de los activos financieros.
Pero también merece especial atención sus aportes a una mejor comprensión sobre el funcionamiento de los mercados.
LA ECONOMÍA DE MERCADO ES UNA ECONOMÍA DE PRECIOS
Milton Friedman fue profesor de la materia que hoy se denomina “Microeconomía”. El la daba bajo el denominativo de “Teoría de Precios” y que dio lugar a su libro con el mismo nombre. Para Friedman lo fundamental de una economía de mercado y de su éxito estriba en el comportamiento de los precios, porque cumplen tres funciones esenciales y que son la función de información, de asignación y de distribución.
La primera y básica tarea que cumplen los precios es de informar a todos los agentes económicos interesados acerca de la escasez relativa de todos los bienes y servicios existentes en la economía. Cuando un precio de algo sube, la información que los interesados obtienen es que la escasez relativa del bien en cuestión ha aumentado y, viceversa, si el precio baja informa lo contrario. Con este dato, las personas no saben si la mayor escasez se debe a una disminución de la oferta del bien en cuestión o a un aumento de la demanda, porque el precio por sí mismo no dice nada al respecto. Sólo dice que aumentó o disminuyó la escasez relativa de los bienes y servicios, pero no dice por qué. Para saber eso se tendría que hacer un seguimiento al comportamiento de la demanda y de la oferta, y sólo así sabríamos cuál de estas dos fuerzas explica el hecho.
Toda información es retenida sólo por aquellas personas que tienen interés en el hecho, en este caso, en el bien o servicio en cuestión. A los que no les interesa, por supuesto que no le otorgan al dato ninguna atención. Pero a quienes les interesa, esta información les sirve para tomar futuras decisiones. Por esta razón se dice que los precios son señalizadores, los precios son las señales en el mercado.
Los precios proporcionan a los propietarios de los factores de producción, a los productores y a los consumidores, de manera resumida, información sobre las disponibilidades de recursos, las posibilidades de producción y las preferencias de los agentes económicos.
Con la información que los precios expresan, los agentes económicos, ya sean productores o consumidores, toman las decisiones para hacer la asignación de sus recursos que como ya se sabe son siempre escasos. Si son productores los precios les dicen qué producir y cómo hacerlo, dado el supuesto de que técnicamente aquellos saben cómo se hace el bien en cuestión. Se dedicarán a producir aquellos bienes o servicios en que mayor sea la diferencia entre el precio del producto con relación a su costo. Tomada la decisión de lo que se quiere producir, el empresario asignará sus recursos buscando emplear los métodos de producción menos costosos y más eficientes. Sin son consumidores, y dados sus gustos y preferencias, asignaran sus recursos tratando de maximizar la satisfacción de lo que consuman a los precios más bajos posibles. Este comportamiento se denomina “racionalidad económica”.
En economía, precios son todas las retribuciones que reciben tanto los factores productivos, por su participación en el proceso productivo, como los valores a los cuales se venden bienes, servicios y activos financieros. Son precios no sólo los valores monetarios de todos los bienes y servicios en general, sino que lo son los salarios, es decir, la retribución al factor trabajo; la tasa de interés que es la retribución al propietario de capital; la renta que se paga por el uso de la tierra; el tipo de cambio que es la retribución al poseedor de monedas extranjeras, y que se utiliza para la obtención de bienes y servicios importados, etc.
La distribución se realiza simultáneamente con la producción. Cuando el empresario decide producir algo contrata trabajadores a determinados salarios independientemente a la fecha que vaya a vender sus productos. El empresario no condiciona al trabajador el pago de su salario a cómo le vaya con la venta de su producto. Le vaya bien o le vaya mal, al momento de vender sus productos, el empresario tiene que pagar los salarios convenidos con anterioridad a la realización de la producción misma. Lo mismo sucede con el pago de los intereses por concepto del capital que ha de utilizar o los pagos por insumos que ha de requerir.
Por lo anotado es que no se puede separar la función de asignación de recursos, que tienen los precios, con su función de distribución de lo producido, porque ambos procesos se realizan de manera simultánea. No se puede decir que los precios sirven muy bien para la asignación de recursos porque lleva a la producción eficiente y que no sirve para la distribución porque la repartición que hace el mercado es injusta e inequitativa.
LAS DISTORSIONES EN LOS PRECIOS
La presencia de monopolios o la insuficiente libre competencia económica no impide que los precios cumplan las funciones señaladas, pero distorsiona la asignación de recursos porque deja de informar adecuadamente sobre la verdadera escasez de bienes y de servicios que caen en su ámbito.
El conocido problema de la inflación también distorsiona a los precios en su calidad de señalizadores para la buena asignación de recursos. Los agentes económicos no pueden distinguir cuándo el aumento de precio es consecuencia de un cambio real en el mercado y cuándo dicho aumento es simple consecuencia de un aumento generalizado de precios que se genera cuando una sociedad vive en un contexto de inflación de precios.
Los aportes de Friedman a la ciencia económica son varios, pero me gustaría destacar aquellos que hoy denominaríamos que se encuentran en el campo de la política económica. En este entendido dos son los libros que merecen especial atención. El primero denominado “Capitalismo y Libertad” publicado el año 1962, y el segundo denominado “Libertad de elegir”, escrito el año 1979, junto a su esposa. Este último se puede considerar como la segunda edición aumentada y corregida del primero, que como dice Friedman es una obra menos abstracta y más concreta, que el primero.
ADAM SMITH Y MILTON FRIEDMAN
La brillantez de Adam Smith estuvo en observar, con ojo clínico, lo que la gente hacía para satisfacer sus necesidades, en tiempos donde dominaba el privilegio para la gente vinculada al poder político. Y cuando digo gente, me estoy refiriendo a la población en general que habitaba el mundo urbano de su tiempo. Su interés no estaba en observar cómo la nobleza, o la gente vinculada al poder político, obtenía ingresos o se enriquecía, sino la gente común.
Adam Smith escribió su obra celebre “La riqueza de las naciones” antes que se viviese la denominada “revolución industrial” en Inglaterra. En esos tiempos lo que predominaba en la actividad económica es lo que ahora llamamos en nuestros país “el cuenta propia”, el trabajo artesanal, el pequeño taller, el pequeño comercio, la venta de alimentos. ¿Qué es lo que descubrió? Que la gente corriente para obtener ingresos con los cuales adquirir bienes y servicios que necesitaba o deseaba, tenía que desarrollar alguna actividad económica, para lo cual era hábil, y que otra la valoraba, porque la necesitaba. De esta manera la gente común era la que producía todo tipo de bienes y de servicios y de esta manera las “naciones creaban la riqueza” que satisfacía las necesidades siempre crecientes del mundo urbano. La actividad económica de la gente es la que crea la riqueza, no los gobiernos.
Adam Smith nos enseñó que todo intercambio voluntario genera beneficios tanto a oferentes como a demandantes constituyéndose, este intercambio, en el potencial para que los pueblos sean prósperos. El rol de los gobiernos debería pasar a ser el de árbitro y no de jugador, como, sin embargo, dominante se observaba en las naciones en los tiempos que le tocó vivir a Smith.
Las acertadas ideas de Smith recién se comenzaron a aplicar a partir del año 1846 hasta el estallido de la primera guerra mundial, en los países que hoy se denominan países económicamente desarrollados. Muy poco tiempo, si pensamos en tiempos históricos. Pasó a considerarse como una condición necesaria pero no suficiente la actividad del libre comercio junto a la reducida actividad gubernamental como el adecuado camino de lo que hoy se llama desarrollo y paz mundial.
La brillantez de Milton Friedman es reconocer la validez de los planteamientos de Adam Smith en una época en que la economía libre de mercado había perdido la aceptación social de los políticos en el mundo a raíz de la grave depresión económica mundial que asoló en el mundo como consecuencia de la crisis económica del año 1929, originada en los EE.UU, lugar donde se había vivido el siglo de oro de la libertad económica. Fue un genial pensador económico que navegaba sólo en los mares del creciente estatismo e intervencionismo económico en el mundo.
De una dominante concepción de que el Estado debía mantener un rol reducido en la actividad económica, se pasó a una concepción que justificaba cada vez una mayor intervención gubernamental. Se pasó a considerar el papel del estado como si este fuese el padre en una familia, en nombre de la seguridad ciudadana y de la igualdad de ingresos.
Quienes no han leído estas obras no saben que Milton Friedman fue un crítico implacable a lo que se denomina “Economía del bienestar” y un crítico también a la política económica que se estableció en los EE.UU como consecuencia de la Gran Depresión económica mundial de los años 30 del siglo pasado, que dio lugar al Estado intervencionista.
Contrariamente a la idea que se generalizó después de la grave depresión económica de los años 30 de que el problema fundamental en la economía radicaba en la libertad de los mercados y que la solución venía por el lado del intervencionismo estatal, Milton Friedman dejó claramente establecido que esa grave crisis fue la consecuencia de una grave falla del estado en un ámbito de su exclusiva competencia, que es el manejo de la política monetaria, es decir de la creación y administración del dinero en una economía nacional cualquiera.
Hoy con la grave crisis económica europea y su recesión, con el excesivo endeudamiento público que alcanzaron los países desarrollados, adquiere completa vigencia el pensamiento de Friedman.
Los denominados “Estados del Bienestar” en los países desarrollados han intentado ayudar el interés público impulsando la intervención gubernamental y lo que ha sucedido, parafraseando a Adam Smith, es que han sido conducidos por una mano invisible para alcanzar intereses privados que no estaban previstos en sus intenciones.
LA INEFICIENTE BÚSQUEDA DE LA IGUALDAD
Fracasada la socialización de los medios de producción, nos dice Milton Friedman, se pasó a intentar la socialización de los resultados en las economías de mercado, distorsionando la buena labor que realizan los mercados libres. Cuando los mercados son libres la cooperación es la regla y no lo es el conflicto. Cuando el gobierno fija precios en general y salarios en particular, entonces se fomenta el conflicto.
En una economía cualquiera la remuneración al factor trabajo absorbe la mayor parte del producto interno bruto. Para los EE.UU Friedman estimó que tres cuartas partes van al pago de todo tipo de remuneraciones al trabajo, lo que también se denomina capital humano. ¿Por qué razón la gente buscaría educarse mejor, profesionalizarse, si esto no traducirá en una mejor remuneración en comparación con alguien que no hace lo mismo? ¿Por qué acumular capital humano?
Por lo general nadie está de acuerdo con la remuneración que recibe. No es fácil comprender por qué hay gente que gana más que uno. Sin embargo, la respuesta es la misma cuándo se indaga por qué un estudiante tiene mejor calificación que otro. Un alumno tiene mejor nota cuando las respuestas que coloca en un examen son las acertadas a diferencia de otro que no cumple con este requisito. En una economía de mercado un trabajador recibe una remuneración mayor que otro porque es más productivo o porque sus habilidades son más escasas que las de otros trabajadores.
La distribución del ingreso siempre genera descontentos. Cuando se efectúa con reglas de mercado el descontento se diluye, cuando el estado interviene el descontento se focaliza sobre el gobierno convirtiéndose en conflicto.
El mismo racionamiento es válido cuando se hace referencia a la acumulación de capital físico. ¿Por qué motivo la gente ahorraría parte de su ingreso para adquirir un bien de capital, si es que no tiene la perspectiva de obtener un ingreso a través de una tasa de rendimiento? Si el que acumula capital físico o capital financiero no tiene como recompensa lo que los economistas denominamos tasa de interés, ¿Por qué motivo sacrificaría el placer de consumir algo hoy?
Estos son las razones fundamentales de por qué se debe aceptar que las remuneraciones a los trabajadores se deben definir libremente en los mercados sin la intervención del estado.
Es cierto que quienes poseen más factores productivos o tienen mayor capital humano obtendrán mayores ingresos. ¿Por qué? Friedman nos dice: Es consecuencia de varios factores: “elección propia, de decisiones ajenas (herencias, por ejemplo, la labor de los padres) y el azar”.
Y cuál es la mejor forma de cuidar y aumentar los factores productivos en cualquier economía. Milton Friedman responde: “Es la propiedad privada”
¿Cuál debe ser el rol del estado en una sociedad? Siguiendo a Adam Smith, Milton Friedman dice: “Ni preferencias (privilegios) ni restricciones. Todos sujetos a la misma ley”.
LIBRE COMERCIO MUNDIAL
Al igual que la determinación de salarios por parte de los gobiernos, los aranceles al comercio exterior son obstáculos al desarrollo de los mercados. El denominado “proteccionismo” a la industria nacional, muchas veces con el pretexto de “industria naciente” en verdad es una verdadera “explotación al consumidor”. ¿Quién paga los aranceles? Son los consumidores que pagan precios más altos.
¿Quiénes se oponen al libre comercio y promueven la aplicación de aranceles al comercio internacional? Friedman nos dice, otra vez parafraseando a Adam Smith, son “los intereses creados de industriales y de comerciantes”. Estos intereses creados son los que promueven todo tipo de controles, aranceles; impiden vender donde sea más caro y comprar donde sea más barato. Van contra el interés general.
La ciencia económica, nos recuerda Milton Friedman, hace rato ha demostrado que el libre comercio mundial asegurará la paz mundial, promoverá el bienestar general y estimulará la superación interna en cada país. Pero lamentablemente el accionar de la política no permite su aplicación.
Cuantas veces se escucha decir que la protección y los aranceles son para defender el empleo. Hay que preguntar empleo ¿de quién? No se tiene por qué mantener empleos que no son competitivos a nivel mundial sino la libertad de la gente para trabajar allá donde sea más útil. No se trata de que la gente tenga empleo “cavando zanjas para luego volver a rellenarlas”.
La economía es vender para comprar. La gente vende su capacidad de trabajo para poder comprar bienes y servicios. Esto mismo sucede en la economía mundial. Todo país debe vender algo al mundo (exportar) para comprar (importar). Es bueno exportar y es bueno importar.
Una queja corriente en el mundo, hoy, es que hay gobiernos que subsidian a sus industrias por lo que venden al mundo a precios bajos, lo cual sería una competencia desleal. ¿Es así? No, hay que preguntarse de donde sale estos subsidios. Se supone que se financian con impuestos a su población. Si esta gente está dispuesta a tener menores ingresos disponibles para “regalar” al exterior, tiene el mismo impacto que las famosas cooperaciones internacionales que los países desarrollados entregan a los países en desarrollo.
Una queja actual en los países desarrollados es contra China. Se dice que ese país se ha convertido en la “fabrica del mundo”, porque está inundando con sus manufacturas a todas las economías y gracias a sus precios bajos, resultado a su vez de que sus salarios son bajos. ¿Quién gana? Todos, por una parte los consumidores de los productos chinos y, por otra, los trabajadores chinos.
Si un país pierde empleos por el comercio internacional es porque hay países que producen algo de manera más eficiente, por lo que el país afectado tiene que buscar otras actividades donde puede tener lo que en economía se llama la “ventaja comparativa”.
Muchas veces se cree que los conflictos bélicos son por asuntos económicos. Esto es una verdad a medias. Cuando los gobiernos y la política interfiere el funcionamiento libre de los mercados, lo cual crea intereses creados de industriales y comerciantes, las disputas privadas conducen a disputas entre los gobiernos.
Y lo que peor le puede suceder a una sociedad cualquiera es cuando el poder político se junta con el poder económico. Es el camino seguro a la tiranía, nos dice Milton Friedman.
No existe actividad económica inicial que comience ganando. La mayor ayuda de los países desarrollados a favor de los que no lo son, es la plena apertura de sus mercados. La mejor política de industrialización y de creación de empleos en los países no desarrollados es la apertura y la atracción al capital extranjero.
LA INHERENTE CORRUPCIÓN EN LA POLÍTICA Y LOS INTERESES CREADOS
Una idea muy generalizada es que el desarrollo económico requiere de políticas de incentivos, de fomento y de apoyo, que los gobiernos implementen, con lo que se justifica la intervención del estado sobre la economía, el incremento del gasto público y con ello el problema del endeudamiento. En definitiva esta visión implica que el desarrollo económico vendría como consecuencia de las adecuadas políticas públicas. En tal caso, lo fundamental es que se requieren “buenos” gobiernos. Esta visión politizada del desarrollo económico está equivocada, sin decir con ello que el estado, en una sociedad moderna, no tiene roles de ineludible cumplimiento y de necesidad para que la economía se desarrolle.
Milton Friedman se pregunta ¿por qué fracasan los programas sociales siendo tan bien intencionados? A lo que se podría añadir ¿Por qué los estados fracasan cuando crean empresas productivas? ¿Por qué falla el estado en sus intentos por superar los denominados “defectos del mercado”? Lo que sucede también es que hay “defectos de estado”, y que pueden ser aun más graves que los del mercado, debido a que la presencia estatal en el manejo de recursos económicos, o lo que es lo mismo decir, en los intercambios, no cumple con el postulado de la racionalidad económica que es propio de los intercambios voluntarios privados en el mercado. Pero no solamente esto, sino que su presencia introducen el fenómeno de la corrupción como un hecho inherente al quehacer estatal.
Sólo al principio los programas estatales de bienestar funcionan bien, pocos son los beneficiados por lo que hay financiamiento estatal, varios de ellos se los crea suponiendo que son temporales, pero luego se hacen permanentes, y después tienden a generalizarse en diversos campos con resultados indeseables. Surgen grupos de interés que se benefician con estos programas que luego presionan para ampliarlos, lo que trae aparejado la expansión de la burocracia estatal, del gasto público y, con ello, del déficit fiscal que se ha convertido, en la actualidad, en un hecho permanente en la vida de las naciones. Cuando se aplica el postulado de la racionalidad económica al rol del estado se observa que este no se verifica, porque los gobiernos gastan recursos ajenos en terceras personas, por lo que no interesa ni maximizar el beneficio en el uso de esos recursos ni tampoco minimizar los costos. Pero como la política implica tener este poder, administrar recursos de terceros conlleva la tentación de desviar dichos recursos en beneficio de los políticos, que administran dichos recursos, dando lugar a la conocida corrupción.
No sirve la intervención del estado por más tentadora sea la creencia de que se puede rectificar lo que la naturaleza ha producido. Gary S. Becker, Premio Nobel de Economía 1992, comparte las ideas de Friedman de que el socialismo y el estado benefactor, caracterizado por regulaciones excesivas, altos impuestos y subsidios gubernamentales, debilitan a la familia como unidad económica y destruyen los buenos hábitos de trabajo de la gente.
De igual manera, James Buchanan, Premio Nobel de Economía 1986, comparte la visión de Friedman, y dice que el legislador en nombre del “interés público” gasta el dinero de otras personas por lo que no tiene incentivos para cerciorarse que los gastos estén bien realizados. En general, él ve con escepticismo la capacidad del gobierno para resolver los problemas sociales y económicos, porque los encargados de las decisiones gubernamentales buscan favorecer sus propios intereses, de la misma manera que lo hace los ejecutivos del sector privado, y como las agencias públicas no tienen que producir utilidades tampoco tiene incentivos para reducir el gasto. La solución es trasladar los programas públicos al sector privado y a los gobiernos locales e imponer constitucionalmente restricciones al gasto público.
Cuando el estado interviene las actividades privadas en nombre de la igualdad de resultados o como respuesta a los defectos del mercado, no alcanza la igualdad y sacrifica la libertad,
Milton Friedman dice: “una sociedad que anteponga la libertad acabará teniendo, como afortunados subproductos, mayor libertad y mayor igualdad, porque una sociedad libre desata las energías y capacidades de las personas en busca de sus propios objetivos. No evita que algunas personas obtengan posiciones privilegiantes pero tampoco las institucionaliza, conserva la posibilidad de que los desgraciados de hoy sean los privilegiados de mañana.”
La intervención en las actividades económicas privadas genera inmediatamente la organización de los grupos privados de interés que tratan de beneficiarse con las determinaciones gubernamentales, estos harán campañas para que la legislación les favorezca y el “lobby” correspondiente. Las empresas privadas buscarán subvenciones del gobierno y las utilizaran para impedir la competencia con empresas extranjeras, lo que a su vez ocasionará similares reacciones de otros gobiernos en favor de sus empresas, de tal manera, que las disputas privadas se conviertan en disputas de gobiernos. La economía se politiza. Los que tengan más poder serán los que mejor aprovechen la intervención gubernamental. A su vez, los burócratas presionarán cada año por más presupuesto público, y dado que los programas sociales gastan mucho dinero en quienes administran, éstos se benefician en desmedro de los que directamente deberían serlo que son los pobres.
Todos los programas implementados por los gobiernos colocan a algunas personas en la posición de decidir lo que es bueno para otros. Esto hace que un grupo de individuos adquiera una sensación de poder casi divino; otro, una dependencia casi infantil. La capacidad que tienen los beneficiarios de ser independientes y tomar sus propias decisiones se atrofia si no se emplea. Además del despilfarro y de la imposibilidad de alcanzar los objetivos buscados, el resultado final corroe el tejido moral que mantiene unida una sociedad. Esta es la explicación de por qué los programas públicos en lugar de beneficiar a los pobres benefician más a las clases medias.
La crisis económica europea, su recesión económica, su alicaído crecimiento económico de las últimas décadas, su descomunal deuda pública, es consecuencia de lo que ya hace tiempo había observado con mucha pertinencia Milton Friedman, Europa saldrá de sus graves problemas económicos en la medida que esté dispuesta a poner en práctica lo que este distinguido Premio Nobel de Economía, año 1976, ya ha propuesto para todos los países del mundo
Permítanme concluir esta conferencia, en honor de Milton Friedman, recordando una acertada afirmación de él: “Se debe estimular la libertad y hacer que el Estado sea nuestro servidor y no nuestro amo”.
*Miembro de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas. Conferencia ofrecida el día 31 de julio de 2013, auspiciado por la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA) y la Fundación POPULI, y llevada a cabo en la ciudad de Santa Cruz.