Información y propaganda política
La reciente visita del Papa Francisco al Brasil para presidir la Jornada Internacional de la Juventud, ha tenido gran resonancia mundial y despertó en ciertos dirigentes políticos –especialmente en nuestra región– la tentación de promoverse, usando el encuentro con el Sumo Pontífice como propaganda en favor de candidaturas presidenciales o parlamentarias, especialmente oficialistas.
Este es el caso de la presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que en el pasado mostraba abierta animadversión al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, y que ahora se embarcó presurosa rumbo a Río de Janeiro, acompañada del candidato a diputado por Buenos Aires del oficialista Frente para la Victoria, para participar en dicha jornada juvenil. Como es usual, se tomaron fotografías de estos personajes y luego, al regreso su país, aparecieron en las paredes de de capital argentina, afiches con una fotografía del Papa Francisco, la presidente Fernández de Kirchner y el candidato Martín Insaurralde, con una leyenda al pie: “Nunca se desanimen, no dejen que la esperanza se aparte. Papa Francisco”. Una muestra de oportunismo que causó desagrado y protestas.
No se quedó ahí: con cinismo, el candidato oficialista Insaurralde dijo que ese cartel callejero «no forma parte de la campaña del Frente para la Victoria»; que fue con la jefa de Estado de su país a la Jornada Mundial de la Juventud en Río Janeiro para ver al Papa «por una cuestión personal» (La Gaceta. Viernes 2 de agosto de 2014. Tucumán, Argentina).
Este no es el único caso. Es conocido que el presidente de Bolivia es un duro crítico de la Iglesia Católica y, en especial de la jerarquía eclesiástica. Es también notorio en ¡a política oficial boliviana –más allá del respeto a la libertad de cultos que la nueva Constitución reitera; es decir el derecho de los ciudadanos de seguir una confesión, o de no seguir ninguna– el afán de restaurar y extender el culto a la ‘Pachamama’, es decir a la ‘madre tierra’ de los pueblos andinos. Recientemente el vicepresidente, en el lugar ceremonial de Pajchiri, “cumplió con los rituales de la Wajta y pidió (a la Pachamama) proteger a la patria de los abusos de los poderosos”. Por supuesto que está fuera de toda discusión el derecho a profesar cualquier culto y de practicar los rituales religiosos más diversos.
El reparo surge ahora porque no se resistió la tentación de aprovechar, con fines político- partidistas, el encuentro con el Sumo Pontífice, y por el mal disimulado propósito de autopromoción –“el Papa dijo que me admiraba”, reveló el presidente– como muestra de que ya está enfrascado en una campaña electoral muy anticipada, pues las próximas elecciones presidenciales en Bolivia están programadas para diciembre de 2014.
La propaganda política es necesaria y, por supuesto, lícita. A través de esta se difunde y se busca apoyo a las propuestas de los partidos y de sus candidatos. En verdad los votantes requieren ser informados –y eventualmente convencidos, si se quiere– sobre los planes que, de ser puestos en práctica, repercutirían en sus vidas. Lo que se objeta es el ventajismo, es decir que los oficialistas usen para su propaganda proselitista los medios y recursos del Estado. No solo esto, sino que se convierta una obra o programa que es parte de las obligaciones corrientes de los gobernantes, en fuente de promoción del caudillo en tiempos electorales.
Lo evidente es que los neopopulistas en el poder confunden –más bien pasan por alto– la información pública, cuya difusión es obligación de un gobierno, con la propaganda política.
(20130807)