Un 28 de agosto de 1963, hace cincuenta años, Martin Luther King pronunció un célebre discurso en los escalones del monumento a Abraham Lincoln en Washington. Hoy el mundo lo conoce bajo el título de «Yo tengo un sueño». En estas fiestas septembrinas, cuando se recuerda el grito emancipador del 24 de septiembre de 1810, me tomo la libertad de glosar a este ilustre hombre, ícono de la libertad y de los derechos humanos en el planeta, amante de la paz y la igualdad entre los hombres.
Hace 200 años un grupo de valientes patriotas, junto a Ignacio Warnes retomaban la plaza de Santa Cruz. Era el 24 de septiembre de 1813. Enfrentaban al yugo colonial español, enarbolando las banderas de la independencia latinoamericana. Durante 15 años, en estas ardientes llanuras alejadas del poder político y económico de la época, cada batalla fue librada por un ejército ´originario´, integrado por cruceños y querembas. Lucharon unidos, por la libertad y la soberanía de estas ignotas tierras, hasta conseguir un 6 de agosto de 1825 la fundación de una república, libre e independiente. Como prueba de amor sincero y profundo por una patria grande, los cruceños cedieron cerca de 1.600.000 km² de su territorio, es decir, más del 70% de toda la extensión con que nació Bolivia. Y cuando los creadores de la patria escribieron el Acta de Independencia ´firmaron un pagaré´. ´Era la promesa de que a todos los hombres les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la felicidad´.
Pero, casi dos siglos después, el cruceño -por nacimiento o por convicción-, aún no siente la libertad a plenitud. Santa Cruz continúa sufriendo postergación y olvido, muchas veces humillada y ´tristemente lacerada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación´, donde el lugareño por momentos siente el destierro ´en su propia tierra´. Los ejemplos sobran, como los resultados del censo 2012 y mañana, qué duda cabe, será el reparto inequitativo del número de diputados para esta región o el cercenamiento de nuestras regalías, conquistadas con sangre y dolor. Poco antes fue la autonomía de ´pliqui´ que el centralismo otorgó a regañadientes. Apenas nos dieron un ´. cheque sin fondo, un cheque que ha sido devuelto con el sello de fondos insuficientes. Nos rehusamos a creer que el Banco de la Justicia haya quebrado. Nos rehusamos a creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de la oportunidad de este país´.
Hoy, igual que Luther King, yo también tengo un sueño.
Sueño porque los habitantes de estas verdes planicies, asuman el deber de alcanzar una libertad plena, no sólo la que nos otorga la Constitución y las leyes – que muchas veces parecen simplemente una tira de papel -, sino también la liberación espiritual y personal, para terminar con el conservadurismo y alcanzar igualdad y equidad entre todos, combatir la corrupción -particularmente la de cuello blanco- y la discriminación, cualquier que sea su origen, y que el machismo lo enterremos en el pasado, para que las mujeres alcancen su autonomía por la que tanto claman.
Sueño porque nuestros niños reciban de sus padres y maestros atención y cariño. Que el diálogo y la reflexión, sean los instrumentos para que la juventud, asuma una sabia decisión en el futuro, hoy por hoy, confundida por la globalización y el mercantilismo, que sólo venera la cultura del consumo.
Sueño porque padres y docentes de colegios y universidades asuman con el ejemplo la responsabilidad de moldear no sólo el conocimiento, sino también la matriz moral. Necesitamos técnicos competentes en todos los ámbitos, es cierto, pero que sean honrados y transparentes en sus actos. Que el ejercicio profesional sirva para ganar dignamente el pan de cada día, sin tener que hacer de la ciencia un puente para enriquecerse a costa de la desesperación, la ignorancia o de la confianza que depositen las personas en cualquier profesional.
Sueño porque la enseñanza en todos sus niveles tenga como objetivo educar a un pueblo, no sólo para ofrecerle herramientas de superación en la vida, sino también para no ser engañados vilmente por supuestos líderes democráticos que dicen ser honestos, convertidos luego en caudillos y corruptos. Sueño porque la educación sirva para liberarnos del oscurantismo y la ignominia, evitando la caída estrepitosa de la gente en el abismo del error y la inconducta.
Sueño que no hayan perseguidos, refugiados o exiliados. Llámenlo como quieran. Que rija la libertad de expresión, que los presos no sufran retardación de justicia, porque hoy son muchos los que están marchitando su vida, sin sentencia alguna. Pero que tampoco haya rehenes de la maldita droga o del alcohol, que corroe el cuerpo de muchachos, casi niños, ni existan discriminados por la pobreza, la religión o el color de la piel.
Sueño que de norte a sur y del oriente al occidente, nos sintamos ciudadanos activos del destino de este terruño y no cómplices silenciosos por nuestra culpable indiferencia. ´Sueño que algún día, los valles serán cumbres y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados´, porque así fundiremos en una sola voluntad el verdadero sentido de patria. También sueño por aplaudir la responsabilidad de autoridades, dirigentes y ciudadanos de actuar prontamente ante ´la urgencia impetuosa del ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o tomar tranquilizantes de gradualismo’.
En estas dos centurias, muchas veces los oponentes de nuestro desarrollo han preguntado: ¿Cuándo quedarán satisfechos estos cruceños? Les contestamos. Nunca. Siempre estaremos disconformes e inquietos mientras sigan pretendiendo que dejemos pasar el tren del bienestar y de la libertad. Perennemente seremos contestatarios cuando nuestros derechos humanos y aquellos otros conquistados en buena ley, continúen siendo mancillados. No estamos satisfechos y no quedaremos desagraviados hasta que la ´justicia ruede como el agua y la rectitud como una poderosa corriente´. Amamos por siempre la libertad, la paz y la convivencia apacible, aunque muchas veces el poder andino-céntrico nos etiquetó de regionalista, separatista o terrorista, mal interpretando el sentimiento de casi todos -no importa el origen-, de jugarnos apasionadamente por el terruño y el destino de Santa Cruz y de Bolivia. ´Los remolinos de la rebelión (pacífica y democrática) continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia´, sin ´satisfacer nuestra sed de libertad, bebiendo de la copa de la amargura y el odio´. Aunque en más de 200 años vanos intentos hubo para destruirnos o para detener nuestro ímpetu, nunca nos vencieron y jamás lo lograrán. Como dijo nuestro vate mayor, Otero Reiche, es que ´somos un río de pie´.
Los principios y valores de la comunidad cruceña fueron construidos durante siglos por un pueblo que conoce el dolor y sufre estoicamente por todas las blasfemias y falsos testimonios. Ese modo de ser muy propio lo llevamos en nuestro genoma y como tal, no podrán cambiarnos: la felicidad y la alegría las llevamos muy dentro, somos orgullosos de lo que somos – aún con muchos defectos -, al peregrino siempre le brindamos nuestra amistad y quienes necesitan ayuda, siempre encuentran apoyo y solidaridad. Somos emprendedores y tolerantes pero no cobardes, aunque siempre habrá quienes prefieren ´tener antes que ser´; su cultura es el consumismo y su diva es el dinero.
Santa Cruz es un lugar de oportunidades y nos sentimos orgullosos de ello. Como ciudad emprendedora, Santa Cruz es la primera en América Latina. Nuestra gente es considerada como una de las más felices en Sudamérica. Producimos casi todos los alimentos para Bolivia y generamos impuestos como nadie en el país. Nuestra población universitaria es la más grande, lo que asegura una inmensa riqueza del conocimiento para el futuro y tenemos los mejores deportistas de Bolivia. A la par, somos el centro cultural más proficuo del Estado boliviano.
En este 24 de septiembre, a sólo 48 años de cumplir nuestro V centenario de la fundación de Santa Cruz de la Sierra, que ¡repiquen las campanas de la Catedral, las de la Chiquitania y la de los valles cruceños! ¡Que repiquen las campanas de Cordillera, del Pantanal y del norte integrado! Que el mundo entero escuche nuestra sinfonía de libertad y de justicia, de paz y progreso para todos los bolivianos.
Termino con esta sentencia de Mario Benedetti: (Santa Cruz:) «no te rindas; por favor no cedas aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento. Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el mejor momento». ´ No nos revolquemos en el valle de la desesperanza’, pero tampoco soñemos solos. Cuando aplastemos los viejos rencores y los vulgares personalismos, soñaremos colectivamente; ahí recién la utopía podrá convertirse en una bella realidad. Soñemos cruceños. 2013 no es el fin, sino el principio. Santa Cruz es imparable e inmortal.
(15092013)