MAS DEUDA HOY, CRISIS PARA EL FUTURO
Noticia de estos días es la pretensión del gobierno del Presidente Morales de endeudar al Estado Boliviano con el exterior por un monto de 3,600 millones de dólares. Tres mil millones, él quisiera que provengan de China y 600 del Banco Interamericano de Desarrollo.
Para fines de mayo la deuda pública externa, según el Banco Central de Bolivia, alcanza a $us. 5,309 millones de dólares, a lo que habría que añadirle $us. 3,330 millones, que es el monto que ya han comprometido desembolsarle a Bolivia –pero todavía no lo han hecho- tanto los organismos internacionales de financiamiento como gobiernos. De este monto por desembolsar, el 73 por ciento corresponde a organismos internacionales y el 27 por ciento a gobiernos. Si se suma el monto señalado al saldo de la deuda, querría decir que el país enfrentaría para el futuro ya una deuda pública externa del orden de los 8,639 millones de dólares, sin considerar los 3,600 que ahora se pretende.
Pero la deuda pública actual no es sólo externa, también es interna. Según información del Ministerio de Hacienda y Economía la deuda que mantiene el Tesoro General del Estado alcanza a $us. 4,700 millones de dólares, para fines del año 2013, a lo cual habría que sumarle la deuda que mantiene el Banco Central de Bolivia por sus “operaciones de mercado abierto” que no es otra cosa que la colocación de bonos, a tasas de interés atractivas, con objeto de retirar dinero de la economía. Este monto prácticamente era inexistente a principios del presente siglo. Para fines de agosto del presente año alcanza a $us. 3,347 millones de dólares.
Sumando todos los conceptos anteriores, -sin tomar en cuenta la pretensión de 3,600 millones- se podría concluir que el Estado Boliviano se mueve hacia una deuda pública total del orden de los 16,686 millones de dólares, monto nada despreciable, monto que hubiese sido mucho mayor si es que no consideramos las varias condonaciones de deuda externa con la que el país se benefició en el pasado.
La primera condonación se dio ya a fines de los años ochenta y principios de los años noventa por un monto del orden de los 1,000 millones de dólares y que provino de la banca privada internacional, luego vinieron otras condonaciones de gobiernos como de EE.UU., Japón y Alemania. Pero lo más reciente es la condonación que nos otorgaron lo organismos internacionales, como el Banco Mundial, el BID y el Fondo Monetario Internacional, condonación que se hizo efectiva, precisamente, en los primeros años del gobierno del Presidente Morales y por un monto del orden de los 3,200 millones de dólares.
La pregunta que corresponde hacerse es ¿por qué se condonó la deuda a Bolivia? La respuesta es simple, no la pudo honrar.
En los primeros años de la década de los años ochenta, previo al devastador periodo hiperinflacionario, el país ingresó en default con la banca privada internacional, luego de que en los bonancibles años del primer gobierno de Hugo Banzer el país lograse “grado de inversión”, por lo que en esos años el país se endeudó.
Luego nuestras relaciones comerciales con el mundo siempre eran deficitarias – no como ahora que son superavitarias- por lo que no tenía capacidad de pago. Esto llevó a los gobiernos extranjeros a condonarnos la deuda.
Finalmente, para fines de la de la década de los años noventa Bolivia ingresó al denominado grupo, nada halagador, de los diez ochos países HIPC (Países pobres altamente endeudados), 14 del Africa, tres de Centro América y el único de Sud América, Bolivia, por lo que se benefició con la condonación de la deuda con organismos internacionales, y por el monto ya indicado, $us. 3,200 millones.
La experiencia vivida debería ser una enseñanza para el gobierno de Bolivia. No debemos endeudarnos. Más aún si durante estos años Bolivia pasó de ser un país deficitario en sus relaciones económicas internacionales a superavitario. Antes importábamos más de lo que exportamos, ahora es lo contrario, exportamos más de lo que importamos.
En los años noventa el continuo endeudamiento con el exterior se justificaba, porque era la única manera de financiar las imprescindibles importaciones para que funcione toda nuestra actividad económica, y, de esta manera, seguir creciendo, aunque modestamente. Ahora la situación es diferente: con lo que exportamos perfectamente podemos financiar nuestras importaciones.
A la situación descrita hay que añadir algo que permanentemente el gobierno del presidente Morales repite: la continua presencia de superávit fiscal, vale decir, la situación por la que el sector público tiene ingresos mayores a sus gastos, situación que no amerita endeudamiento público. Este se justifica cuando hay déficit, es decir, cuando los ingresos públicos son menores a los gastos. La única manera de que esto suceda es con deuda.
¿Queremos, de ahora en adelante, un gasto público por encima a los ingresos? ¿Se quiere repetir el desastroso pasado? Parece que no recordamos la “década pérdida” que sufrió América Latina en los años 80, precisamente por la crisis de la deuda. No estamos informados que el principal problema de los países desarrollados, hoy, es el endeudamiento público, en particular en los países de la Unión Europea.