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Atentado minero y decisiones difíciles

¿Alguien conoce la composición societaria de la Empresa Minera Colquiri? La foto de la noticia el otro día, tenía un S.A. que la identificaba, aunque el letrero pueda ser de cuando era Sinchi Wayra, brazo minero de ‘Goni’, que fuera reemplazado por Comibol, ineficiente monstruo minero. Allí prima la pugna de cooperativistas y asalariados: ¿será peor el remedio o la enfermedad?

Colquiri suelta hoy volutas de ‘asna wayra’ –viento hediondo- al conocerse que perdió $us 250.000 por la explosión en uno de sus ductos de aire comprimido. Dice la nota que “este hecho derivó en que la compañía se querelle contra los dirigentes de la Cooperativa 26 de Febrero, que trabaja en el mismo centro, a quienes los acusan de ser los responsables de un supuesto atentado.” Los asalariados “piden al Ministerio Público que ingrese al centro minero para las investigaciones… porque este atentado ha sido planificado”, tanto así que extendieron una mecha por 50 metros. A su vez, los cooperativistas “deslindaron cualquier tipo de responsabilidad asegurando que aquella explosión fue un ‘auto atentado’ del sector asalariado para reactivar los conflictos que tienen entre ambos.”

El sabotaje de Colquiri desnuda que se avecinan tiempos difíciles para la minería boliviana. Es pertinente reflexionar sobre sus causas, porque aunque prevalezcan aires triunfalistas, sobrevendrán implicaciones tristes para el país. Colquiri es la gema de las minas nacionalizadas. Allí la Comibol preparó el mineral, Sinchi Wayra lo explotó, y hoy es pulseta entre cooperativistas y asalariados donde el Estado –léase Bolivia- pierde. Es un yacimiento rico donde los cataclismos telúricos mezclaron el zinc con la plata y el estaño. Quizá fue un error echar a Sinchi Wayra, que como firma privada atenida a normas eficientes de producción introdujo tecnología ‘trackless mining’, avance comparado a vagones sobre rieles, cargados a pala de minas de socavones angostos y mineros tísicos de cachetes hinchados de coca.

Se habló de Corocoro como la cuprífera Chuquicamata boliviana. Sueños alardosos, porque la mina de tajo abierto chilena produce más de 100.000 toneladas/día; Corocoro, 600. Comibol instaló una pequeña planta de refinación de relaves. La empresa Kores instaló otra de efímera duración ya que los coreanos se marcharon. En el cobre, Chile y Perú controlan la producción con tecnología de punta; Bolivia es poca cosa. Como en el tema bélico, donde hacen mofa de que sus ejércitos preparan planes de batalla; pan de batalla el nuestro.

Huanuni es la estrella del sueño estañífero del Ing. J. Zalesky, aquel patriota al que debemos la planta refinadora de Vinto. Comibol dejó mineral como para refinar 1.000 Ton/día; cooperativistas –“jucus” (ladrones de mineral) muchos de ellos- producen menos de 200 Ton/día. La escasa capacidad de su ingenio de tratamiento, la falta de ductos de ventilación y falencias de capital de operación son trabas a su eficiencia. La planta china de 3.500 Ton/día no funciona, y no es de tecnología avanzada. Al entrar los cooperativistas, inflaron presupuestos de salarios, al extremo que hoy Comibol tiene costos de producción arriba de $10 la libra fina, mientras que en el mundo el estaño se cotiza a $7,18. La empresa está en el dilema de despedir más de 4.000 trabajadores o cerrar.

La planta de refinación de plomo-plata de Karachipampa es otra historia triste. Hace años produce sólo pruebas. Así la germana Klockner se la haya comprado, la tecnología rusa en base al proceso Kivcet es obsoleta; el sistema semiautomático de control es también pasado de moda y no hay repuestos. Corren apuestas sobre si la planta podrá funcionar algún día.

Tasna produce bismuto y tiene su fundición en Telamayu, pero solo funciona uno de tres hornos. Se rumorea que el bismuto producido por la cooperativa minera no es compatible con la fundidora, aparte de que su capacidad de proceso pequeña. Está condenada a cerrarse.

El Mutún es otro elefante blanco, como Karachipampa. Sea la Comibol o una empresa privada la que lo desarrolle, dos cuellos de botella son el gas para procesar el hierro y el sistema de transporte, algo peludo con el cuento chino de las barcazas para la Hidrovía Paraguay-Paraná. ¿Alguno cree en la quimera del litio, que además comprende boro y potasio? Tampoco hay capacidad tecnológica ni de recursos humanos para explotar el azufre de los volcanes cordilleranos.

Se desperdició la mayor bonanza de la minería boliviana en la historia. No se la aprovechó para diversificarla o producir con valor agregado. Por ejemplo, sulfato de cobre y otras aleaciones; refinar metales y aleaciones, v.g., soldaduras de plomo y estaño. Refinar el zinc que producimos. Aunque sea para tener un colchón financiero ya que la crisis se anticipaba. La crisis minera significara despidos: a vuelo de pájaro, unos 5.000 desempleados que a razón de 4 por familia significan 20.000 más reclutas a nuestro ejército de muertos de hambre.

Pobre Bolivia, con las entrañas de sus montañas hurgadas en socavones siniestros, para beneficio de mineros que exportan concentrados y no reportan porcentajes pequeños pero valiosos de cadmio, germanio, talio, indio, mercurio y oro. ¿Los perjudicados? Los bolivianos. ¿La causa? La ignorancia.

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