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Mentiras encubiertas

El Presupuesto General del Estado (PGE) es, ante todo, un subproducto. En realidad es la traducción en cifras de la planificación de un programa de desarrollo social y democrático sustentable, si fuera  eso lo que se pretende. Además , es la base sobre la que se moverá  la economía durante un año. El presupuesto tendría que ser el resultado de esa planificación estratégica y de cómo  un gobierno va a gastar e invertir la riqueza que se genera en el país. Vale decir, la inversión en las diferentes áreas a partir de los ingresos que provienen, en Bolivia, de la exportación de gas, minerales, productos agropecuarios, recaudación de impuestos y otras, amén  de los gastos: servicio, producción y funcionamiento estatal,  agricultura, vivienda, seguridad, transporte, electricidad y demás rubros. Educación, salud, y preservación del medio ambiente son ante todo una inversión para el desarrollo humano  sostenible, aunque representan  un gasto en términos contables.

El régimen de Evo Morales en Bolivia, pretende emborrachar la perdiz  con mentiras encubiertas: mezcla PGE con Producto Interno Bruto y lanza miles de millones ya invertidos y otros por invertir en salud pública cómo si la población no sufriera la lacerante e indignante realidad. ¿Cuál es? Deficientes servicios, pocos médicos,  la mayor mortalidad infantil, después de Haití; mortalidad materna de 180 por cada 100.000 nacidos vivos cuando el promedio en América Latina es de 25; la persistencia de enfermedades prevenibles; la ausencia de instrumentos clínicos diagnósticos y tecnológicos de última generación, tanto que se sigue con bombas de cobalto en lugar de aceleradores lineales para tratamiento de cáncer. Pero hay más: el calvario de la gente enferma o sus familiares para conseguir una ficha de atención médica, la gente  atestada en salas de espera, en emergencias  y en pasillos a falta de habitaciones en todo el país.

Con esta realidad, no debiera asombrarnos la furia del régimen  ante la cruzada del padre Mateo Bautista para que el monto que destina el Presupuesto General del Estado ‘Pluri’ a la salud de la población boliviana  ascienda  a 10%.  Su cruzada desnuda la mentira encubierta por miles y miles de  pesos o dólares, más otras falacias en servicios gratuitos de salud, como una diálisis.

Veamos las cifras: el  PGE 2015 asciende a  221.181 millones de bolivianos. De esa cantidad, algunos funcionarios dicen que el 11.5% corresponderá a salud. Si  así fuese, el monto equivaldría a  Bs. 25.435 millones de bolivianos. Sin embargo, según el ministro de Hacienda, solo 14.000 millones son los que van a salud. Estos 14 millones representan apenas el 6.3% del PGE, de los cuales algo más del 4% es para salud y el resto para deportes. Así lo afirman expertos en el tema, como la Fundación Jubileo, José Luis Parada  y varios medios de información. Para que cuadre el 11. 5% de PGE, el Gobierno suma lo que se destina a las empresas estatales y los montos de las cajas de salud, que son aportes privados.

Esa es la verdad desnuda de mentiras. Pero hay más para la desesperanza: el gasto anual en salud per cápita en Bolivia es de 174 dólares, mientras en Uruguay asciende a 1.400; en Chile a 1.200; en Argentina 1.074; en Brasil 1.083; en Cuba, 600; en Venezuela  500 y en Perú, de 354. Salvo Haití y Nicaragua, Bolivia es el país que menos invierte en salud en América   Latina y el Caribe, amén de la subalimentación.

El padre Mateo pide 10% para salud que equivaldrían a 22.118 millones de Bs. del PGE, que están  más bien lejos de los 14 millones  que afirma el ministro de Hacienda. Tampoco debe espantarnos la virulencia de otro ministro ex capitán y ex alumno de la Escuela de las Américas de Panamá, que acusó al padre Mateo de querer asesinar a la gente porque pide 10% cuando el régimen  destina 11.5%. El problema de las mentes cerradas como la de ese funcionario es que siempre tienen la boca abierta, como ya lo dijo Mafalda, para despropósitos verbales, algunas veces también de hecho.

Bolivia gozó del incremento del precio de materias primas, como nunca en la historia:  en lo 9 años de Morales obtuvo cinco veces más de ingresos que en los 20 años anteriores, pues el precio del  millar de pies cúbicos de gas se  vendía entre 1 y 2 $us  en 2002, y hasta el año pasado a 9 y 10 $us.  ¿Dónde fue a parar  tanta riqueza? A oportunidades perdidas para el campo de la salud y la educación, que nunca figuraron como los más importantes en los planes de desarrollo, aupados por medidas populistas que, como todas, sacrifican el largo plazo por la inmediatez.

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